¡Hola de nuevo!
Aquí estoy para contaros con detalle como fueron las etapas en la Vuelta al Táchira que ya me habéis dicho alguno que os dejé con la intriga en la anterior entrada, ¡pero es que no se puede contar todo a la vez! De hecho, voy a resumirlo mucho porque podría escribir un libro tranquilamente; cada día son varias anécdotas, porque tu junta a un grupo de jóvenes españoles, ciclistas para más señas, en un país que no es el suyo, y que no son tímidos precisamente… pues tenemos batallitas para contar hasta el día de Nnavidad.
La primera etapa era llana casi totalmente y los pequeños repechos que habia apenas los veíamos porque los subíamos a 50km/h. Pero antes de ni siquiera ver algún repecho, tocaba dar unas vueltas por un circuito urbano en el que, obviamente, volábamos y más cuando había metas volantes con segundos de bonificación. En uno de ellos llegue a ver 65km/h y pensé que no podía ser cierto, pero el látigo que nos comimos todos no era ni medio normal; ahí pinchó el pobre Jony, mientras se lo comentaba yo a Giuseppe aún a riesgo de que la suerte se volviera en mi contra después, como así pasó, diciéndole que ya estábamos gastando balas, de esas que no teníamos.
La etapa siguió rápida pero más o menos controlada, hasta que Jony volvió a pinchar, hubo un par de caídas después de las que empezó a aparecer gente de dentro de los arbustos mientras entraba al pelotón cargado de bidones -imaginaos mi cara de poker cuando los vi- y un casi atropello por parte de un conductor que dio al retrovisor de nuestro coche mientras yo cogía agua. ¡¡Pero si no hemos empezado y ya se me ha apretado la cara!! Buff vaya calentones para volver a entrar al pelotón, como aquí lo de cortar los coches está a la orden del día pues a los pocos kilómetros pinché yo, justo después de que Jony lo hiciera por tercera vez y ya no tuviera fuerzas de volver a entrar en el grupo, y persiguiendo le diera un golpe de calor y se tuviera que montar en la ambulancia.
Cuando iba entre coches vi a Arribas que pinchó también, y juntos intentamos entrar una y otra vez, pero íbamos a 50 por hora detrás de los coches y si adelantábamos dos o tres coches; los volvíamos a perder en cada badén -o guardia acostado, paso elevado, o premio de montaña de cuarta categoría, como lo queráis llamar- así que así estuvimos como 30 kilómetros, en el filo de la navaja para no quedarnos tirados, hasta que el pelotón cogió a los escapados y se dio un mini respiro, pudiendo entrar para que él se metiese al sprint e intentar acabar primer sub23. Pero no hubo manera, colocamos a Jonathan (González) que al final hizo 10º, y poco más pudimos hacer, un día en teoría fácil, pero muchas balas gastadas.
La segunda tenía una mala pinta, ¡¡230 kilómetros!! Pero donde vamos…con ese calor, me eché bien de crema antes, y baje al coche a por crema a mitad de carrera, y aún así me quemé los brazos. Aunque no fui el peor ni mucho menos, había cada cangrejo suelto que parecía que se había quedado dormido en la playa con las gafas puestas.
Empezamos con “filosofía” ante tan largo camino, y hubo ratos en los que nos entretuvimos bastante engañando a Arribas con los kilómetros que quedaban, pero aún así no había ningún rato en el que pudiésemos ir tranquilos porque los agujeros aparecen en cualquier momento, y aunque el firme de la carretera no es malo, el problema es que los huecos no los tapan y como entres en uno pues te puede pasar lo que a mi el año pasado: tres agujeros, tres ruedas rotas. Por eso, hay que ir como John Wayne en el desfiladero, no sabes por donde van a venir, así que si quieres comer tienes que alejarte unos 5 metros del que te precede para tener margen.
Con esto pasaban y pasaban los kilómetros, pero más lento de lo que nos gustaría y empezaban los repechos, de hecho en uno de ellos creo que se invento el refrán de “el peligro no son las balas” supongo que me entenderéis. Cuando llevábamos 150km empezamos a hacer tras moto hasta que yo, después de hacer la goma en unos cuantos, cuando fui a quitar el plato en uno de ellos, me di un golpe en la rodilla, cosa que había hecho por la mañana desayunando con la mesa, y vi las estrellas. Lo que me faltaba, tuve que llamar al médico, me dio un spray tipo reflex y algo me alivió pero ya sabía que había firmado mi sentencia. Por suerte la grupeta se hizo en el siguiente repecho y pude cogerla. Eramos cuatro italianos, un cubano y yo hasta que cogimos a Jonathan. Aún yendo tranquilos, me tuve que descolgar al final porque me volvio el dolor, y me daba mucho miedo la rodilla, al ser la que me lastime en la caída del verano pasado.
Con más miedo que otra cosa empezó la tercera etapa, una de las más “dolorosas” pero después más espectaculares, ¡el circuito de San Cristobal! Aquí se disputó un Campeonato del Mundo y la salida esta en medio del repecho que como ya sabeis, no es una pared, pero se sube a 40 así que según el Garmin de Jonathan en el segundo 43 de carrera ya iba a 183 ppm, ¡ni en ciclocross! Eso no puede ser bueno, de verdad. Dimos una vuelta muy rápido, pero aguante el repecho haciendo un poco la goma hasta que en la segunda note que el sillin se me bajaba. Sí, no se como, pero era imposible de apretar en marcha, así que me tuve que bajar y esperar dos minutos hasta que llegase el coche, otros dos apretándolo, yo ya observando el gentío que había, con algunos que me decían que me dejaban la moto, otros que si quería una cerveza; por lo menos se me hizo amena la espera jejeje.
