Han pasado la friolera de doce años desde la última edición pasada por agua y barro del Infierno del Norte. Por este mismo motivo, desde el 2003 la Paris-Roubaix es menos infierno. La dureza de la carrera viene marcada fundamentalmente por los tramos de pavé, por las condiciones especiales del adoquinado del norte de Francia, más exigente para la práctica del ciclismo que el pavé que nos podemos encontrar en Bélgica. El ritmo de carrera puede ser otro atenuante de la dureza de la prueba. Pero hay un tercer factor a considerar, las condiciones meteorológicas, algo muy a tener en cuenta al situarnos en Centroeuropa y al hacerlo en las primeras semanas de primavera.
Históricamente Países Bajos, Bélgica y el norte de Francia son regiones que sufren las inclemencias del invierno centroeropeo, y lo hacen generalmente en condiciones de frío, viento, lluvia y nieve. En este emplazamiento geográfico, el invierno da paso a una primavera siempre imprevisible, en la cual se puede disfrutar de temperaturas que pueden variar drásticamente de un día para otro, pasar de lluvia y viento a varios días secos y con temperaturas en torno a los 20 ºC. Pero, por lo general, si nos centramos en el norte de Francia, donde tiene lugar la Paris-Roubaix, hablamos de una región caracterizada por ser de las más húmedas del país y de las que mayor volumen de precipitaciones acumulan. Y esto último, también era una máxima en primavera, intercalándose los días de sol y de lluvia sin orden alguno.
Los adoquines de la Paris-Roubaix son resbaladizos de por sí, incluso en clima seco. Los años de uso, con el paso de automóviles y tractores sobre ellos, los han pulido hasta darles esa superficie característica que, combinada con la lluvia, requiere de un equilibrio y dominio excepcional de la bicicleta para no dar con tus huesos en el suelo.
El hecho es que, el año 2002 fue el último en el que la Paris-Roubaix hizo honor al apodo de El Infierno del Norte, disputándose con lluvia y con el agravante del barro formado por las precipitaciones y la tierra de los tramos de adoquín. En esa edición, el vencedor fue el mítico Johan Museeuw, secundado en el podio por Steffen Wesemann y dejando el tercer cajón para un jovencísimo Tom Boonen corriendo para US Postal. Cuando se dan estas húmedas condiciones, la carrera cobra una dureza mucho mayor, las caídas se multiplican y superar los tramos de pavé sin percances es una proeza. Paris-Roubaix y lluvia son sinónimo de tipos muy duros, de ciclistas muy fuertes y con excepcionales habilidades técnicas. Los corredores entran en el Vélodrome Couvert Régional Jean Stablinski con las caras cubiertas de barro y los colores de su equipo casi irreconocibles. Es entonces cuando podemos recurrir a las palabras drama y épica para adjetivar la carrera. Para el espectador, supone presenciar un espectáculo ciclista sin igual en el calendario internacional.
En la edición del 2012, cayeron unas pocas gotas de lluvia que para nada complicaron la carrera, sino todo lo contrario, pues ayudaron a disminuir el polvo en el aire procedente de la tierra del pavé. Seamos sinceros, puede que prefiramos y echemos en falta una Paris-Roubaix húmeda que ofrezca un espectáculo a medio camino entre el ciclocross y la carretera. Pero también hemos de admitir que el propio recorrido ya es suficientemente duro y propicia espectacularidad suficiente en condiciones secas, amén de no tener que disputar la carrera en unas condiciones muy peligrosas para la integridad física de los ciclistas.
Si esta edición 2014 se disputase con lluvia, lo interesante sería que la inmensa mayoría de los componentes del pelotón jamás han disputado una carrera que aúne tantos kilómetros de pavé aderezados por barro, lo cual puede que, por poner un ejemplo, aupase las opciones de un corredor como Tom Boonen. Por descontado que llevamos días atentos a las predicciones meteorológicas para este fin de semana y para los días previos, y salvo sorpresa, volveremos a disfrutar de un Infierno del Norte completamente seco.
He tenido muchos años en la pared de mi cuarto un póster con ese Museeuw casi irreconocible por el barro entrando victorioso en el velódromo