De padre psiquiatra y madre anestesista, no podía salir otra cosa que no fuera un pirado. Schiltigheim, una pequeña ciudad del Este de Francia, veía nacer a Thomas Voeckler en 1979. Pero fue en la isla de la Martinica, muy lejos del Viejo Continente, donde se empezó a forjar este bravo ciclista. A los 13 años, su primera bicicleta. Y su primera carrera. Pasaron los años hasta que el Bonjour de su gran valedor en el ciclismo Jean-René Bernaudeau a quien siempre le ha manifestado una admirable lealtad le dio la oportunidad de pasar a profesionales en 2000. Equipo desde el que otros compatriotas bleus como Sylvain Chavanel, Geslin o Joly dieron el salto. Estuvo con el manager francés en los años de Brioches La Boulangère y Bouygues, y ahora continúa en Europcar, donde tras 11 años de profesional está demostrándose más fuerte que nunca. En el que es posiblemente el mejor año de su carrera profesional y ya lleva unos cuantos, “Titi” no hace más que seguir dando mucho que hablar, sus ataques a lo loco, sus miradas a la cámara, y en general todos los artificios y teatros que siempre le acompañan. Estamos ante el verdadero, único e inigualable AetT. Capaz de ganar en fugas, capaz de hacerlo en sprints reducidos, o en finales más escarpados, será un ciclista que cuando no lo tengamos siempre nos estaremos acordando de él.
Al margen del espectáculo que derrocha allá donde va (es posible que lleve más ataques que etapas disputadas), lleva ya 8 victorias en lo que va de temporada. Además, imagino no ser el único que estará esperando aún la que va a ganar en el Tour, porque conociéndole, no veo posible otra cosa que no sea intentarlo día tras día hasta levantar los brazos en la ronda gala. ¿Y por qué no el 14 de julio?. En el Tourmalet tras haber vuelto a conseguir el maillot tricoleur.
Ganó escapado la primera etapa del Tour del Mediterráneo, se llevó la general de un bonito y entretenido Tour du Haut Var, aprovechó de nuevo otra fuga y la ayuda de De Gendt para ganar en París Niza, y repetir pocos días después en solitario en la localidad de Niza. A los pocos días se llevó la victoria del Cholet Pays de la Loire, en un sprint masivo. Un mes más tarde volvió a levantar los brazos, esta vez ante la atenta mirada de Scarponi en el Giro del Trentino, para terminar arrasando en la 4º etapa de los 4 días de Dunkerque. De todos los colores.
En fuga o llegando al sprint. Llana, media montaña, o incluso con grandes rampas. Lo único que tienen todas en común, es que en ellas siempre ha demostrado lo buen ciclista que es. Atacando. Dando espectáculo. Siendo él: Thomas Voeckler.
Me pregunto qué sería del ciclismo sin él. Mejor aún, qué seríamos nosotros sin él. Titi: simplement Titi.
me parece que os olvidais de la temporada en los adoquines que hizo, atacando, fugado y estando delante en todo momento en Gante-Wevelgem y mostrandose con los mejores y estando delante cada vez que se subia un muro en la Ronde, este tio es un crack. En mi opinion, desde la retirada de Bettini, Voeckler se ha convertido en el ciclistamas espectacular, carismatico y emblematico del peloton.
“De padre psiquiatra y madre anestesista, no podía salir otra cosa que no fuera un pirado”
Grande… no podía parar de reir… ¿Para cuando una sección de pirados juntos los hídolos?
¡Estamos en ello, Mario!