Nos dejó hace diez años. Su trágica muerte fue un mazazo para todos. Marco Pantani (Cesena, 1970 – Rímini, 2004) vivió al límite. Era el todo o nada. Fino escalador y atacante nato, se forjó un nombre con actuaciones prodigiosas. ‘El Pirata’ irrumpió en un ciclismo bajo el yugo de Miguel Indurain y su progresión chocó con el florecimiento de Jan Ullrich, dos grandes contrarrelojistas. Eran (y son) dos maneras de entender la carrera. El agresivo estilo de Pantani se ganó la simpatía de los tifosi y el respeto de sus rivales.

Su carrera no se dilató en el tiempo. Aguantó solo cinco temporadas (por un total de doce) al máximo nivel. Suficiente para dejar una huella imborrable. La explosión de Pantani coincidió con la primera gran derrota de Indurain, en el Giro de 1994. Veinte años después y tras diez de su fallecimiento, la Corsa Rosa le rinde homenaje (uno más). La carrera pasará en la octava etapa por el Cippo di Carpegna (en los Apeninos, su lugar de entrenamiento) y recordará sus triunfos en Oropa (14ª etapa) y Montecampione (15ª etapa). Aquí rememoramos algunas de sus gestas. Pantani es eterno.

Pantani

‘El Pirata’ voló hacia el Giro de 1998 en Montecampione. Foto: A. Trovatti

5 de junio de 1994. 15ª etapa. Merano – Aprica (188 km)

Un día después de su primera victoria en el Giro (ganó entre Lienz y Merano), ‘El Pirata’ reventó el tappone dolomítico de aquella edición. Tras una contenida ascensión al Stelvio, el pelotón encaró el temido Mortirolo. En sus duras rampas demarró Pantani. Berzin, portador de la maglia rosa y a la postre ganador de la carrera, fue el único capaz de seguirle. El ruso se cebó y lo acabó pagando (llegó a más de cuatro minutos en la meta). ‘El Pirata’ coronó el Mortirolo en solitario, pero tras el descenso esperó a Indurain y Nelson ‘Cacaíto’ Rodríguez.

Tras un primer paso por la meta de Aprica, Pantani vivió en primera persona la pájara del campeón español en el Valico di Santa Cristina y se fue en solitario a por la etapa. “Creía que Indurain podía ser el mejor compañero de viaje, pero no lo he visto bien, me ha desilusionado”, comentó el italiano. De la sexta plaza en la general dio el salto hasta el segundo lugar, que mantuvo hasta el final en Milán. Fue el nacimiento de una estrella.

Merano-Aprica

4 de junio de 1998. 19ª etapa. Cavalese – Plan di Montecampione (243 km)

Vestido con la maglia rosa tras su exhibición camino de Selva di Val Gardena (con un ataque en la Marmolada), Pantani dio un paso de gigante para ganar su primer Giro con el final en Plan di Montecampione. Solo 27 segundos por delante de Pavel Tonkov en la general y con una contrarreloj de 34 kilómetros en la penúltima etapa, ‘El Pirata’ necesitaba un margen superior al minuto.

Encendido, demarró en las primeras rampas de Montecampione y se llevó a Tonkov a rueda. El ruso aguantó hasta los últimos tres kilómetros de la subida. En lo más duro, Pantani olió la sangre y aceleró. Se fue en solitario y ganó 57 segundos en meta. Crecido, en la crono batió a sus máximos rivales y sentenció su primer triunfo en el Giro. Dos meses después, el 2 de agosto, se coronó con su victoria en el Tour de Francia. Fue el último ciclista capaz de lograr el doblete Giro – Tour.

Cavalese-Plan di Montecampione

30 de mayo de 1999. 15ª etapa. Racconigi – Santuario di Oropa (145 km)

Fue el triunfo más bello y épico de Pantani. La canonización de ‘El Pirata’. Líder de la general e indiscutible favorito a la victoria final, sufrió una avería a 8 kilómetros de meta en plena subida a Oropa. Sus gregarios tardaron en reaccionar. Cuando se dieron cuenta, Pantani ya perdía 30 segundos respecto al grupo de cabeza. Simone Borgheresi, Massimo Podenzana, Marco Velo y Enrico Zaina esperaron y lanzaron la subida. ‘El Pirata’, superado por la situación, les pedía calma, parecía fatigado.

Por delante, Laurent Jalabert se fue en solitario. “Por un momento pensé que podía ganar, pero vi a Pantani pasar como un tiro y tuve que apartarme para que no me pisara”, reconoció el francés. ‘El Pirata’ había superado a todos. Grupo tras grupo, se enganchaba, tomaba aire y atacaba. Dejó atrás a cada uno de sus rivales y llegó a meta en solitario. Ni lo celebró. “No sabía si había entrado alguien delante, no quería hacer el ridículo levantando los brazos”, confesó con una sonrisa.

La victoria en Oropa fue un golpe de autoridad. Aquel era su Giro. Lo ratificó con nuevas exhibiciones en Alpe di Pampeago y Madonna di Campiglio. El desenlace es de sobra conocido. Un control en la mañana previa al tappone reveló su alto e irregular índice de hematocrito. Fue expulsado de la carrera. Jamás volvió a brillar en la Corsa Rosa.

Racconigi-Oropa