Cuatro veces segundo, una vez tercero, tres veces cuarto, una vez quinto. Los nueve top-5 que ha sumado Peter Sagan en el Tour de Francia serían un gran resultado para otro corredor, para él no. Peleado con la victoria en la gran cita del calendario, ha mostrado una, cada vez más, inquietante falta para rematar. El triunfo le fue esquivo pese a contar con varias ocasiones muy propicios para estrenar el casillero. Un recorrido muy acorde y favorable para sus características que le ofrecían oportunidades en perfiles totalmente diferentes: del comienzo en una llegada picando hacia arriba a las jornadas con dificultades en su parte final pasando por las cotas de Sheffield y el pavé de Arenberg.
El Tour de Francia de 2014 se convirtió en la primera edición en la que Peter Sagan se fue de vacío. De su impactante debut con tres triunfos y tres segundos puestos sumando un total de once top-10 pasó a un único triunfo en 2013 seguido de cuatro segundas plazas para un total de nueve top-10. Unos guarismos que en términos generales empeoraron este año. Sin triunfos pero con cuatro segundos puestos y un total de once top-10. Buenos puestos, sí, pero sin victorias. Su actuación fue un alarde de una falta para rematar el triunfo. Oportunidades varias y diversas con un idéntico resultado.

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¿Quién lo iba a decir hace apenas unos años que Peter Sagan iba a adolecer precisamente de falta de remate? Pero los números son fríos a la vez que contundentes. El eslovaco ha perdido en 2014 la chispa que en sus primeras temporadas como profesional le elevaron por méritos propios a los altares del ciclismo. Año tras año sus resultados mejoraban los anteriores hasta que llegó la presente campaña. Apenas siete triunfos iluminan su casillero, tres de ellos en el World Tour. Victorias que para la práctica mayoría del pelotón serían un rotundo éxito, pero no así para Peter Sagan. ¿Qué está pasando?

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Penalización por condición de favorito
Llevar el cartel de favorito, de candidato indiscutible al triunfo pesa. Mucho. Una situación desfavorable para un Peter Sagan que en cinco campañas como profesional se ha situado como referencia en la totalidad de competiciones que afronta. Pruebas de un día, pruebas de una semana, nada se resiste al prodigio eslovaco capaz de brillar sobre el pavé, superando cotas o luchado por parciales en grandes vueltas o competiciones de una semana. Nada se le resiste y, por ello, siempre corre señalado. Vigilado por rivales que tratan de superar su potencia y punta de velocidad con variables tácticas o confiando en derrotarle al sprint. La debilidad de su equipo, el Cannondale, y la falta de potencia para imponerse en un sprint ante llegadores puros son dos circunstancias que acentúan la penalización por su condición de favorito.
Una situación que, por ejemplo, logró salvar en Harelbeke. Es, junto al triunfo de Montréal’13, las últimas grandes demostraciones de cómo conseguir la victoria rodando en inferioridad y con el peso de ser el favorito. Dos éxitos que no sólo no han tenido continuidad en el palmarés, sino que se han convertido en las últimas muestras de una forma de correr que cada día que avanza parece cambiar de forma.
No encarna la figura de un sprinter
Aunque se meta en las llegadas, e incluso logre un importante número de victorias, Peter Sagan no es un sprinter. En un mano a mano es difícil que bata a rivales como Mark Cavendish, Marcel Kittel o André Greipel quedándose en un segundo plano en las llegadas masivas por dos claras circunstancias: inferioridad contra los velocistas puros, inferioridad de equipo.
Un hándicap que como mostró el pasado Tour de Francia es difícil de superar. Ocurrió lo mismo en 2013 y en 2014 se vuelve a repetir la situación. Sólo cuando las llegadas han sido seleccionadas por dificultades previas ha tenido verdaderas opciones de alcanzar la victoria o, simplemente, de luchar por ella. Sumar resultados entre los cinco primeros y consolidar así el maillot verde ha sido el botín, escaso para su calidad, de las llegadas del Tour de Francia dejando a un lado aquel corredor que definía y sometía no sólo finales selectivos. ¿Acaso se decanta ahora por el sprint?
Malas decisiones
Moverse en momentos que debía quedarse en el pelotón, no seleccionar la carrera para restar rivales en la llegada y quedarse a medias después de atacar son algunas de las malas decisiones que están penalizando los resultados de Peter Sagan que siguiendo las últimas competiciones parece decantarse cada vez más por decidir la victoria al sprint. Casos como la llegada a Al Bustan (Oman’14), Milano – Sanremo’14, Nancy, Oyonnax y Saint – Étienne (Tour de Francia’14) son el ejemplo de malas decisiones, tanto a nivel de dirección como de propio corredor, que se saldaron con un idéntico resultado: observar la victoria de un rival.
Debilidad del equipo
El Cannondale es uno de los equipos más débiles del World Tour. Tener uno de los presupuestos más bajos de la primera categoría y contar al mismo tiempo con uno de los ciclistas mejor pagados, Peter Sagan, se salda con un notable y acentuado desequilibrio en la plantilla. Veteranos curtidos en mil batallas y jóvenes con escasa o ninguna experiencia profesional conforman una plantilla donde además del eslovaco destacan los nombres de Ivan Basso, Elia Viviani, Moreno Moser u Oscar Gatto.
Un equipo débil tanto a la hora de afrontar los momentos decisivos de una llegada al sprint así como controlar un final complicado o disputar las grandes clásicas del calendario. Una debilidad que no mina las aspiraciones de un Peter Sagan que en la mayoría de ocasiones en las que llega la situación clave de carrera se encuentra en la más absoluta soledad.
La presente temporada es un fiel reflejo de una situación que se ha vivido en numerosas ocasiones. Desde la campaña de clásicas a al pasado Tour de Francia. Allí, en la Grande Boucle, la Cannondale falló estrepitosamente a la hora de intentar controlar la carrera de cabo a rabo. Atrás quedó lo vivido en Albi en 2013 -única victoria en el Tour-, una situación de abrumador dominio que en 2014 quedó muy lejos de hacerse realidad; del control inicial al varapalo final. El equipo quedó totalmente roto llegado el momento de la verdad, un punto donde Peter Sagan perdía gran parte del porcentaje de éxito que, por condiciones, poseía. Sheffield, Nancy, Oyonnax y Saint – Étienne fueron testigo de la debilidad de una formación que dejó en solitario al favorito número uno al triunfo; una circunstancia que, visto lo visto este año, se ha convertido en la principal causa del bajón de resultados de Peter Sagan.
Yo creo que todo lo citado aquí le está empezando a pasar factura a nivel anímico. En el Tour le ví casi hasta desesperado y sin saber que hacer, y así, a la desesperada, no se gana nunca. Aunque en este caso la culpa se la echaría casi por completo al equipo, porque estaba siempre más sólo que la una, y cuando llegaba al sprint final, el pobre Sagan ya se había pegado por lo menos 3 calentones en solitario para llegar arriba, y así, por muy fuerte que seas, no hay quien gane. También su director debería estar más para él en los momentos clave. Está claro que no tiene (por juventud o porque realmente no la tiene) visión táctica, y no sabe como salir solito de ciertos fregados. Y si el corredor no la tiene, su director tiene que suplir esa carencia, tiene que enseñarle a jugar mejor sus cartas. Si los rumores son ciertos, Sagan no tardará en abandonar Cannondale; a lo mejor tiene suerte y recala en otro equipo que le cuide más y con un director que le guie mejor. Seguro que así el gran Sagan resurge. Ojalá.
Parece ser ke la prox temporada correra en el tinkoff