Decía en la víspera Sir David Brailsford que deseaban la llegada de la montaña para empezar a repartir algunos jabs a los demás contendientes. El Tour es largo y este año los Pirineos han llegado pronto, antes de una segunda semana inusualmente transitiva, pero el Sky no quería esperar más. Un one-two punch en la primera etapa de montaña y victoria por KO que deja a Chris Froome y Richie Porte como capos de la carrera.

Si el año pasado dominaron la carrera con su bloque compacto, sin fisuras, sentenciando en la contrarreloj y contemporizando en la montaña, este año lo han enfocado desde el inicio con una estructura piramidal con una punta mucho más afilada en la montaña. Froome y Porte han ensayado el método con éxito prácticamente por allá por dónde han pasado, para que cuando llegara esta ocasión el golpe fuese infalible.

Foto: Getty Images

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En esta ocasión contemporizaron más de lo que suelen, con sus primeros gregarios quedándose antes de lo previsto, pero a partir de la entrada de Kiryienka y de un nuevo galgo extraordinario, el galés Peter Kennaugh, la carrera cogió el rumbo previsto para que en Ax-3-Domaines Porte hiciera gala de su tremenda aceleración progresiva y les dejase solos en cabeza, como corriendo una carrera aparte.

Poco importaba que los rivales tuviesen otros planes, encabezados por el Movistar. Apoyado en Nairo Quintana, su escarabajo alado que vuela como los elegidos cuesta arriba, pedaleo fluido e hipnotizador en el tremendo Pailherès, el equipo telefónico confiaba en un Valverde más maduro que nunca, que respondió siendo el mejor del resto. O que Contador, rodeado por su potente bloque del Saxo Bank, confiase en su categoría de campeón para plantar cara en el uno contra uno. Sky tiene otro ritmo e impone su hoja de cálculo elaborada en el Teide y testada con éxito en Romandía o Dauphiné y les ha mandado a todos muy lejos en la clasificación general.

El reguero de cadáveres deportivos entre los jefes de filas que deja la exhibición de Froome y Porte es incontable. La exhibición de los Sky no sólo tenía como objetivo dar un golpe tangible en la general y psicológico a la moral de sus rivales. También perseguía una razón táctica, quedan muchos días hasta la decisiva última semana y había que hacer diferencias importantes para poder controlar las fugas que se puedan hacer a partir de ahora con cierta tranquilidad. Ahora lo podrán hacer. En un sólo día, han dejado al décimo a casi tres minutos del maillot amarillo, el trigésimo a casi ocho.

Con todo, decir que la carrera ha quedado sentenciada es tan razonable como peligroso, pues ahora ya sólo hay un patrón y los primeros gregarios del equipo británico no parecen tan inspirados como en otras ocasiones. Pero la experiencia dice que si el resto del pelotón tiene ganas de tomarse la revancha, van a tener que atacar desde lejos, con inteligencia, colectividad y coraje en las etapas que lo permiten, como la de mañana. Ese es el poco (o mucho) Tour que nos queda.