Tres. Tres son con ésta las ocasiones que Peter Sagan se ha plantado en la línea de salida de la Classicissima como máximo -si no único- favorito para llevarse la Milano-Sanremo. Se hablabda de él como un futuro devorador de Monumentos y del enésimo primer no-belga en ganar los cinco Monumentos, pero lo cierto es que a día de hoy, años después de su explosión en Paris-Nice’10, el palmarés del eslovaco en las grandes citas se reduce a una Gent-Wevelgem.

Cierto que sus actuaciones en Sanremo han constituído decepción tras decepción, en 2011 y 2012 por no llegar a meta en el grupo cabecero y en 2013 por confiarse y hacer de perfecto lanzador para Gerald Ciolek; pero no es menos cierto que año tras año resulta imposible no confiar en Peter Sagan. Sube las cotas casi tan bien como el mejor Gilbert, baja casi tan bien como Nibali, rueda en el corto llano tras el Poggio casi tan bien como Cancellara y sprinta casi tan bien como Cavendish, así que año tras año vuelve a ser la gran apuesta.

Por más que este año no empezase tan bien como otros. Dejó escapar alguna etapa que en años anteriores jamás se le hubiera escapado en Argentina y el Oriente Medio, pero sobre todo mostró una sensación de vulnerabilidad jamás vista en la Strade Bianche ante Kwiatkowski, pero llegado Tirreno-Adriatico volvió a levantar los brazos en uno de sus clásicos finales.

Peter Sagan

@TirrenAdriatico

Es todavía demasiado temprano para empezar a ver fantasmas, ya que más pronto que tarde le llegará su hora, no cabe duda. Pero la presión siempre estará ahí, Peter Sagan siempre será uno de los grandes favoritos, así que cada oportunidad que deje escapar será un nuevo argumento para sus detractores. Vale que Sagan es joven y que tiene tiempo de sobra para empezar a labrarse un palmarés de leyenda, pero siendo como es el ciclismo un deporte muy dado a las maldiciones, más le vale no dar pie a una que lleve su nombre.