En el análisis del recorrido que nos brindó Eugenio González, comentaba lo innecesario del rodeo por autovía que daba la carrera tras coronar el Alto del Catorce por Ciento, llegando a tildar el mismo como la forma de “cargarse” la etapa. Y en cierto modo, acertó; ya que aunque el largo tramo llano tras el descenso no privó a Alejandro Valverde (Movistar Team) de atacar en los últimos compases de la subida cordobesa, sí que convirtió su inesperada aventura en una utopía en la que los gregarios de sus rivales acabaron con su resistencia antes incluso de hacer brotar el nerviosismo. Sin sorpresas, la cuarta etapa de la Vuelta se resolvió mediante un sprint seleccionado en el que John Degenkolb (Giant – Shimano) aunó colocación y fuerza para ganar sin oposición.
El alemán superó a sus rivales, a los puertos y, sobre todo, al calor. Como casi siempre ocurre en las visitas al sur de la ronda hispana, el mercurio convirtió el mero de hecho de competir en un infierno con temperaturas cercanas a los cuarenta grados. Eso no asustó a Javier Aramendia (Caja Rural – Seguros RGA), Sébastien Turgot (AG2R – La Mondiale), Jimmy Engoulvent (Europcar) y Gert Joeaar (Cofidis), quienes tras el banderazo inicial retaron a Helio y el enorme peso que ejercía sobre sus cascos buscando que un despiste les abriera las puertas de la gloria.
Sin embargo, los astros no se alinearon. Sabedores que su casaca tiene fecha de caducidad y que además tenían un perfil ideal para repetir victoria, el conjunto Orica-GreenEdge comandó desde el comienzo el pelotón para mermar las esperanzas de los fugados y eliminar toda opción a la sorpresa, manteniendolos en torno a los dos minutos durante toda la tarde. La entrada de Movistar Team poco antes del Alto de San Jerónimo, tratando de llevar en buena posición a sus líderes ante la inminencia del puerto y la estrechez de la carretera, hizo el resto. El cuarteto, a excepción de Engoulvent, claudicaba sin haber iniciado ni siquiera la resistencia poco antes de coronar.
El francés, no obstante, mantuvo el ánimo latente al verse acompañado por Amets Txurruka (Caja Rural – Seguros RGA), que había saltado poco antes en busca de los puntos de la montaña. Otro ataque de nuevo infructuoso, pero que al menos entretuvo el impasse entre cimas de montaña. Al menos en cuanto a la situación de carrera, porque en el grupo principal la proximidad del primer test de estas tres semanas incrementó el nerviosismo entre los planteles de los favoritos. Tinkoff-Saxo y Sky Pro Cycling no tardaron en unirse a los telefónicos en cabeza del pelotón buscando llevar sin excesivos problemas a Alberto Contador y Chris Froome.
En cualquier caso, ninguno de los dos apareció con voluntad marcial y acabaron dejar hacer a los hombres de Nairo Quintana y Valverde hasta que Winner Anacona (Lampre – Merida) y Adam Yates (Orica – GreenEdge) probaron fortuna a poco de coronar. Tras ellos, Romain Sicard (Europcar) y, contra todo pronóstico, también el murciano. Tratando de liberar de responsabilidades a sus compañeros y, de paso, buscar sus opciones ante la teórica superioridad del su coequipier colombiano, buscó a hacer camino de la mano de los otros tres ciclistas pero el terreno no ayudó. A pesar de que mantuvieron diferencias entre los 10 y 20 segundos durante el largo tramo de descenso, la llegada de la autovía fue devastadora. Con los hombres de Katusha tirando como posesos por detrás, Anacona, Yates y Valverde fueron cazados con nueve kilómetros aun por delante.
La etapa quedaba, de nuevo, acotada a los hombres rápidos. Michael Matthews (Orica – GreenEdge), líder y vencedor ayer, tomó los galones que exige su posición y comando el exiguo paquete casi hasta el triángulo rojo, cuando los pocos gregarios que le restaban a Degenkolb cogieron el testigo. Pero el calor y el desnivel superado había colmado la frescura de uno de los trenos más potentes del mundo, y lo que se esperaba como una llegada ordenada, se convirtió en un caos de la que estuvo cerca de sacar partido Vicente Reynès (IAM Cycling). El balear salió por el córner buscando sorprender de lejos, y lo hubiera conseguido de no ser por Degenkolb. El alemán leyó el movimiento, tomó su rueda y el resto fue historia. Con pasmosa facilidad le rebasó y multiplicó la distancia con el resto de velocistas para sumar su sexto triunfo en la Vuelta y en la presente temporada.
ESPEREMOS QUE LA VUELTA SE DESENVUELVA PRONTO CON MÁS EMOCIÓN Y VIVACIDAD. ESTE CICLISMO TAN CALCULADO NO NOS GUSTA.
Se cubrió ayer la cuarta etapa bajo un recorrido apacible y sin altibajos, que se caracterizó por la tranquilidad en la que estuvo imbuido el gran pelotón, sumergido bajo un calor agobiante que contribuyó a dar más apatía a la contienda. La etapa se resolvió a favor del corredor germano John Degenkolb, que venció con amplia facilidad sobre el español Vicente Reynés, una sorpresa la del ciclista de la localidad mallorquina de Deià. El australiano Michael Matthews pudo reafirmar en algo su puesto de líder gracias a unos segundos de bonificación obtenidos, con su tercer lugar en la etapa. Esperemos que en un futuro próximo la Vuelta puede desenvolverse con más emociones y más vivacidad. este ciclismo tan calculado y controlado en grado sumo no nos gusta.