Hace pocos días pudimos presenciar una escena inédita en Ponferrada. Philippe Gilbert, uno de los más fuertes en la ascensión final al Alto del Mirador y componente del sexteto que se jugó las medallas tras Michał Kwiatkowski, se vació en favor de un compañero de selección en busca del casi imposible: cazar al polaco para que Greg van Avermaet pudiera llevar los colores de Bélgica a lo más alto del podio. Fiel a su palabra previa a la carrera, se sacrificó en favor de quien consideraba su líder.

Independientemente del mayor o menor éxito de la empresa, fue una actitud que honra a un ciclista con el caché del valón. Pero Philippe Gilbert es un campeón, y, como todos los campeones, es un deportista con hambre de victoria. Hambre de victoria que seguramente se haya agrandado tras lo ocurrido el pasado domingo. Se demostró a sí mismo que está bien y que las dudas que le atenazaban por su pobre segunda mitad de temporada podían disiparse.

Philippe_Gilbert_TDF2012

El de BMC se presenta en Lombardia como líder único de su equipo. Esta vez sí, ausente Van Avermaet, precisamente compañero suyo también en la escuadra comercial. Con 5 victorias este año, entre ellas la Amstel Gold Race y la Flèche Brabançonne, Gilbert está a punto de cerrar su mejor temporada desde aquel galáctico 2011, habiendo dado por primera vez sensaciones puntuales de volver a ser aquel corredor casi infalible en cierto tipo de recorridos.

Ganador en 2009 y 2010 de la Clásica de las hojas muertas, una combinación de mala suerte, rendimiento irregular y perfil menos propicio impidieron volver a ver al belga en la pelea en las ediciones recientes. Pero esta vez el recorrido parece sonreírle. Ausente el Muro di Sormano, únicamente la ascensión al Passo di Ganda podría resultarle hostil en el improbable caso de que los escaladores puros propongan batalla dura desde lejos. Las cotas posteriores se antojan ideales para sus condiciones de ciclista explosivo y especialista en subidas cortas de mediana pendiente.

Contará además con un excelente aliado en su equipo, Samuel Sánchez. El asturiano, con quien se jugase el triunfo de tú a tú en 2009, acumula un buen número de buenas actuaciones en la clásica lombarda, que por condiciones meteorológicas habituales y punto de forma mantenido tras la disputa de la Vuelta a España suele irle como anillo al dedo. Ya fue importante en la victoria del valón en Amstel Gold Race y la jugada podría repetirse. Un tercer título en Il Lombardía devolvería definitivamente a Gilbert a la élite absoluta de los clasicómanos actuales, la misma que le ha sido esquiva desde que finalizó aquel 2011 en que asombró al mundo.