El Omloop Het Nieuwsblad tuvo una resolución atípica y sorprendente, dejando la sensación en el espectador de una carrera resuelta mucho más por errores ajenos que por aciertos del vencedor, un poderoso Ian Stannard que conseguía el mejor triunfo de su carrera profesional. Un desenlace que permite varias lecturas y bien merece un análisis de las decisiones tomadas por los protagonistas.
La película fue algo así. La carrera no se seleccionó como suele suceder en el encanenado entre el Kruisberg y el Taaienberg -dónde sorprendió no ver a Boonen asomar- lo que dejó un pelotón de algo más de 40 unidades a menos de 50 kilómetros para el final. Tuvo que ser en un terreno de transición, antes del Molenberg, dónde se fraguase el movimiento que suele ser el bueno en esta prueba: se juntan tres o cuatro de los más fuertes y juntos hacen camino hasta que resuelven entre ellos en los últimos 20 kilómetros de llano asfaltado que llevan a Gante desde la última dificultad, el adoquinado de Lange Munte. Pero esta vez no sería así y veríamos un desenlace con varias sorpresas tácticas muy interesantes.
El pinchazo de Boom, decisivo
Niki Terpstra, Edvald Boasson Hagen y Lars Boom marchaban en cabeza de carrera a menos de 25 kilómetros de meta y abrían un hueco que parecía garantizar que se jugarían la carrera entre ellos. Pero entonces Boom pinchó y fue alcanzado por el pelotón perseguidor. Este percance fue decisivo pues, Terpstra, el más activo del trío y quién había seleccionado la carrera, decidió dejar de colaborar con EBH, esperando que un ilusionante Arnaud Démare, que perseguía en solitario, u otro grupo de contrataque les alcanzase.
Esta decisión de Terpstra (se corría sin pinganillos, por lo que es él mismo quién la toma), tan valiente como inusual, provocó la rabia de su compañero de fuga, que ya se veía esprintando a dúo en Gante por la victoria. El holandés calculaba que sus posibilidades de batir a Hagen en un mano a mano eran escasas y confiaba en qué por detrás apareciese alguno de sus compañeros en ese escuadrón que es el Omega Pharma-Quick Step. No le salió bien la jugada y de hecho terminó corriendo a la contra, como luego analizaremos, pero no se puede negar ni dejar de aplaudir que el neerlandés jugase a ganador en lugar de conformarse con una cómoda segunda posición.
¿Pero porqué Terpstra sí relevaba -de hecho, era quién más lo hacía- antes del pinchazo de Boom? Debía pensar el neerlandés del OPQS que poco tiene que ver una resolución a tres, dónde el más rápido (teóricamente, Hagen) tiene que vigilar dos ruedas y se le puede atacar con picardía y sangre fría, que con un mano a mano en el que a igualdad de fuerzas se impone la velocidad terminal del más velocista. O suele ser así, porqué luego veríamos un desmentido a esta teoría.
La fuerza bruta de Stannard, arma infravalorada
Tras el parón y reagrupamiento de 18 en cabeza, rápidamente empezaron los ataques y los contrataques y uno de los primeros fue certero: Ian Stannard arrancó con todo sin mirar atrás y Greg Van Avermaet se le pegó a la rueda con gran visión de la jugada. El tremendo percherón británico consiguió un hueco de algo más de 10 segundos sin prácticamente necesitar relevos del belga y por detrás Belkin y OPQS tuvieron que reaccionar con celeridad. Lo hicieron Terpstra y Vanmarcke, que hasta ese momento se habían mostrado como los dos hombres más fuertes de la carrera en los adoquines, y saltó con ellos EBH, medio aplicando el manual táctico de como proteger a un compañero escapado, medio picado todavía con un Terpstra que le había negado la fuga de su primera gran victoria en el Norte.
Lo normal es que la presencia del noruego hubiese sembrado suficiente desconfianza en los dos perseguidores como para hacerles desistir al poco tiempo. Al fin y al cabo, Terpstra había rechazado colaborar con él cuando iban en cabeza, ¿porqué debería ahora llevarle hasta la cabeza? Pero ya no había otra posibilidad, Stannard había sido más vivo (y más fuerte) que Vandenbergh (el otro OPQS en el grupo cabecero) y Sky tenía la posición táctica a su favor.
Pero el equipo británico todavía tenía un problema serio para conseguir el triunfo: Stannard tiene, sobre el papel, una punta de velocidad inferior a la de Van Avermaet, por lo que su aventura parecía destinada a una segura segunda plaza. Si la carrera hubiese sido del World Tour y por lo tanto hubiesen funcionado los pinganillos, seguramente desde el coche (y con buenas dosis de razón) habrían mandado parar a Stannard para intentar rematar con Boasson Hagen, para más inri el líder del equipo en la ‘campaña del Norte’.
Pero allí dónde Terpstra antes había decidido parar para esperar refuerzos, Stannard, a quién sus compañeros describen como un tipo bruto y terco como una mula, decidió tirar para adelante con más fuerza. El empeño del británico, con breves relevos de un Van Avermaet que se frotaba las manos, evitó que los perseguidores, que no dejaron de colaborar en ningún momento, llegasen desde atrás para disputar el triunfo en las calles de Gante. Stannard confiaba en su potencia para lanzar un sprint distinto, mucho más largo de lo habitual, dónde la fuerza contase más que la velocidad: un órdago de 300 metros para el que el belga del BMC no estaba preparado. Lo que parecía el error más grave terminó siendo el mayor acierto táctico de la jornada.
Buenísimo, tanto este como el de los equipos. Este tipo de análisis tácticos son con diferencia las mejores piezas del año. Enhorabuena y que sigáis así.
Gran trabajo, enhorabuena!
EBH estaría picado con Tepstra pero el mosqueo de este era mucho mayor por el km que se había hecho tras moto el noruego en el último tramo de adoquines.
Creo que es lo que mejor explica la decisión de Tepstra y ni siquiera lo comentáis….
En cuanto a Stannard no me creo que no supiera Que EBH venía en el grupo de atrás, hubo momentos en los que estuvieron a menos de diez segundo de distancia, o es increíblemente miope o sabía que estaba allí.
Lo que yo creo que pasó que intuyo que tenía posibilidades porque vio muy justito a Van Avermaet (diez minutos después de llegar a meta todavía tiritaba de frio y hubo momentos en los que tuvo serios problemas para darle el relevo)