Año tras año, cada Primavera tenía dos nombres propios. Tom Boonen y Fabian Cancellara. Dos leyendas de los adoquines que desde que en 2005 el belga se alzase con su primer Monumento han conseguido 13 de las 20 victorias en De Ronde van Vlaanderen y Paris – Roubaix -sin contar las dos de Stijn Devolder- y se han convertido en los dos únicos ciclistas capaces de lograr dos veces el ansiado doblete de los adoquines. Un gran duelo que muy pocas veces ha sido tal; caídas, lesiones, depresiones o infortunios nos han privado de repetir jornadas como la que libraron en 2010 en De Ronde, donde con sus banderas en el pecho dieron al Muur la mejor despedida posible en una carrera que quedará grabada en la memoria colectiva.

Pero una de las conclusiones que nos ha dejado esta temporada de adoquines es que en cuanto a dominadores absolutos de la especialidad, los días de Tom Boonen y Fabian Cancellara llegan a su fin. No quiere decir esto que no vuelvan a ganar, ni mucho menos, pero durante estas semanas ha quedado claro que poco a poco va llegando un cambio generacional con la irrupción de una nueva generación de corredores, una nueva generación que probablemente impida a otros nombres importantes coetáneos de dos de los más grandes en la historia de estas clásicas como Thor Hushovd o Sylvain Chavanel retirarse con el Monumento que merecen.

Porque si hay una cosa saludable es siempre la entrada de aire fresco que en este caso simbolizan a la perfección tres hombres nacidos en el ’88, ’89, ’90 y ’91. El primero de ellos es el de Sep Vanmarcke, probablemente la gran confirmación de esta temporada, que tras su sorpresa del año pasado en Paris-Roubaix ha corroborado su potencial brillando en los dos Monumentos, y por más que todavía tenga cosas a mejorar en cuanto a lectura de carrera ha dejado claro que está aquí para quedarse, algo similar al caso de John Degenkolb, a quien nunca más nadie tildará de sprinter puro -bueno, puede que Paco Grande sí- tras lo mostrado en De Ronde van Vlaanderen y Paris-Roubaix después de su victoria en Gent-Wevelgem; no sólo tiene condiciones físicas, especialmente para la carrera francesa, sino que también está mentalmente preparado.

Por su parte, Peter Sagan, ya hace años que se ha convertido en un referente de los adoquines, y a pesar de que siga sin haber ganado un Monumento la sensación es que año tras año sigue creciendo como demostró llevándose el E3 Prijs Vlaanderen; cierto que decepcionó en De Ronde, pero su redención la semana siguiente camino del Velódromo de Roubaix cuando menos se le esperaba es de las que hacen grandes a los corredores. Y por último Arnaud Démare, de quien antes de comenzar la temporada de piedras hablábamos como una de las nuevas caras de los adoquines, y con razón, pues durante estas semanas no ha hecho sino crecer.

Vanmarcke, un sólido valor en primavera. Foto © Belkin Pro Cycling

Vanmarcke, un sólido valor en primavera. Foto © Belkin Pro Cycling

Aunque estos tres no son los únicos jóvenes que llegan con fuerza, ya que a ellos deben sumárseles los nombres de Taylor Phinney (’90), Tony Gallopin (’88) u otros que poco a poco irán llegando como Bob Jungels (’92), Jasper Stuyven (’92), Dylan van Baarle (’92), Rick Zabel (’93) o Florian Sénéchal (’93).

Todo ellos son hombres que el día de mañana aspiran a ser grandes campeones de los adoquines, pero que al contrario de lo que les ocurriese a Tom Boonen y Fabian Cancellara se encontrarán con un gran escollo, la generación intermedia que les separa con ellos que también este año ha dado un paso adelante. Encabezados por el ganador en Roubaix, Niki Terpstra (’84), y el segundo clasificado en Oudenaarde, Greg Van Avermaet (’85), no son pocos los hombres a punto de llegar a la treintena que también aspiran a convertirse en piezas importantes de las carreras como en el caso de Alexander Kristoff (’87), que tras hacerse con la Classicissima dejó boquiabierto a más de uno en su persecución suicida tras el Paterberg, Zdenek Stybar (’85), quien a pesar de tener en De Ronde su sueño parece que se amolda mucho mejor a Paris-Roubaix, un Lars Boom (’85) que no acaba de explotar o el tridente del Team Sky que forman Geraint Thomas (’86), Edvald Boasson Hagen (’87) e Ian Stannard (’87).