Seguí descolgado hasta que cogí una grupeta, pero de las de Venezuela, es decir, para arriba a 30, pero luego para abajo no pedaleamos. Mira que se lo intenté explicar pero no había forma, para arriba me sacaban los ojos (oye, que si te has quedado, sera por algo no? Que ya no vamos a coger…porque no guardas para cuando nos doblen?) y para abajo se cortaban y eso que yo solo me acoplaba y trazaba las curvas un poco rápido. Así hasta la séptima vuelta que nos doblaron, pero primero me cogieron los escapados que se pusieron a mi rueda bajando (va a ser que no bajaba yo tan despacio como creía jejeje) y aguante otras dos vueltas en el pelotón y me quede porque el ritmo que había en el repecho no era asumible. Al final, me volvieron adoblar justo cuando los primeros estaban terminando, por lo que en teoria deberia dar dos vueltas más (y algunos 3, como Rayo y Arribas) pero no nos dejaron porque se bloqueo toda la zona posterior a meta.
¿Cuál fue la sorpresa luego en el hotel? Nos dijeron que estabamos fuera de control, nos metieron a todos 3 vueltas, y yo alucinando. ¿Para qué quieren los chips? Pues no sé. Así que pasé la tarde preocupado y no pude disfrutar del primer baño de multitudes que me dí en Venezuela: una hora firmando autógrafos y haciendome fotos (y porque no quisimos más) a lo largo del circuito…que es una pasada, un circuito de 10 kilómetros, ¡hasta arriba de gente en todo su recorrido! Ni en un Campeonato del Mundo se ve esto…
La cuarta iba hacia Mérida, y no tuvo mucho que reseñar salvo que se salía bajando después de un pequeño repecho, que coroné de los últimos, pero pude recuperar posiciones muy rápido terminando la bajada el primero lo que me dio mucha confianza manejando la bicicleta, que no era mía y llevaba una semana con ella. En esta etapa hubo dos caídas grandes, justo cuando más despacio íbamos; claro, ¡por eso normalmente no bajamos de 40! Así que en esta jornada llegamos Arribas y yo juntos a meta tras descolgarnos en el último puerto pero lo mas bonito vendría al terminar, cuando le donamos ropa a la Fundación de José Rujano, y vinieron un montón de chavales a darnos un recuerdo y hacerse una foto con nosotros. ¡Todo sea por promocionar el ciclismo en la gente joven!
La quinta era la primera de alta montaña, de aciago recuerdo para mí que la hice el año pasado entera solo llegando fuera de control. Yo quería guardar porque la sexta era la CRI, pero enseguida me metí en un “fregao” el día que menos esperaba. Salida bajando, italianos tensando, yo con confianza. Pelotón roto, nos quedamos 15 delante, y claro hay que pasar al relevo que sino nos hacen la cruz. ¡Buff! A menuda velocidad íbamos y por detrás nos iban recortando; obviamente en los repechos porque delante no habia venezolanos, solo Cárdenas con dos compañeros, Jonathan, Rayo, 8 italianos y yo. Así estuvimos 25km, gastando balas, de esas que no tenia o lo que es lo mismo, pidiendo una hipoteca.
En el cuarto repecho nos cogieron y se calmo la cosa pero nos cogió un pelotón por detrás venían otros dos grupos de 15 y claro, los coches a saber donde venían. el mejor momento para pinchar, ¿no? Pues así fue. Dos minutos esperando al coche, una grupeta que pasaba, otra y yo que veía que la CRI me tocaba ese día y no al siguiente. Me pegue un buen calentón para coger un grupo, el último, pidiendo otro crédito e intentar terminar la etapa lo mejor posible, es decir, gastanto mucho. Además empecé a enfadarme con algunos corredores, por lo que os dije de que no saben hacer gruperas; me sacaban los ojos y luego no pedaleaban, así que de esa forma poco avanzábamos.
Para colmo, Jonathan pinchó justo después que yo, luego Rayo y luego Arribas. ¡Ya eramos 4 de 5 en la grupeta en kilómetro 40! Porque aquí lo de que te ayuden los coches para entrar en el peloton…imposible. Así pasaron los kilómetros, nos acercabamos a los puertos, y calculadora en mano para entrar en control empezamos a subir a la Grita. Allí el pobre Arribas ya no pudo seguir nuestro ritmo y acabó fuera de carrera. Nosotros si que llegamos pero no por mucho. ¡Todo el dia escapado, por delante y por detrás y yo queria guardar!
La sexta, fue la que mejor se me dio y por eso os la empezare a contar en la próxima entrega.
¡Un saludo!
Esto se lee y os juro que parece de pelicula, de un entretenido, nadie creeria que todo eso es cierto, vaya de vaqueros esta Vuelta, y Noel escribes con una pasion jeje increible me encanta….
Gracias Maria!! Me alegro mucho de que te haya gustado
La verdad es que sí nos pasaron un montón de cosas, pero nos las tomamos con buen humor y tratamos de que el balance sea siempre positivo!