El último día de marzo estaba destinado a ser historia. La meta de Oudenaarde esperaba al que debía ser el vencedor de la 100ª edición de De Ronde. Todo un Monumento del ciclismo, centenario, en una fría mañana alumbrada por unos rayos de sol que hacían más plácida la afluencia del siempre fiel público de Flandes y el mundo entero pendiente de una lucha que se presumía debía ser abierta motivada en parte por un recorrido más benévolo que el tradicional -segunda edición consecutiva sin el Muur-. Un escenario ya de por si épico jalonado por el misticismo propio de una edición tan especial.
Y no defraudó. Los actores estuvieron a la altura de tamaña cita y tras más de 6 horas de carrera Fabian Cancellara aportaba su granito de arena -otro más- a una prueba y un deporte que no puede sino crecer con actuaciones como esta. Con un derroche de energía casi sobrenatural, sentado, al paso de una legión de aficionados suizos que adornaban la ascensión al Paterberg con banderas ondeantes, atacó. Un ataque casi inapreciable en el protagonista pero definitivo para todos sus rivales. Y no termino ahí la cosa. Los últimos kilómetros de terreno llano hasta meta los hizo encendido. Amplió su ventaja y levantó los brazos. E hizo historia.
Del listado de actores que se quedaron por el camino destacar el infortunio de Tom Boonen que se vio privado de la lucha por la gloria en los primeros 20km de carrera. El ídolo local no llegaba en las mejores condiciones -falto de ritmo fruto de problemas físicos durante el invierno y lastrado por una caída camino de Wevelgem una semana antes- claro que no parecen motivos suficientes para un triple ganador de la carrera. Su baja motivó numerosos cambios de estrategia en todos los equipos que culminaron en una edición algo más carente de ritmo que en años anteriores, a pesar de lo cual los intentos de fuga alcanzaron ventajas testimoniales.
El primer movimiento importante para la carrera lo protagonizó Michal Kwiatkovski, obligado como su equipo a jugar a la contra. Con 100km para la meta Radioshack tomó el control de la carrera con un trabajo impecable secando todos y cada uno de los numerosos intentos de fuga que se producían con cada muro. No fue hasta la intentona de Sebastian Turgot (Europcar), Sébastien Hinault (IAM), Yohann Ofredo (FDJ) y Jurgen Roeladts (Lotto – Belisol) cuando comenzaron las verdaderas hostilidades. Tras el segundo y penúltimo paso por el combo Oude Kwaremont – Paterberg, estos cuatro ciclistas más Kwiatkovski forman la cabeza de carrera con menos de un minuto sobre el gran grupo.
En ese momento comenzó el recital de Cancellara. Mientras Roelandts atacaba para pasar en cabeza Oude Kwaremont, por detrás el suizo hacía una primera selección tras la cual únicamente Peter Sagan aguantaba, no sin sufrimiento, el endiablado ritmo del corredor de Radioshack. Sólo era el preludio de lo que iba a ocurrir en el Paterberg. En la falda del muro Roelandts, Sagan y Cancellara partían con escasos segundos sobre un grupo comandado por BMC. Primero calló Roelandts y después lo haría Sagan ante los ojos de los aficionados suizos que se daban cita en la parte más dura. El 20% de desnivel fue sólo un aderezo más a lo espectacular de la actuación de Cancellara. Y lo que ocurrió después ya lo hemos comentado.
Tras esta jornada de ciclismo se cerraba un debate que coleaba desde Milano-Sanremo entre ambos corredores. Aquella tarde de marzo asistimos a una lección por parte del corredor suizo, una lección más de perseverancia y de ciclismo de ataque. También fuimos testigos de la humanidad de Peter Sagan -segundo tras aquel resultado en los primeros dos Monumentos del año-. A pesar de lo contundente de la derrota, el papel de Sagan debe seguir interpretándose de largo plazo. Con 23 años reventó ante el más grande de la temporada sobre el pavés como antes lo habían hecho de forma bastante más sonrojante el resto de aspirantes. Sin duda fue la imagen del primer tercio de temporada.
Totalmente de acuerdo con que el tramo del Paterberg sea uno de los momentos de la temporada… Es impresionante como sube por los adoquines como quien va por una autopista bien asfaltadita, y también ver a Sagan sufriendo intentando que no se le marche antes de reventar. Los pelos de punta.