No suele darle el aire de cara a Rui Costa en sus grandes victorias; tampoco es conocido como colaborador excepcional en fugas y momentos decisivos. Así ha sido en las dos victorias anteriores en Suiza, en las que solo asumió cuando el trabajo de su ex compañero Alejandro Valverde acababa. Tampoco se le vio especialmente dadivoso en el Mundial ni en sendas etapas ganadas durante el Tour de Francia de 2013. Pero tampoco es cierto que su manera de correr siempre haya sido antipática; son las victorias más recientes las que le granjean esta fama, y no tanto por cómo las ha ido consiguiendo.
En muchos momentos de su carrera ayudó, como en el Tour de 2012, a conseguir para sus equipos buenas victorias. En otras ocasiones atacó de lejos encontrando premio, algo que ahora no es común en él (atacar antes que nadie asumiendo más riesgos que nadie).
Pero haberse convertido en el récord-man de la Vuelta a Suiza con 3 victorias consecutivas, algo nunca antes alcanzado, por fuerza tiene que hablar más de cosas buenas que de malas. Costa corre buscando sus oportunidades, no falla si las tiene. Y gana. Lo hace en un perfil como el de la vuelta suiza, el cual encaja a la perfección con sus cualidades como ciclista. Sube mejor que muchos y cronea mejor que la gran mayoría. Las grandes vueltas no son lo suyo, pero vueltas con subidas de este tipo se han convertido en una obligación en su calendario. En el caso de Suiza, es fetichismo.
Hoy volvió a acompañar y aprovechar los movimientos de otros equipos, los cuales le beneficiaban pero no le presionaban para aportar un trabajo que nunca entendió como suyo. La etapa comenzó fuerte, sin formarse la escapada en las primeras decenas de kilómetros. Belkin e IAM querían intentarlo, y no consintieron ni una sola fuga que no tuviera corredores suyos, que caminara pero que no se les fuera de tiempo. Querían aprovechar la presencia de peones. Allí se colaron Sep Vanmarcke y Stef Clement por parte de los neerlandeses, y Johan Tschopp en la de los suizos. Con ellos marcharon Kuschynski, Knees, Plaza, Dillier, Boaro, Cardoso y Roy.
En la tercera subida del día, Eischoll, cuando los escapados tenían apenas algo más de un minuto de ventaja, atacaron a trío los lideres de Belkin, Lampre – Merida e IAM Cycling. Tony Martin, meritorio líder hasta hoy, no pudo seguir a Mollema, Costa y Frank y estos hicieron camino hasta encontrarse con sus compañeros. A Martin, sin compañeros, solo le asistían los de Tom Dumoulin, segundo en la general y también descolgado por el trío de cabeza.
Coronando Eischoll los de cabeza rozaban los dos minutos de ventaja, y tras el descenso, en el falso llano ascendente, la estrategia se hacía buena y la diferencia subía hasta más allá de los dos minutos y medio. Martin iba perdiendo el maillot, a pesar de conseguir reducir la distancia por kilómetros, pasándole la presión a un Rui Costa que nunca se vio con ella. IAM y BEL seguían asumiendo todo el trabajo. Costa, agazapado, esperaba.
IAM tiraba y Frank atacaba, pero Costa, con 11 segundos de margen, respondía sin problemas. Tanto que incluso parecía que jugaba con el suizo. Le habían hecho el trabajo de tal manera, que a solo 3 kilómetros de meta el portugués se dedicó a controlar y luego a sentenciar sin aparentes dificultades. Belkin e IAM se movieron bien, hicieron su trabajo hasta las faldas del Saas-Fee, pero luego lo dejaron todo en manos de un Costa que no suele fallar en estas ocasiones. Y menos en Suiza.
EL PORTUGUÉS RUI DA COSTA REAFIRMA DE NUEVO LO QUE VALE EN TIERRAS HELVÉTICAS.
La Vuelta a Suiza, que acaba de celebrar su 78ª edición, prueba trampolín que nos ha de llevar próximamente al Tour de Francia, nos ha dado por tercera vez a un vencedor de índole ya tradicional: el portugués Rui Alberto Faria da Costa, un ciclista que estaba entre los considerados favoritos de la ronda helvética. Ha sabido asestar el golpe oportuno nada menos que en la postrera etapa de alta montaña en detrimento del germano Tony Martin, que llevaba ocupando el puesto de lider desde el primer día. Entre los dos ha andado el juego. Fueron la cara y cruz de la moneda.
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