Foto © Jaguar Mena

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A Chris Froome le ha costado perder el cartel de dominador de las montañas ciclistas tanto tiempo como le costó ganarlo: doce meses. En 2013, nadie le hizo ni un poco de sombra. La única carrera por etapas que no ganó fue la Tirreno-Adriático, exhibición de Nibali bajo la lluvia mediante, y fue segundo. En 2014 perdió en la Volta a Catalunya, perdió con Talansky y Contador en el Dauphiné, perdió con el asfalto en el Tour de Francia y finalmente perdió de nuevo con Contador en la Vuelta, la derrota más dolorosa.

La Vuelta se convirtió en la tabla de salvación de la temporada para ambos, los dos grandes favoritos de las tres semanas, por los infortunios que sufrieron en el Tour. En teoría Froome llegaba mejor, pero aunque cedió la general por poco margen (1’10”) fue inferior a su rival español en todos los días importantes: la crono de Borja, los Lagos de Somiedo y Ancares. Una derrota neta, no abultada, pero inapelable.

Entrevistado en la página web del equipo Sky, Froome dice que su objetivo para 2015 es “volver a estar al frente de una carrera otra vez”. Su última victoria fue la segunda etapa del Dauphiné, donde Contador aguantó sus ataques: ahí se empezó a gestar la remontada del madrileño en un duelo que le amargó profundamente el Tour 2013, impotente a minutos del keniata.

Del revés en 2014, Froome quiere que 2015 sea como 2013. La gran pregunta es si lo intentará en el Tour de Francia, cuyo recorrido para 2015 no le convence. “Ser el primero de una carrera es la gran motivación para mí. Da igual si es en el Tour o en otra carrera, es lo que me gusta hacer”, explica el británico, en una clara puerta abierta a la carrera amarilla.

Parece que, pese a la decepción del día del nuevo recorrido del Tour –entonces declaró acto seguido que se planteaba seriamente un doblete Giro-Vuelta–, Froome está obligado a volver a la carrera francesa. Sky no tiene otro líder de garantías para afrontar la Grand Bouclé, y en el Reino Unido, más después de la salida del año pasado en Yorkshire –el mejor momento del año para Froome–, el ciclismo equivale al Tour.

El Tour no tiene contrarreloj el año que viene pero Froome, quiera o no (y probablemente sí quiera), tendrá que intentar ganarlo sin ella. En el Giro sí que hay una crono muy larga, pero todos los ciclistas conocen los peligros potenciales del doblete Giro-Tour y que el cansancio de la corsa rosa merme demasiado el rendimiento en la carrera francesa. Además, en el Giro estará Alberto Contador, previsiblemente en su mejor forma –la Vuelta de este año dejó claro, por si había alguna duda, que Contador solo va a una gran vuelta si es para ganar–, liderando una participación que siempre es peligrosa y que también incluirá a Fabio Aru.

La Vuelta, posible salvadora

Según Javier Guillén, director de la Vuelta, él y Chris Froome hablaron tras la edición de 2014 y el británico pidió una contrarreloj llana. Guillén accedió a incluir una en el recorrido, se rumorea que en torno a los 40 kilómetros. El director es consciente de que Alberto Contador difícilmente dispute la Vuelta 2015, y que sin él la carrera pierde un aliciente importante. La Vuelta no puede regalar figuras: Nibali y Nairo Quintana son otros dos potenciales participantes en la edición de 2015 (quizá también Aru, aunque tal vez su participación dependa de la de Nibali), especialmente el colombiano al estar en un equipo español. Froome, sin embargo, le daría otra relevancia a la carrera.

Para recuperar la corona perdida será importante también que Sky, errático este año, recupere el nivel de 2012 y de los mejores días de 2013. Su principal escudero seguirá siendo Richie Porte, pero el equipo británico ha ganado nuevos efectivos para sumar al australiano, Mikel Neve y al turbulento Sergio Henao. Son Wout Poels, Nicolas Roche y muy especialmente el checo Leopold König, séptimo en el pasado Tour. El movimiento de Roche lo bendice el padre de la criatura, Stephen, que alega que Nicholas “conoce muy bien a Porte y Froome porque los tres viven en Mónaco”. Habrá que ver si todos corren el Tour o si alguno hará otra grande, pero la política del equipo de Brailsford suele ser ‘tourcéntrica’ en ese sentido.

El mejor Froome, un escalador extrañamente temible y un contrarrelojista muy superior a sus rivales, necesita al Sky porque no le viene nada bien que las carreras se descontrolen. Es difícil que gane cuando se saltan su guión, y su equipo tiene que ser por fuerza lo más poderoso posible. Si se adapta a su nuevo rol, König puede ser un fichaje excelente en ese sentido. Al fin y al cabo, en el Tour subió mejor que Porte.

Pero quien tiene la última palabra es Chris Froome. El británico cuenta que ha estado en la India y en el Himalaya en las vacaciones. “Después de cualquier temporada es importante resetear y recalibrar las cosas”. Dice que la Vuelta le ha dejado un buen sabor de boca porque se encontró bien; lo que no dice, pero está claro, es que 2014 le ha dejado hambriento. Froome, 30 años de edad en el próximo Tour, ha ganado las mismas grandes que Quintana, dos menos que Nibali y cinco menos que Contador. Si quiere equilibrar las cuentas, no puede tardar mucho.