Decir que la tradición ciclista rumana es nula no es alejarse excesivamente de la verdad. Nunca ha habido ni carreras, ni equipos ni ciclistas con proyección internacional, como tampoco un soporte económico a nivel nacional o incluso local para favorecer su desarrollo. Allí, dedicarse a esto de las dos ruedas es elegir la clandestinidad, sumirse en oscuro pozo de desinterés y falta de apoyos en el que solo la pasión permite seguir pedaleando. Llegar al profesionalismo desde un país así tiene aun más mérito que desde nuestra posición y solo se consigue a base de demostrar la valía cada día.

Y en el caso de Eduard Grosu (Vini Fantini – Nippo), también de jugársela. Liar el petate apenas cumplida la mayoría de edad e irse a Italia a intentar hacerse un hueco no es algo a lo que todos se atreverían, y en lo que además muy pocos tienen éxito. Pero la determinación del ciclista de Zărnești no solo lo logró, sino que en su primer año y con apenas 21 años recién cumplidos está poniendo las bases de un futuro largo y prometedor. Si a principios de meses se llevaba dos etapas en una de las prestigiosas carreras UCI destinadas a sub23 (Carpathian Couriers) y posteriormente se metía en el top-10 de la Szlakiem Grodów Piastowskich, este sábado ha dado un vuelta de tuerca más a su proyección consiguiendo su primer triunfo estrictamente profesional en Estonia.

Y lo ha hecho usando las armas de quien debería ser su espejo en el equipo italo-japonés, por experiencia, calidad y condiciones compartidas: Grega Bole. La ausencia del esloveno y la caída de Pier Paolo De Negri en la preparación del sprint le dieron la capitanía del equipo en uno de los escenarios más visibles que se les presentan a lo largo del año. Y no falló.

Después de un día plácido en el pelotón -salvo para los hombres de Active Jet y Synergy Baku Cycling Project, obligados a trabajar durante todo el día tras no entrar en la fuga de ocho ciclistas que monopolizó las bonificaciones y los pasos de montaña con Andris Smirnovs (Rietumu – Delfin) y Riccardo Stacchiotti (Vini Fantini – Nippo)-, los ciclistas llegaron a Tartu con las fuerzas y la ambición intactas. El caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de una batalla brutal que dejó varios mártires por el camino al triunfo del rumano. El peor parado de ellos fue el alemán Daniel Klemme (Synergy Baku Cycling Project), que a poco más de un cincuenta de metros sufría un caída brutal que no solo le costaba el abandono, sino una fractura de espalda según las informaciones de su propio equipo. Una imagen impactante de la que por suerte para Grosu fue ajeno. Por el otro costado de la carretera, tomó a la perfección la estela del conjunto Rietumu y superó con solvencia a Emils Liepins para lograr su primer triunfo en un escenario de ese calibre y el liderato de este segundo Tour of Estonia.

Klemme

Daniel Klemme tuvo que ser trasladado en ambulancia tras su brutal caída. Foto © Ardo Säks

Un gran paso de cara a la carrera, pero no definitivo ante el día de hoy. Una jornada corta por las calles de Tartu que, no obstante, guardaba sorpresa en forma de un cota corta, pero exigente y a la que se debía subir hasta en doce ocasiones. Un día peligroso que los lideres encararon con inteligencia, pero que posteriormente vieron como se les complicó hasta tal punto que puso en serias dificultades la defensa del liderato.

De inicio se formaba una escapada de diez ciclistas en la que Grosu incrustó a De Negri tanto como de secante como de posible baza en el caso de que hicieran camino. De nuevo, quienes pagaron el pato fueron los hombres de David McQuaid, quienes tenían que intentar controlar a la decena de escapados con solo cuatro ciclistas, logrando a base de quemar todas sus opciones de cara al final. Encarada la novena vuelta, se producía la neutralización definitiva a la que respondían Gert Jõeäär (Selección de Estonia) y Adrian Kurek (CCC Polsat – Polkowice), dos hombres de contrastada calidad, más contrastada si cabe en una cita de este nivel, que estuvieron a punto de acabar con el sueño del joven rumano.

Una colaboración perfecta entre ambos les permitió tomar una renta que llegó a superar el minuto y ante la que el pelotón encabezado por Vini Fantini-Nippo se veía incapaz de contrarrestar. Eran más, pero peores. Por delante circulaban dos de los grandes capos de la prueba y por detrás los gregarios no eran capaces de echarles abajo. Solo el impulso de otras escuadras en los últimos kilómetros acabó por hacer ceder el peso del pelotón, que se acercó pero no cazó. Kurek conseguía hacerse con el parcial por apenas centímetros ante Grosu, quien volvió a ser el más rápido en el grupo e incluso llegó a superar a Jõeäär en el último golpe de riñón. La bonificación tomada in extremis salvaba al rumano, inundado en alegría ante su primer triunfo de prestigio internacional.

Eduard Grosu

Grosu ha puesto en el mapa al ciclismo rumano con apenas 21 años. Foto © Tarmo Haud