Mañana es abril. Mes de héroes puros y épicos que no perecen en el recuerdo ni en la historia. Días donde se gesta el recuerdo más impenitente del mundo ciclista, donde hoy, las hazañas del pasado tienen su única extensión real debido a una cultura que no hace honor a sus tiempos pretéritos. Lugares de peregrinaje, muros de adoquines que soportan la pasión de unos cuantos y el sueño de muchos menos. Porque pocos son los elegidos que el próximo domingo podrán tener opciones de alzarse con la victoria en una carrera que, como si en una alineación de planetas se tratase, va a tener que soportar la expectativa de la historia. De ver al último gran mito belga (Tom Boonen) ascender el Kapelmuur en cabeza y con el maillot de campeón de su nación, que para más señas es flamenco y que tiene la oportunidad de igualar a su antecesor como mito (Johan Museeuw) en número de monumentos conseguidos o de ver a otro flandrien (Stijn Devolder), que tiene la posibilidad de conseguir su tercera De Ronde consecutiva igualando así el récord en este aspecto que sustenta por el momento un italiano (Fiorenzo Magni). Ciclistas locales que tienen la oportunidad de, en muchos casos, superar a otros mitos belgas como Van Looy, De Vlaeminck o Museeuw en la historia de este día tan esperado en la tradición de un país.
El condicionante histórico no descafeina para nada el momento presente, que se intuye antológico, con tres de los grandes talentos de la década (Tom Boonen, buscando su 6º monumento y 3ª De Ronde, Fabian Cancellara, tratando de alcanzar su tercer monumento diferenten tras conseguir una Classicissima y una París-Roubaix y Filippo Pozzato, tratando de recuperar un tiempo perdido) y otros tantos grandes corredores como Juan Antonio Flecha o el mismo Devolder, luchando por una carrera que separa a los ciclistas terráqueos de los que se quedan a perpetuidad en el recuerdo de los más exhaltados aficionados locales en particular, y de la afición ciclista en general. Estas oportunidades sólo pasan una vez al año. La afición ciclista belga vive para ese día. El primer domingo de abril. Domingo de tradición, obstinada y procesional, cuyo resultado en la mayor parte de los casos marca el éxito o el fracaso de una temporada. Domingo que desde jóvenes, hombres, mujeres y niños viven de manera diferente pero con una misma pasicón: la bicicleta.
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Meseponen los pelos como escarpias cada vez que veo este vídeo.