No es que el circuito madrileño que siempre plantea Unipublic sea le más entretenido. La capital no tiene las subidas más exigentes para hacer que el circuito sea duro, pero sí para conseguir que el último día sea competitivo y algo más abierto de lo que es el último día de la Vuelta a España. El Giro d’Italia no compite con el Tour de Francia en esa volata final. La Vuelta tampoco debería hacerlo, pero siempre repite una fiesta de cierre que aporta poco, y eso es algo que se ve en las audiencias.
Champagne, risas y fotos. Eso es lo que dio de sí la última mañana de la ronda española, además de por el anuncio oficial por parte de Javier Guillén y José Loaiza, presidente de la Diputación de Cádiz, confirmando que la Vuelta en 2014 saldrá de Jerez de la Frontera. El pelotón se fue aproximando a Madrid saliendo desde Leganés y entró a un circuito cuya primera vuelta encabezaría el Euskaltel – Euskadi. No sería el último homenaje al ya casi extinto proyecto del ciclismo vasco. Al segundo paso por meta, cuando el equipo de Igor González de Galdeano se apartaba de las primeras posiciones, atacaba Javier Aramendia, quien minutos más tarde sería galardonado con el premio al corredor más combativo de la carrera en 2013.
Se unía a Aramendia el italiano de Astana Alessandro Vanotti. Juntos hicieron el camino que Argos – Shimano y Lampre – Merida les dejaron, que no llegó a ser en ningún caso más de 30 segundos. Paseo de la Castellana, Gran Vía, Callao, bajada hasta Atocha y llegada a la Cibeles pasando por Neptuno. Los ciclistas hacían un circuito sencillo, sin dificultad alguna, y que permitía a los equipos de los velocistas controlar sin mayores problemas.
A una vuelta del final Aramendia y Vanotti eran cazados, y del grupo no saltaba nadie, ni siquiera en la subida de Gran Vía, y solo Juan Antonio lo intentaba antes que los velocistas se lanzaran a por la meta. Tyler Farrar (Garmin – Sharp) cogía la “pole”, pero demostrando la desconexión total que lleva sufriendo con las llegadas masivas, era rebasado por Michael Matthews a unos metros del final. El joven australiano, único velocista en ganar volatas puras (en Lago de Sanabria y hoy, en Madrid) en esta edición, daba a su equipo una segunda victoria de etapa y quitaba a Farrar la posibilidad de resarcirse de toda la Vuelta.
La general quedaba como quedó ayer, que para eso de hacer competitivo el último día de carrera la organización no está, y Chris Horner hacía oficial lo conseguido ayer en l’Angliru: primera vez que un cuadragenario ganaba una Gran Vuelta. Al estadounidense le acompañaron en el podio dos corredores que han corrido distinto y que se han llevado el mismo premio: Vincenzo Nibali y Alejandro Valverde.
EL VETERANO CHRIS HORNER, LA FIGURA ESTELAR DEL ACTUAL MOMENTO CICLISTA
La vigésimo primera etapa, el último capítulo de la Vuelta a España, constituyó a todas luces un paseo apoteósico por parte de los concurrentes supervivientes que han logrado con no pocos esfuerzos llegar a la capital de nuestro país, punto final de una competición de tres semanas que juzgamos memorable y a la vez atractiva. La clasificación general, como era de esperar, no sufrió alteraciones. Gloria bien merecida la alcanzada por este corredor llamado Christopher Horner, que acaba de erigirse como indiscutiblemente vencedor de la prueba. El joven ciclista australiano Michael Matthews volvió a dar en el clavo, venciendo por segunda vez una etapa en esta Vuelta, reafirmando su poder como velocista. Este hecho pasó al segundo plano. Lo más importante y trascendente a los ojos de las multitudes era rendir homenaje al estadounidense Horner, proclamado ganador absoluto
Y pensar la emoción que le habría dado a la Vuelta acabar con una crono hoy en Madrid… Una cortita, de 15 km, habría bastado. #enfin