Como todas las previas comentaban, la décima etapa del Tour de Francia depararía una soporífera sobremesa culminada con unos minutos de ciclismo realmente intensos y nerviosos en la lucha por una victoria de los hombres rápidos. Lo que no esperaba tanta gente era que Marcel Kittel (Argos – Shimano) se pusiera al frente del ránking de victorias de la edición actual con una espectacular remontada que dejó sin respuesta posible a su compatriota André Greipel (Lotto – Belisol) en la meta de la bretona Saint-Malo. Aunque para malo, Mark Cavendish (Omega Pharma – Quick Step), quien con una maniobra temeraria derribó a Tom Veelers (Argos – Shimano) mientras lanzaba el sprint cuando éste se dejaba caer -si bien con la intención de dificultar la progresión de ‘Cav’- tras haber lanzado la volatta de su compañero.

Si la siesta veraniega con el ciclismo de fondo en la pantalla del televisor se ha convertido en una tradición y recurrente objeto de la jocosidad popular, se debe a tardes como las de hoy, paradigma del tipo de etapa que hunde en cabezadas hasta al más acérrimo seguidor. Con un sol de justicia a ambos lados de la pantalla, se formaba de inicio una fuga de cinco corredores -Julien Simon (Sojasun), Lieuwe Westra (Vacansoleil – DCM), Luis Ángel Maté (Cofidis), Juan José Oroz (Esukaltel – Euskadi) y Jérôme Cousin (Europcar)- que en ningún momento tuvo opción alguna de llegar a buen puerto y que rodó durante más de dos tercios de carrera con un ritmo pausado que el pelotón acompañaba en la distancia, que tan solo llegó a alcanzar los cinco minutos en torno al kilómetro 30.

De las siguientes tres horas, pocos se acordarán. Un ‘chateau’, imágenes de los escapados, el abrupto perfil de la costa bretona, plano del pelotón. Sólo la lucha por los puntos del ‘maillot vert’ en el sprint intermedio sacó del estado de duermevela la carrera, que se mantuvo en ‘impasse’ hasta lo últimos 40 kilómetros. El intenso viento procedente del mar puso en alerta a todos los equipos, que tomaron el mando que hasta entonces tutelado por Argos-Shimano, Lotto-Belisol, Omega Pharma-Quick Step y Sky dando a la carrera una nueva dimensión en la que los gregarios de los hombres fuertes peleaban por llevar en buena posición a sus líderes ante eventuales cortes y caídas. Esta aceleración redujo casi sin pretenderlo hasta mínimos la diferencia de los fugados, que aún así, impulsados principalmente por los locales Cousin y Simon, no fueron atrapados hasta los últimos siete kilómetros, hasta donde habían llegado el Saxo Bank-Tinkoff de Alberto Contador y el Garmin-Sharp de Daniel Martin tirando de un paquete que, por fin, volaba camino del inevitable sprint.

Foto: Belga

Era el turno entonces de las grandes escuadras de la velocidad, que luchaban por romper las tablas que mantenían Greipel, Kittel y Cavendish, sin olvidar al convidado de piedra siempre es Peter Sagan (Cannondale). Junto a los dos equipos belgas y los chicos de Iwan Spekenbrink también aparecían los mulos de Orica-GreenEdge, con mejor escuadra que rematador, un Matt Goss que sin duda se trata del único “pero” de la gran actuación de los australianos. No obstante, con la llegada a la zona de seguridad desaparecían de la cabeza ante el empuje de Tony Martin (Omega Pharma – Quick Step) y Adam Hansen (Lotto – Belisol) en primer lugar, y del estupendo ‘treno’ formado por Argos-Shimano que remontaba a apenas 1.500 metros de la línea de llegada.

El paso por la ‘flamme rouge’ apuntaba ya a una victoria teutona, vista la desaparición del conjunto celeste de las primera plazas ante la fuerza de las puntas de lanza de sus rivales, que se batían en un duelo favorable a Greipel, perfectamente conducido por Gregory Henderson hasta los últimos metros. Sim embargo, una cabalgada tremenda de Gert Steegmans (Omega Pharma – Quick Step) metía de nuevo en la pelea a Cavendish, quien conseguía colocarse entre Veelers y Kittel. Ante este panorama, el corredor de Rostock se decidía a lanzar desde lejos su intento, lo que reconoció posteriormente como un error. Kittel salía por la izquierda inmediatamente y, a pesar de los metros de desventaja, conseguía dar la vuelta a la tortilla y arrebatarle el triunfo a un Greipel fundido, que se sentaba a 50 metros de la pancarta final. Cavendish, no obstante, decidía hacer lo propio por la derecha, al mismo tiempo que Veelers se dejaba caer. El manés, viendo como perdía la estela de sus rivales, se echó contra el hombro del neerlandés provocando su caída, y milagrosamente solo suya. A pesar de la violencia de la acción, los jueces decidieron no tomar parte y mantuvieron su tercera plaza final, sin consecuencias para unas clasificaciones que no sufren cambios. Mañana sí lo harán, con la disputa de la primera contrarreloj individual de la carrera.