Etapa de domingo de mayo. Giro de Italia. Las expectativas, a pesar de subir solo tres puertos de 4ª, 3ª y 2ª, el último, siempre son altas. Con una primera parte llana, la aproximación de la 9ª etapa de la Corsa Rosa sirvió para que se peleara la fuga hasta pasado el kilómetro 50. Se fueron 14 corredores; Berard, Barbin, Bandiera, Rodríguez, Tanner, Gatto, Duque, Bono, Monsalve, Van der Sande, Puccio, Vorganov, Weening y Malacarne cultivaron una ventaja que durante unas decenas de metros superó los 8 minutos.
Con tantos favoritos en tan poco tiempo pero con un líder destacado sobre todos ellos, que el grupo subiera el ritmo dejaba lugar a la esperanza, algo que también tuvimos ayer pero que, como hoy, no sirvió para mucho. La larga y tendida subida a Sant’Antonio, la primera dificultad del día, hizo perder casi la mitad de su renta a los 14, que rodaban coordinados. Nadie atacaba, todos esperaban. Pero la bajada de Sant’Antonio a Rocchetta Sandri calmó al pelotón.
Los fugados, que vieron solo un ataque de David Tanner allí, conservaban la misma renta sobre un grupo en el que tiraba casi siempre BMC y, a veces, OPQS o TCS. Tras el descenso de Rocchetta Sandri, más un intento de emboscada que un 4ª, el grupo dio por perdida una etapa. Y es que Pieter Weening y Davide Malacarne iban aumentando su ventaja sobre el pelotón tras juntarse en cabeza.
Lo hicieron tras un ataque de listo del neerlandés, aprovechando el lado de una rotonda no elegido por sus compañeros de fuga, y otro de fuerza de Malacarne, que no vio el demarraje de Weening pero sí sabía que estaba a su altura en piernas. Juntos hicieron camino sobre sus compañeros y mantuvieron la renta sobre el grupo hasta que este quiso.
Rompieron la sintonía los Ag2r – La Mondiale, los más ofensivos y beneficiados de esta tranquila jornada del Giro, tras un ataque de Alexis Vuillermoz. El ex biker escribió el prólogo y su jefe de filas, Domenico Pozzovivo, el resto. El italiano, con ganas de remontar puestos en la clasificación general, se fue en la parte más dura de la subida a Sestola. Porque la había, la suficiente para que se intentara con más ambición.
Pero el único que la tuvo fue el de Policoro, que llegó hasta casi los 30 segundos de renta en la parte que mejor le venía. Mientras intentaba mantenerla en la que peor se le ajustaba, ya en los últimos tres kilómetros, Weening y Malacarne sabían que se lo jugarían. Surplace a surplace, como si esto fuera la pista, el neerlandés aprovechó su potencia y posición, siempre tras el italiano tras pasar la pancarta de último kilómetro, y le rebasó a apenas 100 metros de la llegada para sumar su segunda victoria en la Corsa Rosa.
Pozzovivo entró tercero, sumando bonificación y encontrándose con 30 segundos de ventaja al final sobre el grupo de Evans, Ulissi, Urán, Majka o un irreconocible Quintana, todavía defensivo en un Giro al que le queda una crono plana por delante y dos jornadas de montaña menos.
Yo pienso que si Quintana aún no ha atacado es porque no va nada fino. O eso o es que Unzué tiene línea directa con su pinganillo.
OTRA ETAPA DE TRANSICIÖN EN EL GIRO. POCOS CAMBIOS EN LA CLASIFICACIÓN.
Quizá dando paso a nuestra franqueza diríamos que esperábamos más de esta novena etapa del Giro de Italia, cuyos últimos compases finalizaban en la cima del Puerto del Lupo, ubicado en las cercanías de la localidad de Sestole, lugar turístico para la práctica de los deportes de invierno. La caravana multicolor ciclista en un sentido amplio de la palabra se tomó casi otro día de asueto, siendo tan sólo protagonistas corredores pertenecientes al escalafón del segundo plano. El holandés Pieter Weening pudo imponerse en la misma línea de meta a su compañero de escapada, el italiano Davide Malacarne, que fueron la nota preponderante de la jornada. Mientras, la clasificación general se mantiene bajo el dominio del australiano Cadel Evans, que estuvo pronto atento a cualquier ataque.