Hace unos cuantos años, una persona muy especial en mi vida me contó una de esas historias que se cuentan en los pueblos. Mi abuelo, que fue quien me inculcó el gusanillo de la bicicleta con tardes y tardes frente al televisor viendo las grandes carreras del panorama ciclista, me contó una de esas leyendas que pasan de generación en generación. Gracias a él, hoy yo tengo el placer de compartirla por medio de este texto. Aun hoy la recuerdo como si fuera ayer, sentado frente al sillón de su salón, mientras las campanas de la iglesia del bonito pueblo abulense de El Tiemblo, sonaban indicando el atardecer.
Sentado frente a mi, me soltó una de esas frases que te dejan intrigado. «Hijo mío tu no lo vas a conocer pero aquí en el pueblo tuvimos un campeón. Sí, incluso Bahamontes dijo de él que había sido su mayor rival, que podía haber sido mejor que él si la mala fortuna no le hubiera alejado del ciclismo». Rápidamente, impactado y con ganas de escuchar más, le pregunté por el nombre de aquel ciclista desconocido. «Mateo lo llamaban en el pueblo» me dijo. No tardé en coger el móvil y buscar su nombre completo en la Wikipedia. José Luís Mateo Chamizo era el susodicho.
José Luís Mateo Chamizo (San Martín de Valdeiglesias, Madrid, 1930) vivió durante su infancia en el poblado de Burguillo (El Tiemblo, Ávila), en cuya central hidroeléctrica trabaja su padre y donde más tarde también trabajaría él. Pronto empezó a utilizar la bicicleta para desplazarse a su lugar de trabajo. Le gustaba aquello de las dos ruedas y en 1948 compró una bicicleta de carrera de segunda mano, tenía tan sólo 18 años. Aunque desde principios de siglo XX, se había desarrollado vueltas a la provincia de Ávila en competiciones de un día, no fue hasta el año 1948, cuando se celebró oficialmente la primera Vuelta Ciclista a Ávila que se disputaría entre el 2 y el 5 de mayo.

José Luís Mateo Chamizo en primer plano al paso por El Tiemblo durante la disputa de una Vuelta a Ávila.
José Luís Mateo se inscribió, participando como ciclista individual y al lado de algunas de las estrellas del panorama español como Federico Martín Bahamontes. Habían preparado la primera llegada en El Tiemblo, el pueblo donde había crecido. Mateo con 18 años, un plátano y dos terrones de azúcar en el maillot, se fugó camino a su primera aventura. Llegó a pasar los dos primeros puertos en cabeza y rodó en solitario para conseguir su primera victoria. Al paso por Navalperal de Pinares a menos de 30 km para meta, su rueda pinchó y debido a su poca práctica cambiando el tubular, perdió la opción de ganar en su primera carrera. Aquella Vuelta a Ávila la ganaría Eduardo Payá.
Su primera gran victoria vino en la Vuelta a Ávila del 51. Fugado con Bahamontes, ambos ciclistas relevaban sin parar en busca de la victoria. La llegada a las Navas del Marqués fue una auténtica fiesta; allí Mateo batió y ganó su primera gran carrera por delante del toledano de oro. Aquella vuelta la tenía en el bolsillo, pero un inoportuno pinchazo en la última etapa, cuando portaba el maillot verde de líder de la general, le hizo perder mucho tiempo en meta y la victoria final, que fue a parar a manos de Federico Martín Bahamontes. José Luís Mateo tuvo que conformarse con ganar el premio de la montaña. Tras perder la Vuelta a Palencia frente a Carmelo Morales, volvió a ser segundo en el Campeonato de España de ciclismo de 1952.
Cerca de cumplir los 24 años y tras unas fiebres reumáticas que le dejaron ciertas secuelas, los médicos le aconsejaron por el bien de su salud abandonar el ciclismo de elite. José Luis Mateo Chamizo veía cómo en el mejor momento y con una prometedora carrera por delante, los problemas de salud le obligaban a dejar el deporte que amaba, la bicicleta. Al joven ciclista no le quedó otra que asumirlo y superar aquella situación, pero para el recuerdo nos quedarán este tipo de historias, sobre uno de nuestros ciclistas olvidados, un abulense de quien el gran Bahamontes, amigo y rival, dijo que había sido su mayor quebradero de cabeza en la montaña.
te agradezco mucho el comentario que haces acerca de mi padre, Jose Luis Mateo Chamizo, observo que estás perfectamente documentado. Pensaba que nadie se acordaba ya de él y me ha hecho ilusión ver el comentario. Un saludo
Muchas gracias por mantener vivo su recuerdo. Un saludo