Por Eugenio González

Ayer se presentó el recorrido del Giro de Italia 2014, y ha tenido la mala suerte de coincidir con unos días donde no veo la vida precisamente de color de rosa. Normalmente un recorrido italiano siempre serviría para alegrarme el día, pero este se ha quedado lejos de ello.

El Giro 2014 es como La Vuelta con esteroides. Una prueba que no entiende la alta montaña sin final en alto y que relega la media montaña a poco más que una anécdota, al igual que ocurre con las cronos llanas. Pero en Italia, los muros de La Vuelta se convierten en colosos alpinos, y el terreno ondulado con puertos menores de desgaste pasa a encadenar Gavia y Stelvio. Nobleza obliga, pero el resultado no es mucho mejor.

Los paralelismos van más allá. En la presentación de La Vuelta 2012 decía Javier Guillén, director de Unipublic, que “los muchos finales en alto se compensan en que hemos reducido kilómetros y hemos quitado puertos de paso”. Ayer Mauro Vegni, director técnico y encargado de los recorridos del Giro, declaraba que este “es una Gran Vuelta moderna y humana, porque elimina subidas inútiles y mantiene las finales, las importantes”. Claro, que me gustaría preguntarle a Mauro como de “útiles” son para él los pasos por San Pellegrino, Gavia o Stelvio tan lejos de meta y con tanto final durísimo.

En esas mismas declaraciones se insiste, como cada año, en que es una carrera “más humana”, sea lo que sea que eso signifique. Y lo curioso es que estas carreras modernas, controladas y robotizadas están muy lejos de sentimientos tan humanos como la pasión, la ambición, el sufrimiento, la entrega y la lucha hasta sus últimas consecuencias. La gente no quiere ver humanos en la pantalla, son aburridos y ya hay muchos en la calle o el trabajo. Quiere ver superhéroes, muertos vivientes o profesores metidos a capos de la droga.

Giro recorrido 2014

Este Giro es también la confirmación de que la nueva dirección de RCS Sport reniega del “sterrato” que tantas tardes de gloria le trajo a la carrera bajos las órdenes de Angelo Zomegnan. En estas tres ediciones, solo la primera contó con 3 kilómetros de tierra para cumplir el expediente. Y en 2014 se va más lejos, al desaparecer casi por completo la media montaña que tan bien había funcionado últimamente.

Resulta preocupante la deriva de RCS Sport en estos últimos meses. Una organización que en este 2013 comenzó más fuerte que nunca, con una grandísima Tirreno – Adriático, un Giro de gran participación y repercusión y el consenso general en el mundo del ciclismo de su buen hacer tanto en promoción como en espectáculo de las carreras. Estamos a octubre y el recorrido del Giro decepciona, para la Tirreno 2014 se bajan los pantalones ante las protestas de los corredores eliminando uno de los grandes días del año en Porto Sant’Elpidio, el recorrido de Lombardía confirma su fracaso, y si los cambios en Milán – San Remo no funcionan arreciarán las críticas. Todo ello entre escándalos de cuentas en RCS Sport, con la empresa auditada y con su director, Michelle Acquarone, suspendido cautelarmente.

Centrándonos en el recorrido, este comienza en Belfast con una CRE de 22 kilómetros, y pasa el fin de semana en Irlanda con dos etapas totalmente llanas y costeras antes del primer día de ¿descanso? para viajar a Italia. Poco viaje para tantas alforjas.

La tercera etapa llana consecutiva en Bari augura un inicio bastante soporífero, al que siguen dos finales en alto bastante suaves, tendidos sprints en cuesta, en Viggiano y Montecassino. El primer fin de semana llega la alta montaña con la llegada a Montecopiolo tras el durísimo Monte Carpegna en un buen encadenado final, pero el domingo todo quedará para el muro de 3 kilómetros de la parte final de Sestola.

En la segunda semana destaca la llegada a Savona, único día duro sin final en alto, pasando por Nasso di Gatto, que parece duro, a 30 km. de bajada de la meta. Claro, que los favoritos tendrán la mente puesta en la CRI de Barolo que llega al día siguiente, 47 kilómetros con cuestas en los últimos 10.

El tercer fin de semana de carrera se dedica a homenajear a Marco Pantani (otra vez más) terminando en Oropa y Montecampione. Camino de Oropa hay dureza, aunque antes de sus rampas hay 30 km favorables, pero a Montecampione, el domingo, se llega tras toda una etapa llana. Como homenaje al Pirata parece bastante pobre, ¿donde han quedado la gesta de Aprica, o la etapa Selva di Val Gardena, donde fraguó su victoria en el Giro con un etapón antológico?

La Corsa Rosa se guarda lo más duro para la semana final, como es costumbre. Tras el descanso se repite la etapa de Val Martello, que esperemos se dispute para tener que dejar de sufrir un diseño tan horrendo otro año más. Y aun así, con un final tan mal escogido, esta es quizá la gran esperanza de ver ciclismo clásico en el tremendo encadenado de dos mitos como Gavia y Stelvio, junto con Monte Carpegna los dos únicos grandes puertos de paso de la carrera.

Para cerrar la carrera espera un amenazador tridente, comenzando con la durísima y sostenida ascensión a Panarotta a la que sigue una colosal cronoescalada al Monte Grappa, y el temible Monte Zoncolan el sábado final. ¿Qué corredor en su sano juicio querría “jugar a ciclista” los 17 días anteriores con semejante final? Esperemos que alguno, o nos aburriremos mucho viendo a grandes ciclistas, por grandes paisajes y puertos, simplemente esperando que pasen los kilómetros y los días.

Quizá este análisis sea algo injusto. Quizá no sea tan malo comparado con las otras dos Grandes Vueltas. Al fin y al cabo, se suben puertos tremendos, que son los ingredientes necesarios para escribir historia ciclista. Pero buenos ingredientes no aseguran un buen resultado: la carne del McDonalds es de primera calidad.