Uno de los puntos más dramáticos del ciclismo profesional es la capacidad que posee para engullir talento y engordar así su ya dilatado lustre de eternas promesas. Su gusto por devorar ilusiones y sueños se impone además con total eficacia en aquellos que su debilidad mental les hizo pensar alguna vez que el paso al estrellato era cuestión de tiempo. Nada más lejos de la realidad. Es el caso de Simon Spilak (Tropovci, 1986), el corredor esloveno disfrutó consumando un más que honorable palmarés en su etapa junior y sub-23 que le sirvieron para catapultar su carrera al nivel profesional. Su nombre resonaba en el norte de Italia y en los Balcanes como el de una prometedora promesa y no tardaría en dar el salto de la mano del conjunto Adria Mobil de su país contando tan solo 19 años.
Ganador indiscutible en sus primeras actuaciones con los grandes, llamó la atención en el país vecino y en 2008 pasaría a formar parte del conjunto Lampre tras aceptar la propuesta de su mandamás Giuseppe Saronni, que vio en él a un potencial ganador del Giro d´Italia bajo su guía. Las coordenadas fijadas, en cambio, no le darían la razón. La decisión inmediata de marcar las grandes vueltas como desarrollo de sus aptitudes no fue la mejor decisión para su joven pupilo. En el primer año ayudaría a Marzio Bruseghin a pisar el podio en Milán, a lo que sumaría un sorprendente 9º puesto en el Tour de Flandes. “Siempre me han gustado las clásicas con dureza, pero después de conocer el Infierno del Norte me propuse que mis brazos no volverían a pasar por esa tortura”, delimitando toda posibilidad en las colinas adoquinadas prefiriendo otro tipo de perfiles; “Paris – Niza me hizo conocerme a mi mísmo aquella temporada, ese tipo de carreras de una semana con una crono final me gustó bastante”.
Así él mismo fue forjando su camino inclinando su carrera a terrenos más adaptados a sus condiciones. “Los 3 años siguientes en Lampre corrí dos Tours de Francia y otro Giro d´Italia pero fui incapaz de progresar. Llegaba el inicio de la tercera semana y mis piernas decían literalmente basta”. En cambio y, curiosamente, su rendimiento durante el camino de preparación previo para las grandes vueltas albergaban esperanzas en los peores momentos. “Era el primero que esperaba estar a la altura de lo que se esperaba de mí, pero en 2010 pude ganar Romandía y todo cambió”. Allí, en la etapa con final en el Valle d´Abondance, por fin apareció un destello de su pronosticada brillantez.
Se haría con la victoria de etapa por delante de Peter Sagan y Philippe Gilbert, posteriormente sería proclamadao ganador final tras la eliminación por sanción de Alejandro Valverde. Había nacido su idilio con la ronda helvética pero su lugar en la categoría estaba aún en entredicho. Pero apareció Katusha. A finales de 2011 la escuadra rusa asumía una profunda crisis en lo que a resultados en grandes vueltas se refiere. Un grave déficit con respecto a sus rivales directos con los que era imposible disputar cara a cara con un plantel corto con el que afrontar con garantías un calendario que sobrecargaba a sus figuras hipotecando los resultados en Tour, Giro o Vuelta.
Las bajas por bajo rendiminiento de hombres como Danilo Di Luca o Filippo Pozzato dieron espacio a caras no tan conocidas pero con afán de brega, entre ellos Simon Spilak. “La negociación fue muy rápida, nos entendimos enseguida, me propusieron ocupar un papel protagonista en carreras de una semana obviando por completo las de tres y las clásicas, para las cuales ya tenían a Joaquim Rodríguez, Denis Menchov o Dani Moreno. Ese era el plan y me sentí totalmente liberado”.
Desde entonces su rendimiento fue creciendo año a año apareciendo regularmente entre los diez primeros de la clasificación general. “Ahora mi estado de forma se mantiene óptimo desde el inicio de temporada hasta quizás el Tour de Suiza, unos cuatro meses para después descansar y volver” reconociendo así mismo que no pasa por su cabeza a medio plazo un cambio en su planificación para una grande. “Katusha no me lo exige y yo estoy contento así, saco los resultados y todos contentos”.
Para finalizar e inmerso en el Tour de Romandia, asiente que mantiene una deuda consigo mismo en la carrera suiza.”Con un prólogo, una crono como última etapa, con días de gran desnivel en medio, frío y seis días de competición, no puedo pedir más, es la carrera que más deseo ganar”.
Remarcando su ambición de cara a lograr el objetivo. “El año pasado gané en Diablarets por delante de Chris Froome pero no estaba del todo contento. Antes de empezar la etapa él me distanciaba en la general en 47″, pero al final de la misma no conseguí quitarle nada”, para terminar convencido que este año puede ser diferente, “quiero tener la sensación de haber ganado ocupando el primer puesto en el cajón final de Neuchatel.”
Gran perfil sobre Špilak en momento muy oportuno. Ojalá sea el Tour de Romandía la vuelta de su confirmación final. El año pasado hizo una gran temporada, pero esta no ha terminado de carburar, a pesar de buen puestómetro. Y a pesar de lo que él diga, creo que en algún momento cercano debería volver a probar en una grande, a ver si en su madurez se le dan mejor.
No está en la selección de corredores para el Tour? Hace poco Ekimov dijo que sería uno de los líderes del Katusha para el Tour.
La decisión de Ekimov ha sido hace escasos días, en la planificación inicial no constaba una gran vuelta para Spilak salvo cambio de última hora como así ha sido. Tras ganar la etapa en Aigle (Romandía) ha declarado que su intención es la de luchar por una etapa en el Tour de Francia. Lo que parece obvio es que el corredor se debe a quien le firma los contratos y su función al final es amoldarse a las circunstancias del equipo. Su opinión, en cambio, es totalmente contraria.