@jorgerguezramos

Simon Spilak parecía el típico caso de gran promesa que parece estancarse en sus primeros años de profesionalismo, cuando tiene que descubrir qué es realmente lo que se le da bien y en qué terrenos puede despuntar. Pasó a profesionales muy joven, cuando Lampre se fijó en él. Pero poco aportó a la escuadra transalpina, un Tour de Romandía que le llegó de rebote por la descalificación de Valverde y poco más.

El cambio de aires a Katusha en 2012 le vino bien y se ha podido ver en su buen año 2013, en el que parece haber madurado como deportista. La primera parte del calendario ha sido su mejor momento como ciclista en su (de momento) corta carrera. Volvió a mostrar su mejor versión en Romandía, donde fue segundo en la general final y venció en la etapa reina, en Les Diablerets, donde llegó junto al ganador global: Chris Froome, en un día bien pasado por agua, al igual que en el Gran Premio Miguel Induráin donde protagonizó una larga escapada que le valió para llevarse la clásica Navarra. La otra victoria que obtuvo este año fue el Gran Premio de Frankfurt, donde se impuso al sprint a varios especialistas como Moreno Moser o Andre Greipel. A estos éxitos hay que sumar varios puestos de honor como el cuarto puesto en el País Vasco y Andalucía o el sexto en París-Niza.

El hecho de que los éxitos se diesen en la primera parte del calendario podría desprestigiar su año, pero quienes tienen memoria saben que Spilak es una pieza importante para el conjunto Katusha con el que ya se ha comprometido para el 2014, y donde se espera de él que confirme y por supuesto mejore lo que ha logrado este año. Volverá a dar que hablar en pruebas cortas por etapas y en las clásicas, y quien sabe si quizá su progresión le llevará a ser uno de los seleccionados para alguna de las tres grandes.

El esloveno tiene margen de mejora y a sus 27 años ha firmado su mejor año como profesional y 2014 debería ser el año de su confirmación.

Spilak