Durante el verano de 2012 el británico Bradley Wiggins tocó el cielo, y en diez días mágicos subió primero a lo más alto del podio del Tour de Francia en París para hacerlo después en el de la prueba conrtarreloj de los Juegos Olímpicos en Londres. De convertirse en el primer británico en conseguir el amarillo pasó a ser el deportista olímpico británico más laureado al hacerse con su séptima medalla -tras las seis conseguidas en la pista de Sydney, Atenas y Pekín- al superar las seis del remero Sir Steven Redgrave, algo que le valió para ser nombrado el 28 de diciembre de 2012 como uno de los hombres de la reina. Wiggo pasaba a ser Sir Bradley Wiggins.
Fue, sin ningún género de duda, el mejor ciclista de la temporada al adornar a sus dos grandes logros las victorias en Paris-Nice, Tour de Romandie y Critérium du Dauphiné. Estaba en la cresta de la ola, aunque el éxito se le subió a la cabeza y sus apariciones mod-style en la prensa se asemejaban más a las de la última brit rockstar del momento que a las de un ciclista. Sobre la bicicleta se había ganado todo el crédito del mundo, pero no parecía que la temporada 2013 fuese a reportarle demasiados éxitos teniendo en cuenta los excesos del invierno, y más cuando todo eso había ocurrido poco después de haberse fracturado varias costillas tras colisionar con una furgoneta durante un entrenamiento en el Lancanshire.

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Y en efecto, la temporada 2013 fue un rotundo y absoluto fracaso. Debido a lo controvertido de su preparación, desde Sky ProCycling se decidió que Chris Froome sería el líder de la escuadra británica en el Tour, mientras que Wiggo debería plantearse otros objetivos como el Giro d’Italia, algo que ni a él ni a su esposa sentó bien, incluyendo un cruce de acusaciones entre ésta y la novia del keniano vía Twitter. Echó a rodar la bicicleta, atrás quedó la polémica, pero tras la disputa de la Volta a Catalunya y el Giro del Trentino, las dudas seguían sobrevolando de cara a la Corsa Rosa. ¿Sería capaz de mantener el dominio que había mostrado diez meses antes en las carreteras francesas? Pronto sería evidente que no, así que tras verse superado abandonaba la carrera a la conclusión de la 12ª etapa. Bradley Wiggins estaba ante su annus horribilis, algo que no cambiaría su victoria final en el Tour of Britain, había sido una de las decepciones del año, por más que su plata en el Mundial CRI sirviese maquillaje.
No sólo había perdido la oportunidad de consagrarse como la gran estrella del pelotón sino que además había sido relegado de su puesto de jefe de filas de Sky ProCycling por su compañero Chris Froome. Nada tenía que hacer Bradley Wiggins ante su alter ego, así que para 2014 su planificación debería volver a estar supeditada a la de su sucesor en el trono del Tour de Francia, de modo que se ha puesto manos a la obra y ha confecciado su calendario. Vuelta a Andalucía, Tirreno-Adriatico, Milano – Sanremo, E3 Prijs Vlaanderen, Gent-Wevelgem y Paris-Roubaix, todo esto antes del Tour de Francia, donde acudirá con la misión de apoyar a Chris Froome. O eso al menos es lo que se desprende de su entrevista en Cycling News, donde aparte de revelar su calendario se ha encargado de poner el enfasis en cuál es realmente su objetivo de la temporada, Paris-Roubaix. Ahora la pregunta es sencilla. ¿Está Bradley Wiggins preparado para luchar por ganar Paris-Roubaix? La respuesta no lo es tanto, ni mucho menos.
Por una parte tenemos varios puntos a favor como su extraoridinaria capacidad como rodador además de una buena adaptación a los adoquines, bastante mejor de la que sus resultados dictaminan, además de contar con un equipo que tras naufragar edición tras edición en las piedras estará a su entera disposición. Y es que Edvald Boasson Hagen ha tenido ya sus oportunidades de hacer algo grande pero las ha desaprovechado, caso similar al de Bernhard Eisel, que ha tenido sus grandes momentos camino de Roubaix pero a quien ya le ha pasado su hora, algo que no puede decirse de Ian Stannard o Geraint Thomas, dos hombres en pleno crecimiento que durante esta primavera deberán trabajar para Wiggo, como él hizo para ellos años atrás.
Pero ese último pro, el equipo, se convierte en uno de los más importantes contras, ya que si algo ha demostrado Sky ProCycling durante sus participaciones en El Infierno del Norte es que el ciclismo de calculadora no es aplicable a la temporada de clásicas, así que o dejan de lado ese ciclismo científico que tantos éxitos les ha deparado durante estos dos últimos años o dejan de lado sus opciones de victoria. Porque llegados al segundo domingo de abril la calculadora servirá de poco contra los Boonen, Cancellara o Chavanel, hombres curtidos en los duros adoquines del norte del Nord-Pas de Calais que conocen al dedillo todos y cada uno de los rincones y trampas que encierra la carrera.

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Muchos han sido los que se han pronunciado, y a la pregunta de si está o no Bradley Wiggins preparado para luchar por ganar Paris-Roubaix muchas han sido las respuesta. Desde Marc Madiot (fdj.fr) que ha declarado que puede ser un candidato serio hasta Eric Boyer (Cofidis) que ha dicho que lo tiene imposible encontramos un amplio abanico de respuestas entre las que se encuentra una con mucho valor, la de su antiguo director: Jonathan Vaughters (Garmin – Sharp) considera que puede tener un buen papel pero difícilmente podrá ganar.
Lo cierto es que un año después de acariciar el cielo con la punta de los dedos Bradley Wiggins se encontró en una encrucijada y ha decidido qué dirección tomar. Lo hará de la mano del Team Sky, el equipo que se lo ha dado todo en el ciclismo en ruta, pero tomará un camino diferente al que ha seguido desde que recalase en la formación de Brailsford. El Tour no será nunca más su gran objetivo a principio de temporada mientras comparta colores con Chris Froome -puede que la Vuelta o el Giro sí- así que tiene a sus casi 34 años el reto de buscarse un nuevo lugar en la élite ciclista. Por más que sus mejores actuaciones en los Monumentos (44º en MSR, 50º en RvV, 25º en PR, 74º en LBL y DNF en GdL) sean ridículas para alguien con estas pretensiones a esta edad Bradley Wiggins está decidido, quiere ser clasicómano. Antes de retirarse como empezó todo, en el podio del ciclismo en pista de los Juegos Olímpicos, quiere ser también el primer británico en vencer Paris Roubaix y el decimoquinto hombre en combinar esta prueba con el Tour de Francia y unirse a un grupo que incluye a leyendas como Merckx, Coppi o Hinault.
Siempre va a ser interesante la carrera de Bradley Wiggins. Desde 2009 y su aparición en el Tour con un 4° es un imán. Le vaya bien o mal.
Con respecto a su incursión en Roubaix, coincido el ciclismo “científico” ahí no sirve. esta claro que cuando Boonen o Cancellara o incluso por que no Sagan prendan motores no quedara nada. Intentar manejar el pelotón? Lanzar gregarios como postas? Esperar el momento y quemar el equipo entero para llevar a Wiggo ante Boonen y tratar de dar un decoroso papel?
Realmente veo saludable la participación de Wiggo en Roubaix, espero que de la talla.