(Foto: AFP)

Pierrick Fédrigo ha logrado en Córcega una de las victorias más importantes de la temporada para el B-Box Bouygues. En terreno galo, en carrera ASO y con competidores de postín, se ha llevado la primera etapa y la general del Critérium Internacional. Fédrigo sentenció la carrera en el Col de l’Ospedale, con un ataque a dos kilómetros del final que le granjeó 11 segundos de ventaja sobre Tiago Machado (RadioShack) y 15 respecto al grupo de Samuel Sánchez, Evans, Rogers o Moncoutié. La subida corsa tenía su encanto pero dio muy poco de sí: Astana, entre Navarro y Vinokourov, bloqueó la carrera hasta los últimos tres kilómetros. Fue capturar a Sergey Lagutin, en cabeza durante los siete kilómetros previos (¡!), y soltarse Moncoutié, Machado y el postrero vencedor. De ahí hasta meta sólo hubo tiempo para que estos dos últimos aumentasen su ventaja y se mostrasen David López y Beñat Intxausti (muy buena carrera la suya).

La segunda victoria parcial fue para Russell Downing (Sky), un británico desconocido que hasta esta temporada había militado en equipos anglosajones de poca monta. Su victoria, la primera en las carreras prestigiosas de Europa, fue al sprint en el sector matinal del Critérium, delante de Albasini y el propio Fédrigo, en un final duro. Por la tarde se disputó la diminuta contrarreloj, que se llevó David Millar. Fédrigo cedió 17 segundos con el escocés (13 con Rogers y sólo dos con Machado), suficientes para que se adjudicase la general con la máxima holgura que admite una carrera tan corta. Le acompañaron en el pódium el renacido Rogers y Machado.

La LXXIX edición del Critérium Internacional fue vendida al gran público como el reencuentro en competición entre Lance Armstrong y Alberto Contador. Estos dos personajes, que llenarán las pantallas en el mes de julio, honraron a los patrocinadores de la carrera de ASO con su presencia en Córcega. No lo hicieron así con las carreteras y la afición: mientras Armstrong se desentendía junto a su fiel Popovych de cualquier pelea en l’Ospedale, Contador explotaba al ritmo de Vinokourov y cedía más de un minuto con Fédrigo en los últimos tres kilómetros. Extraña circunstancia para el madrileño, que no había perdido una carrera por etapas desde el Dauphiné Libéré del año pasado.

La atención mediática de estos dos fenómenos es un gran motivo para alegrarse de la victoria de Pierrick Fédrigo, porque pertenece al ciclismo francés de hoy, sobrevalorado e inadvertido a partes desiguales. No en vano, Fédrigo lleva seis temporadas consecutivas en el Bouygues y nunca ha corrido para un equipo de fuera del país vecino. Es un ciclista de calidad, completo, con varias victorias importantes, cierta punta de velocidad, capacidades para la subida y desempeño ganador. Conforma con Thomas Voeckler -el otro puntal del Bouygues- las dos caras de una misma moneda: mientras el ex líder del Tour disfruta con la atención de las cámaras y el público, Pierrick hace poco ruido incluso cuando gana. Lo más importante es que los dos comparten nacionalidad, equipo y nivel sobre la bicicleta. Son parte del ciclismo de cabeza de ratón, que en julio lucha 21 días para hacerse con su pequeño gran momento de gloria.

Y es que, al final, el Tour lo es casi todo. Por eso, entre otras razones menos entretenidas, Contador y Armstrong han sido los protagonistas mundiales del Critérium Internacional, pese a irse de vacío (el de Pinto acabó segundo en la CRI). En julio serán el centro de las miradas y todos lo disfrutaremos y los disfrutaremos en la carrera más grande del planeta ciclista. Pero ahora es tiempo de rendirse ante la justicia poética; al fin y al cabo, la mayoría de las alegrías que da la vida son tan pequeñas como la duración del Critérium Internacional, la localidad de Porto Vecchio o el presupuesto del Bouygues.