Es triste decirlo, pero el Giro della Toscana Femminile 2013 ha terminado siendo una carrera más discutida por la cuestionable organización y los problemas de seguridad que por el evento puramente deportivo en sí. Tras cuatro días de tráfico, más que cortado, simplemente parado al paso de las primeras de la carrera -que no para las descolgadas, quienes en algunos casos, como por ejemplo Sungeon Gu del Orica – AIS, eran retiradas de la competición por circular ya con tráfico abierto-, las corredoras, con buen criterio, dijeron basta y se plantaron antes de la salida de la última etapa. Prácticamente todos los equipos no italianos se unieron en esta decisión, y de entre los de casa, BePink también siguió la misma línea. Evidentemente, con muchas corredoras condicionadas por presiones que, en realidad, deseaban unirse al plante casi colectivo, como ejemplifica este tuit de Barbara Guarischi, ciclista del Vaiano – Fondriest.
Decisión que, por otra parte, afectaba de forma muy importante en la general, al marcharse los equipos de las que eran las cuatro primeras clasificadas hasta el momento: el Rabobank – Liv/Giant de Marianne Vos, el Orica – AIS de Emma Johansson, el Hitec Products – UCK de Rossella Ratto y el Sengers Ladies de Anna van der Breggen. Hay que aclarar que Ratto, sorprendentemente y en contra de la decisión colectiva de su equipo, sí tomó la salida, aunque terminó bajándose antes de llegar a meta y con ello cediendo su liderato virtual. Un liderato que finalmente pasaría a manos de Claudia Häusler, quinta clasificada en principio, y miembro de la única escuadra no italiana ni selección nacional que continuó: Tibco – To the top.
El desastre organizativo del Giro della Toscana cobra incluso mayor importancia si tenemos en cuenta de que se trata de la única vuelta por etapas del calendario con la categoría 2.HC por parte de la UCI, lo que, sobre el papel, la convertía en la más relevante de la temporada. Algo que, en cualquier caso, todos sabemos que no era así, teniendo otras de evidente mayor prestigio como el Giro Rosa. Y tampoco conviene olvidar que no es precisamente la primera vez que ocurre algo similar. La carrera, organizada por la sociedad Michela Fanini, ya arrastraba de los años previos una merecida mala fama en cuanto a seguridad, y es evidente que el ascenso de categoría no la ha hecho que se mejore un ápice este aspecto. Que las ciclistas, literalmente, tomen las curvas con miedo de que pueda venir un vehículo de frente, o estar parado ocupando parte de la calzada, es inconcebible para cualquier competición. Detalles adicionales y reacciones sobre todo lo concerniente a esta polémica en este artículo y comentarios al mismo de Podium Cafe (en inglés).
En cualquier caso, hay que comentar que la carrera estaba siendo dominada por Marianne Vos, quien comenzó con buen pie al imponerse en el prólogo por delante de su compañera de equipo y gran especialista en la disciplina, Annemiek van Vleuten. La primera etapa en línea, con un trazado de media montaña, sirvió para seleccionar el pelotón en un grupo cabecero de apenas una docena de ciclistas, donde Giorgia Bronzini (Wiggle – Honda) fue la más rápida por delante de Rossella Ratto y la propia Vos. Una Vos que se desquitaría al día siguiente, en la jornada de perfil más llano, ganando el sprint masivo en foto finish por delante de Shelley Olds, y que repetiría 24 horas más tarde en la etapa más dura, al ser la más rápida de la selección de 6 corredoras que quedó tras el doble paso a un puerto de cierta entidad.
Con ello, quedaba una general encabezada por la neerlandesa, seguida por Emma Johansson, Rossella Ratto y Anna van der Breggen. Ninguna terminaría a la vista de lo explicado anteriormente. En la última etapa, con un pelotón de poco más de 40 en carrera, curiosamente, todas las corredoras del equipo Michela Fanini, el equipo de la sociedad organizadora, encabezaron la entrada en meta, con la francesa Aude Biannic en primer lugar. Una clasificación oficial, pero de nulo valor deportivo.