Sin Greipel o Cavendish, ni Modolo, Sagan, Kristoff o su compañero Degenkolb, entre muchos otros, todas las miradas en las volatas del presente Giro estaban puestas sobre Marcel Kittel (Giant – Shimano), para algunos ya considerado como el mejor velocista de la actualidad. Y desde luego, con arrancadas como las hoy no hace otra cosa sino reafirmar el convencimiento de sus seguidores. A pesar de encontrarse con una llegada sinuosa en las al fin pacíficas calles de Belfast que jugó en contra del trabajo de colocación de sus compañeros, tras la curva final supo recomponerse para efectuar una tremenda remontada en la que no encontró rival ni siquiera en las piernas de un Nacer Bouhanni (FDJ.fr), que por un momento se vio alzando los brazos y acabó llegando a dos bicicletas de distancia del poderoso alemán.

Un triunfo brutal que salva la Corsa Rosa para los de Spekenbrink a las primeras de cambio, pero que les va a ayudar poco de cara a las próximas etapas, en las que a buen seguro se reproducirá el aislamiento al que ha sido sometido Giant-Shimano en la persecución de los fugados. Aunque la caminata de Andrea Fedi (Neri Sottoli), Jeffrey Romero (Colombia), Sander Armee (Lotto – Belisol) y el ahora circunstancial líder de la montaña Maarten Tjallingii (Belkin Pro Cycling) tampoco suponía un gran riesgo y fue atada en corto en todo momento, los neerlandeses solo recibieron la ayuda de los líderes de la carrera, Orica-GreenEdge, hasta los diez últimos kilómetros, momento del verdadero pistoletazo de salida de la carrera, tras cinco horas sobre la bici y bajo la lluvia tan penosas y fatigadas como aburridas e irrelevantes para el desarrollo de la carrera.

Fue entonces cuando Cannondale aparecía al rescate de un pelotón que, sumido en el duermevela tras la retirada de los gregarios de Kittel unos minutos antes a la sala de recuperación, mantenía fija por encima del minuto su desventaja con el cuarteto, centrado ya en dar un último arreón que vino a manos de Tjallingii, con diferencia el más fuerte entre ellos. No obstante, la preparación del sprint estaba ya madurada y solo la adrenalina del ataque permitió al vegetariano de Ljouwert llegar hasta los últimos cuatro kilómetros, momento en el que los hombres de Elia Viviani, quemados antes de tiempo, se vieron fulminantemente rebasados por los primeros efectivos de Trek Factory Racing al mismo tiempo que varias escuadras esperaban agazapadas pacientemente su momento para dar la estocada definitiva a los italianos.

El equipo de Kim Andersen, repleto de juventud y explosividad, también fue como la gaseosa y acabó desapareciendo por el empuje de planteles más experimentados en estas lides, como Sky o FDJ.fr pero, sobre todo, los dos conjuntos que habían estado encabezando el pelotón durante todo el día. A pesar del desgaste acumulado, los ciclistas de Giant-Shimano y Orica-GreenEdge dejaron en evidencia a todos sus rivales, sobre todo unos australianos que fueron capaces de imponerse en el duelo de trenos del último kilómetro, previa a la cacareado ángulo de izquierdas a apenas 300 metros de la llegada.

Así, Mitchell Docker y Michael Matthews se encontraban con una situación ideal para sus intereses, entrando ambos primeros en la corta línea de meta. Sin embargo, el segundo no entró tan bien en la curva, perdiendo la estela y haciendo dudar a su gregario, que miró hacia atrás y paró en vez de iniciar una marcha frenética. Unos segundos de indecisión que no tuvo Kittel, que una vez enderezó su bicicleta comenzó una progresión tremenda que le situaba en la primera posición con más de cien metros por delante que solo sirvieron para que aumentara su renta con insultante facilidad ante Bouhanni, que como todos los demás no pudieron ni siquiera competir.

Kittel gana en Belfast

La victoria de Kittel, totalmente incontestable

El teutón lograba la quinta victoria del año, pero sobre todo, entraba en el cada vez menos selecto grupo de ciclistas ganadores de etapa en las tres grandes vueltas, convirtiéndose así en el miembro número 84. Por otra parte, el mal sabor de Matthews por su pésimo sprint fue compensado con creces con la maglia rosa con la que ha conseguido vestirse hoy, gracias a los tres segundos que los más rápidos han conseguido picar al grupo, arrebatándosela a su compañero, Svein Tuft.

Mañana, última jornada en suelo irlandés, en este caso católico. La caravana cruza la frontera y viaja camino de Dublín, donde se espera un menú idéntico al de hoy con agua, fuga consentida y sprint, veremos si en esta ocasión disputado.