La fiesta del Monte Zoncolan no fue tal. Cumbre tan joven como mítica, no registró ataques entre favoritos ni cambios drásticos en la clasificación general. Un ciclismo más humano se rindió a la terrible última semana del Giro de Italia y claudicó en el ‘infierno’ de los Alpes cárnicos. La victoria fue para la fuga del día. Michael Rogers impuso sus condiciones de fondista y veteranía para ganar en solitario por delante de Franco Pellizotti y Francesco Bongiorno. El australiano se repartió el protagonismo con uno de los muchos aficionados que se apelotonaron en la subida final, un descerebrado que condicionó el desenlace de la etapa con un empujón que perjudicó a Bongiorno en pleno esfuerzo.

El campeón del mundo de los tontos empañó la ascensión al Zoncolan. Campeón del mundo porque vestía el maillot arcoíris. Tonto porque desequilibró a Bongiorno con un gesto innecesario. Obligado a poner el pie a tierra cuando iba en cabeza, el ciclista italiano perdió la rueda de Rogers y se despidió del triunfo. Un hecho lamentable que nunca debió supeditar el desarrollo de la carrera. Un suceso que cuestiona las inexistentes medidas de seguridad del Giro y advierte del peligro real de los frikis.

Un descerebrado dejó a Bongiorno sin opciones al triunfo. Foto: @Movistar_Team

Un descerebrado dejó a Bongiorno sin opciones al triunfo. Foto: @Movistar_Team

La condena, para el anónimo aficionado. La gloria, para Rogers. Llegó al Giro de rebote (tras los problemas de su compañero Edward Beltrán con el visado) y sin triunfos en una gran vuelta. Ya tiene dos, el que logró en Savona, con un ataque en el descenso, y el conseguido en el Monte Zoncolan, con un ritmo sostenido en el puerto más duro de Europa. Fue la segunda victoria para su equipo y la cuarta para su país, Australia, que cerró con el triunfo de Rogers un gran Giro, el Giro de Colombia.

Nairo Quintana y Rigoberto Urán lo ratificaron en el ‘infierno’ del Zoncolan. Fueron los dos mejores de entre los favoritos. Llegaron de la mano en una subida sin ataques, marcada por el fuerte ritmo que impusieron Andrey Amador, Igor Antón y Wouter Poels. El sprint del costarricense antes de encarar lo más duro cabreó a Quintana, que le pidió calma; Antón recuperó las sensaciones que demostró cuando ganó en la subida al Zoncolan de 2011 y seleccionó el grupo de favoritos. Poels tomó el relevo y solo se llevó con él a Urán y Quintana.

La esperada batalla por el podio se acabó en el Grappa, no en el Zoncolan. Ni Domenico Pozzovio, ni Pierre Rolland, ni Rafal Majka. Los tres llegaron justos de fuerzas y no cuestionaron el sitio de Fabio Aru en el cajón. Peor les fue a Wilco Kelderman, Cadel Evans y Ryder Hesjedal, que confirmaron su cuesta abajo en los últimos días de Giro. El único valiente del Top-10 que se movió fue el croata Robert Kiserlovski. Con más corazón que cabeza, o piernas. Su ataque quedó en el olvido. La etapa estaba en la escapada.

Rogers, quinto ganador en la meta del Monte Zoncolan. Foto © gazzetta.it

Rogers, quinto ganador en la meta del Monte Zoncolan. Foto © gazzetta.it

Una fuga de 19 corredores se formó pronto y abrió hueco con el pelotón. Destacaba la presencia de Rogers y Pellizotti, dos de los que más lejos llegaron, Dario Cataldo, que se metió en todas las luchas de la última semana, Nicolas Roche y Simon Geschke, entre otros. Más tarde se unieron Robinson Chalapud, protagonista en el nevado Gavia, y Tim Wellens, otro que estuvo muy presente en carrera. La escapada caminó en orden y con el consentimiento del pelotón, que solo aceleró en el Sella Razzo.

El final de la historia ya es de sobra conocido. Las duras rampas del Zoncolan seleccionaron el grupo de cabeza sin necesidad de ataques. Bongiorno y Rogers se quedaron solos, unos cuantos metros por delante de Pellizotti, que se resistía a perderlos de vista. El triunfo parecía cosa de dos hasta que un descerebrado quiso entrar en carrera. Su empujón dejó a Bongiorno sin opciones al triunfo. La afición forma parte del ciclismo, pero no así. Se anima, pero no se toca. Bochorno en el Zoncolan.