Ijen 2013, Langkawi y Japón 2014. Esas tres rondas etapas habían sido hasta ahora las últimas disputadas por Mirsamad Pourseyedi (Tabriz Petrochemical), todas con idéntico resultado. Victoria, victoria y victoria para el iraní, que durante meses ha hecho de las subidas asiáticos su particular vergel de exhibiciones. Sin embargo, no ha podido hacer lo mismo en el señalado regreso a casa, donde su veteranísimo Ghader Mizbani le ha comido la tostada para alzarse con su quinta edición del recientemente renombrado Tour of Iran. Una brillante ascensión a Sahand fue la clave para pudiera reeditar su corona en la prueba magna de su país, y de su región.
Mizbani fue el líder del devastador dominio nacional, que copó los cinco primeros lugares de la clasificación general y metieron hasta a ¡13 hombres! en el top-20. Una cifras impresionantes, sobre todo si tenemos en cuenta que solo el 30% de los participantes corrían en casa. Eso sí, los extranjeros al menos pudieron presumir de ser los mejores en el cuerpo a cuerpo de las etapas llanas. Fueron los días más sencillos, sin puertos que permitan dinamitar la carrera a los iraníes, la auténtica piedra de toque de los foráneos, que lograron hacerse con el parcial en las tres jornadas iniciales.
En la speedica salida del núcleo de la cita, la también capital azerbaiyana Tabriz, fue el alemán Fabian Schnaidt (Team Vorarlberg) el hombres más rápido de un grupo que, pese a lo sencillo del perfil, llegó mermado de efectivos como consecuencia de la media superior a los 50 kilómetros por hora con los que se cubrió el recorrido, con los equipos iraníes marcando continuamente la pauta. Al día siguiente, el australiano William Clarke (Drapac Cycling), segundo en la fecha precedente, se redimió de su derrota siendo el más rápido del grupo de 50 unidades que llegó a Aras después de otro día frenético, marcado por las escapadas numerosas y las continuas persecuciones entre grupos. Para este momento, y a pesar de haberse cubierto solo dos etapas planas sin riesgo aparente, solo cuarenta hombres permanecían en teórica disposición de lograr un buen resultado.
El triunfo de Milan Kadlec (ASC Dukla Praha) -posiblemente el único ciclista que ha mirado de tú a tú a los iraníes- el jueves, sin embargo, no siguió el guión de los días anteriores. Un tímida subida en los últimos kilómetros y el final en cuesta fueron suficiente para romper un grupo principal que llegó totalmente desmembrado, con algunos de los principales favoritos dejándose ver por primera vez. Pourseyedi era tercero, seguido de otros hombres importantes como Amir Moazemi (Pishgaman Yazd) o Hossein Askari (Tabriz Shahrdari Ranking), lanzando un mensaje alto y claro de cara a las dos etapas reinas y decisivas.
Dos llegadas en alto, si bien no excesivamente empinadas, si con un longitud respetable para que los torpedos locales estallaran la prueba. Y así fue en ambas ocasiones. Aunque la subida a Meshgin Shahr se antojaba inicialmente como la menos difícil, fue a la postre la que más diferencias provocó. La antológica subida de Rahim Emami (Pishgaman Yazd) fue simplemente devastadora de cara a la clasificación, haciendo llegar a sus rivales como uvas solitarias de un racimo destrozado. Un minuto al cuarto, tres al sexto, cinco al decimocuarto… ¡en un final “unipuerto”! Mizbani y Pourseyedi fueron los únicos que aguantaron el tirón de su compatriota, otorgándoles en ese mismo orden el liderato, ante la incomprensible perdida de nueve minutos sufrida por Emami en el día inaugural.
Quedaba un día realmente serio con un menú claro: Rahim Mehrabani (Pishgaman Yazd) ante el dúo de Tabriz Petrochemical, lo que pese a los intentos de sus compañeros fue una losa demasiado pesada sobre su espalda. Ante unos Mizbani, Emami y Pourseyedi inconmensurables, Mehrabani se tuvo que conformar con llegar en cuarto lugar a la meta de la etapa reina y asegurarse la última plaza del cajón. Mizbani aumentaba un poco más la renta, dejando en bandeja el triunfo de cara al último día, en el que incluso los equipos de los hombres rápidos les ayudarían a hacer el trabajo sucio. A pesar del relativo peligro que tenía el circuito por las calles de Tabriz, el control del fue férreo para llegar a la “volata”, donde Schnaidt cerraba la ronda como la empezaba, venciendo ante Clarke, mientras Mizbani se llevaba por sexta vez el maillot celeste.