Cien kilómetros de calentamiento, tres vueltas dantescas, cinco de impás, y un giro final memorable, en la que pasó de todo. Ese puede ser el balance del esperadísimo de Florencia, que aunque pudo parecerlo en algún momento, terminó por no decepcionar. La lluvia que cayó durante casi toda la jornada sobre los ciclistas aumentó la dificultad de la carrera, en un circuito duro y técnico que se convirtió en un reguero de caídas. Al final, pero, hubo que esperar mucho, hasta a la última vuelta, para ver la batalla entre los favoritos, que pudo haber sido más larga pero no decepcionó. El desenlace tuvo de todo, con un desarrollo in-crescendo cerrado por la exhibición de astucia, habilidad y potencia de Rui Costa, nuevo campeón del mundo ante la desesperación de Joaquim Rodríguez y Alejandro Valverde, que no lograron resolver la carrera en una situación táctica inmejorable.

Foto: @carlosparedesgt - Twitter

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Pero empecemos por el principio. La carrera salió de Lucca e hizo cien kilómetros dirección Florencia que sirvieron para formar una buena fuga de la que Huzarski y Barta, polaco y checo del NetApp, terminarían aguantando muchísimo en cabeza, y para que la selección británica y sus estrellas tuvieran presencia en la carrera. Cavendish tiró hasta llegar a Florencia y Wiggins circuló a cola hasta el mismo punto. Luego ambos se bajaron y ningún británico, tampoco Froome, terminaría la carrera. Las dos primeras vueltas al circuito florentino fueron dantescas, caídas en pasos cebra, en adoquines y en los descensos se terminaron por llevar de la carrera a más de la mitad del pelotón. A falta todavía de 100 kms, sólo 70 corredores tenían opciones, y la lista de bajas ilustres incluía nombres como los de Quintana, Horner, Evans o Dan Martin entre muchos otros.

Italia había tomado el mando y tensaba el ritmo, sobretodo en las bajadas, para llevar incómodos a los rivales y seleccionar el grupo. Cómo nadie les echaba una mano ni les daba continuidad, cuando el grupo se quedó seleccionado a partir de la tercera vuelta, bajaron el ritmo y la carrera entró en un larga y tensa espera de desgaste. Algunas escaramuzas como la que protagonizó Giovanni Visconti se quedaron en eso, con un tímido control de la selección belga para que la cosa nunca se desmadrase del todo. La ‘azzurra’ sufrió un severo contratiempo cuando Nibali se fue al suelo en la penúltima vuelta y tuvo que regresar al pelotón con mucho esfuerzo y ayuda de los coches. Además, perdieron a Paolini, su capitán de ruta, en el incidente.

El ‘Tiburón’ regresó justo para los fuegos de artificio, que inició Michele Scarponi en el inicio del tramo duro de la subida a Fiesole con un cambio de ritmo al que dio continuidad Joaquim Rodríguez. Fue el primero de los cuatro ataques del ciclista catalán, que a partir de ahí llevó toda la iniciativa de la carrera junto a Nibali. Junto a ellos, pudieron coronar Fiesole a pocos metros Rigoberto Urán, Alejandro Valverde y Rui Costa, que enlazaron en el descenso. El resto de corredores, incluidos los temidos Sagan y Cancellara y el vigente campeón Gilbert, quedaron descartados. En una de esas curvas el colombiano se fue al suelo y la carrera se quedó entre cuatro.

En el tramo entre subidas siguieron los ataques de Joaquim Rodríguez, al que un Nibali tan tozudo y fuerte como de costumbre jamás dejó ir. En la cima de Via Salviati le neutralizó, llevando siempre a rueda a un Valverde que ejercía bien de secante y a un Costa que, fiel a su estilo, afilaba el cuchillo a cola. En el último descenso, Purito volvió a atacar y esta vez, Nibali, al borde de la desesperación por su desventaja táctica le dejó más margen. La victoria parecía en las piernas del catalán, pues Valverde parecía tener maniatados a sus rivales.

Pero Rui Costa no había dicho su última palabra. El portugués aprovechó una curva ciega y el marcaje de Valverde a Nibali para acelerar y coger unos metros que Valverde no pudo cerrar. Al murciano se le escapó el ‘killer’ luso, que se lanzó en el kilómetro y medio llano final a por un Purito agónico, que se vacío inútilmente. En el sprint se impuso la lógico, y el corredor más potente y sereno, Rui Costa, se impuso de modo brillante, dejando a los dos españoles con la miel en los labios, una miel que demasiadas veces han olido sin poder finalmente catar. Su decepción, pese a un resultado que muchos otros en otro bagaje darían por bueno, era justificadamente mayúscula. Quizá el año que viene tengan una enésima oportunidad, pero difícil imaginar un escenario para ellos como el de este año.