Foto © Laurent Brun

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El último nombre de la plantilla de Movistar Team para 2015 es Fran Ventoso, anunciado el viernes pasado como cierre de la nómina telefónica. El sprinter cántabro había estado sin contrato para la temporada que viene todo ese tiempo, siendo uno de los pocos hombres rápidos con los que Movistar cuenta en la plantilla. ¿La razón? Quizá que lleva desde junio de 2012 sin levantar los brazos.

Fue en el Campeonato de España en ruta, una de las tres victorias que consiguió en su segundo año con el equipo de Eusebio Unzué. En el primero, recién llegado del relativo anonimato del CarmioOro-NGC –en dos años en la modesta formación italiana compitió un solo día en una carrera World Tour–, ganó seis veces. En cada uno de esos años ganó una etapa en el Giro de Italia, sus dos grandes momentos con el maillot de Movistar.

El declive de Ventoso en estos cuatro años se muestra a través de su evolución en el CQ Ranking: 59º, 101º, 145º y 249º, finalmente, en 2014. El pasado mes de mayo cumplió 32 años y se adivina que probablemente esta sucesión de resultados no sea ninguna casualidad.

Ventoso, sin embargo, todavía tiene valor para Movistar. Uno de los pocos resultados prometedores que consiguió la pasada temporada fue la Milano-Sanremo, donde terminó 17º; dicho de otra forma, entró en el grupo que se jugó la victoria de la Classicisima. A un equipo como Movistar, ganador por dos temporadas consecutivas de la clasificación del UCI World Tour, no le serviría de demasiado un ciclista cuyo aval es este, pero el puesto de Ventoso es más interesante porque lo consiguió junto a Juanjo Lobato.

Estamos a un paso de mitificar tanto el cuarto puesto de Lobato en San Remo como para convertirlo en la victoria de Valverde sobre Armstrong en Courchevel. A la edad que ahora tiene Juanjo Lobato (25), Óscar Freire ya había sido dos veces campeón del Mundo, ganador en la Vuelta a España y podio en San Remo.

Es necesario eliminar de las expectativas cualquier comparación: Lobato no va a ser un nuevo Freire. Sería una sorpresa brutal que un día gane la Milano-Sanremo. Si llega a hacer podio –algo que, de no haber quedado cerrado en el sprint, estaba en su mano este año–, sería un éxito colosal. Al fin y al cabo, sería solo el tercer español en subirse al cajón de la gran clásica italiana.

Hay que cuidar a Lobato

Lo que sí es cierto es que a Lobato le asoma un potencial que no tiene ningún otro hombre rápido español del panorama actual. Este año solo ha ganado dos carreras y ambas fueron lejos del World Tour (una etapa en Burgos y otra en Valonia), pero ha sido segundo un par de veces (en Suiza y en Dubai) por detrás de Cavendish y Kittel y por delante de Sagan.

Es interesante que Movistar no le ha alineado en ninguna vuelta grande en esta temporada. Lobato tiene una edad suficiente como para que no fueran una carga, pero es interesante que el equipo decidiera no llevarle a ninguna y centrarle en otro calendario, abundante en clásicas y en carreras por el norte de Europa.

Si se comparan los calendarios, José Joaquín Rojas es quien no ha puesto un pie en una clásica, salvo en San Remo. Mientras Rojas y Lobato han coincidido en seis carreras (Montreal, Québec, el Campeonato de España, la Vuelta a Suiza, Milano-Sanremo y el Tour Down Under), Ventoso y Lobato han estado juntos en 15, incluido todo el bloque de clásicas del norte del inicio de campaña. A Rojas nunca le ha apasionado el norte, y nunca ha conseguido resultados demasiado prometedores.

Lobato, al menos esta temporada, ha ocupado ese hueco. Y en ese sentido, la presencia de Ventoso, un ciclista que conoce lo que es moverse en las carreras extranjeras –se pasó dos años seguidos casi sin correr en España– y que incluso ha estado arriba muy ocasionalmente en ellas, puede ser muy positiva para el andaluz. Las clásicas del norte no son el tipo de carreras en las que el Movistar centra sus éxitos, pero no le sobran ciclistas con algo de experiencia en ellas. Especialmente si pretenden seguir invirtiendo así el futuro de Juanjo Lobato.