El invierno en Oslo no resulta apacible, mucho menos si tu intención es ser ciclista. Temperaturas en valores negativos y oscuridad prácticamente permanente durante todo el invierno, aderezada con lluvias constantes no forman parte del menú ideal para entrenar, ni mucho menos. Una prueba de voluntad y sacrificio que forja el carácter, endurece las piernas y, para Alexander Kristoff (Katusha), también supuso el caldo perfecto para que en un día de perros en el que en agua y el frío les han acompañado durante casi siete horas diera a su Noruega natal el primer monumento en la costa Mediterránea de San Remo, donde superó con un claridad epatante a supuestos elegidos como Mark Cavendish o Peter Sagan, así como a un Fabian Cancellara (Trek Factory Team), que se sube como acompañante del ganador en el cajón por cuarta vez consecutiva.

Kristoff, el mal tiempo y Vincenzo Nibali (Astana), de quien hablaremos después. Poco más se puede destacar de una ‘Classicissima’ en la que la ausencia de Le Manie facilitó el trabajo de un pelotón que rodó apaciblemente compacto, con hombres de Orica-GreenEdge y Cannondale controlando el ritmo de Nicola Boem (Bardiani – CSF Inox), Antonio Parrinello (Androni – Venezuela), Maarten Tjallingii (Belkin Pro Cycling), Marc de Maar (UnitedHealthcare), Nathan Haas (Garmin – Sharp), Matteo Bono (Lampre – Merida) y Jan Bárta (NetApp – Endura) sin problemas hasta la llegada de los “Capos“. Pelotón prácticamente íntegro, salvo por algún abandono prematuro -como el de un Jose Joaquín Rojas que se cayó en la zona neutralizada- 240 kilómetros después de haber salido de Milán. Punto que hoy podemos considerar como salida real de la carrera.

El tiempo apenas acompañó al pelotón. Foto © Milano - Sanremo

El tiempo apenas acompañó al pelotón. Foto © Milano – Sanremo

Ahora bien, si algo diferencia a la Milano-Sanremo de cualquier otra carrera es su inigualable longitud, de modo que con la llegada de los normalmente intrascendentes Capo Mele y Capo Cervo y dos hombres de Katusha para ayudar a la banda de Sagan, el grupo comenzó a desgranarse a un velocidad de vértigo. Las horas de rodar mojado en busca del mar de Liguria acababan con las aspiraciones de muchos e incluso con el día de hombres a priori importantes como Michal Kwiatkowski (Omega Pharma – Quick Step) o Diego Ulissi (Lampre – Merida). Un nuevo impulso de los esbirros de Cancellara en Capo Berta dejaba el flamante pelotón anterior por debajo de la centena de unidades.

No obstante, llega el turno de hablar del ‘Squalo’, quien acudió fiel a su cita con la épica en las primeras rampas de la Cipressa. Locura, atrevimiento, insensatez, genialidad… hay muchas maneras de definir el brutal movimiento del siciliano a bote pronto, con 25 kilómetros por delante y en solitario, pero lo que es innegable es su compromiso con un deporte que no sería lo que es ahora sin figuras como la que él representa y muy pocos siguen. Un ataque ante el que nada quiso hacer un Alessandro de Marchi (Cannondale) que aparecía como único escudero del campeón eslovaco en las primeras posiciones, y que por algún momento parecía que podía saltarse toda lógica y resultar efectivo. Al medio minuto que les endosó subiendo y que dobló bajando, había que añadir que el ritmo del italiano ascendiendo había dejado apenas 30 hombres en el pelotón, carente casi completamente de trabajadores.

Un minuto de diferencia y dudas detrás, pero los gregarios llegaban por detrás y él estaba solo, ya que en busca de la epopeya dejó tirados dos posibles aliados como De Maar y Tjallingii, quienes permanecían como únicos supervivientes de la fuga del día. Tras cierta incertidumbre, los gregarios de Lotto-Belisol y Sky Pro Cycling se hicieron cargo de la situación y terminaron cazando al tiburón, totalmente rendido, en las primera rampas del Poggio.

Una ascensión en la que los clasicómanos que se apuntaban como ‘outsiders’ poco hicieron por intentar dejar al margen de la disputa del Monumento a los velocistas más puros que aún resistían. El demarraje inicial de Gregory Rast (Trek Factory Racing), preparando el terreno para Cancellara y solamente seguido por Enrico Battaglin (Bardiani – CSF Inox), no fue la antesala de nada y apenas se pudieron ver fuegos de artificio en el último kilómetro de subida. En ese momento, Greg van Avermaet (BMC Racing) movía sin mucho convencimiento el árbol y frenaba poco después ante la respuesta inminente de Roman Kreuziger (Saxo Bank – Tinkoff) y Zdenek Štybar (Omega Pharma – Quick Step), quien controlaba el grupo para un ‘Cavs’ que, contra todo pronóstico, superaba como en 2.009 la ascensión definitiva. Una aceleración de Lars-Petter Nordhaug (Belkin Pro Cycling) dio paso definitivamente a un descenso en el que nadie quiso jugar a ciclistas. Unos 25 corredores se jugarían la ‘Classicissima’ al sprint.

Ya en el llano, eran Luca Paolini (Katusha Team) y el propio ‘Styby’ quienes se encargaron de poner un ritmo que abortara cualquier intento de aventura en solitario -como la de Sonny Colbrelli (Bardiani – CSF Inox)- que llevó al grupo unido hasta el último kilómetro, momento en el que un despistado Philippe Gilbert (BMC Racing) tomaba la delantera sin ser consciente de que había dejado en cola del grupo a Van Avermaet. Una falta de coordinación que provocó un arranque de furia del flamenco lanzando el sprint desde atrás a casi 400 metros, que solo sirvió para dar la luz verde a Cavendish. El campeón británico salía por un lado junto a Sacha Modolo (Lampre – Merida), con Štybar esprintando detrás de él en lugar de lanzarle, mientras el paciente Kristoff aguardaba fresco y paciente su distancia. Por el centro de la calzada, el noruego iniciaba una progresión fulgurante en la que ganaba velocidad a medida que sus rivales su hundían. Segunda victoria del año y ‘Classicissima’ para un Kristoff que logra, de largo, el mejor triunfo de su carrera deportiva, Cancellara daba al palo, un incrédulo Ben Swift (Sky Pro Cycling) les acompañaba en el podio, mientras Juan José Lobato (Movistar Team) se estrenaba con un más que meritorio cuarto puesto final.

Alexander Kristoff celebra la victoria en Lungomare Italo Calvino. Foto © Milano - Sanremo

Alexander Kristoff celebra la victoria en Lungomare Italo Calvino. Foto © Milano – Sanremo