Corría el año 1983. El equipo Reynolds afrontaba su cuarta temporada en el pelotón profesional. El conjunto navarro, dirigido por José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué, hacía su debut en el Tour de Francia. Un plantel sin experiencia -solo Anastasio Greciano y Jaime Vilamajó habían participado anteriormente- tomaba la salida en el prólogo de Fontenay-sous-Bois. Lo hacían con la tranquilidad de los resultados cosechados en la temporada pero también con la necesidad de realizar una buena carrera; no en vano era la única formación española en liza.

El debut llegaba en el mejor momento. La estructura apoyada en las figuras de Ángel Arroyo, Pedro Delgado, José Luis Laguía y Julián Gorospe continuaba con un paulatino crecimiento. Los resultados, cada vez mayores y mejores, certificaban este hecho. La ausencia de Bernard Hinault, ganador de la Vuelta a España después de desbancar a Gorospe camino de Ávila, dejaba una edición muy abierta por el triunfo final. Joop Zoetemelk, Lucien Van Impe, Sean Kelly y Pascal Simon partían con la vitola de favoritos.

Plantel antes del comienzo. / Foto (c) Movistar Team

Plantel antes del comienzo. / Foto (c) Movistar Team

Después de realizar un buen prólogo, la tercera y cuarta etapa fue la demostración de la dureza del Tour de Francia. La contrarreloj por equipo, cien kilómetros de longitud, sitúo a los navarros décimos de los catorce equipos participantes. Más de dos minutos de pérdida. Peor fueron las cosas al día siguiente; en una jornada marcada por el pavé de la París-Roubaix solo Ángel Arroyo entró en el grupo de favoritos; Pedro Delgado se dejaba en meta 7´39” mientras que a Julián Gorospe una pájara de dejó fuera de alcanzando la meta con 22´32” de retraso. Éste se recuperaría días después en la contrarreloj larga entre Châteaubriant y Nantes al concluir tercero mientras que Delgado y Arroyo cedían 3,54” y 4´14” respecto al vencedor, Bert Oosterbosch.

La montaña ahuyentó un comienzo titubeante

En la décima etapa llegó el primer contacto con la montaña. Los Pirineos entraban a escena en una única jornada entre Pau y Bagnères de Luchon. Doscientos kilómetros con las ascensiones al Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde. Sean Kelly llegaba de amarillo pero el transcurso de la etapa deparó un vuelco a la general. Robert Millar entraba triunfador en Pau con tan solo 6” de ventaja sobre Pedro Delgado; después de protagonizar un descenso a tumba abierta en el Peyresourde se quedó a las puertas de la victoria. Una actuación que le valió el pseudónimo de Le Fou des Pyrénées -el loco de los Pirineos-. Arroyo entró en meta decimotercero, a 7´42”.

Delgado, a tumba abierta en el Peyresourde. / Foto (c) Movistar Team

Delgado, a tumba abierta en el Peyresourde. / Foto (c) Movistar Team

Peor suerte corrieron Julián Gorospe, José Luis Laguía y Jaime Vilamajó ponían punto y final a su participación. Pascal Simon salía líder de Pau con Delgado en octava posición y Arroyo decimotercero después de que Sean Kelly llegase a más de diez minutos de Robert Millar. El segundo puesto de Delgado desató al Reynolds. Los navarros perdieron el miedo a la carrera mostrando una cara más ofensiva. Al día siguiente volvió a finalizar segundo, tras Kim Andersen, ascendiendo al quinto puesto de la general mientras Arroyo ocupaba el noveno.

La cronoescalada a Puy de Dôme, decimoquinta etapa, cambió por completo la situación del ciclismo español. Sumido en una profunda crisis de resultados en el Tour de Francia, cinco eran los años sin victoria que pesaban como losas. Falto de héroes, falto de nombres capaces de luchar por la general, la llegada del Reynolds cambió el panorama de nuestro ciclismo. Ángel Arroyo conquistó la cima con Pedro Delgado en segunda posición. Un doblete histórico en una montaña histórica. Federico Martín Bahamontes y Luis Ocaña habían puesto su pica con anterioridad. El resultado metió de lleno al dúo de Echávarri en la disputa por la general. Delgado entraba en los Alpes situado en cuarta posición y Arroyo quinto.

Arroyo y Delgado, cara y cruz

La llegada a Alpe d´Huez supuso otra vuelta de tuercas en la general. Pascal Simon, líder, abandonaba en el transcurso de la etapa. Peter Winnen sumaba su segunda victoria en la cima alpina mientras que Laurent Fignon, quinto en meta, se vestía de amarillo. A la segunda posición, a poco más de un minuto, ascendía Delgado mientras que Arroyo, con problemas estomacales, se situó noveno a 6´26” después de perder 4´49” en meta.

Una de cal y otra de arena. Situación que se repetiría al día siguiente en otro día histórico para el ciclismo español. Por primera vez la televisión española retransmitía en directo el Tour de Francia. Una carrera que al principio no contó con el seguimiento periodístico se convirtió en la cabecera de las noticias. Todo un país delante de la televisión vio como Pedro Delgado se dejaba todas sus opciones en Morzine. Las ascensiones de Arasvis, Colombiere y Joux Plane lastraron al segoviano que aquejado de problemas estomacales -los mismos que afectaron a Arroyo la jornada anterior- cedía en meta más de veinticinco minutos. La pérdida de Delgado fue correspondida con la segunda posición de Arroyo en meta que ascendía hasta el quinto puesto a 3´55” de Fignon.

La cronoescalada a Avoriaz, decimonovena etapa, acercó al abulense al podio. Lucien Van Impe sumó el triunfo con Arroyo en cuarta posición. En la general, 29” separaban al del Reynolds de Peter Winnen y 16” del propio Van Impe. Fignon, por su parte, acariciaba el triunfo con una renta de 2´35”. La contrarreloj individual de Dijon sobre 50 kilómetros acabó por decidir la clasificación general. Confirmando su clara línea ascendente, Arroyo arrebató la segunda posición a Peter Winnen; éste pasó a ocupar la tercera plaza relegando a Lucien Van Impe al cuarto puesto. Entre los tres, tan solo doce segundos de diferencia.

Arroyo, el podio final de un Tour histórico. / Foto (c) pedrodelgado.com

Arroyo, el podio final de un Tour histórico. / Foto (c) pedrodelgado.com

En París, Ángel Arroyo flanqueba a Laurent Fignon. Un resultado impensable aquel 1 de julio, fecha en la que partió la Grande Boucle. Un rendimiento que puso la primera piedra del proyecto que iniciaron José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué. El primer hito de una estructura que ha logrado confirmarse con una de las mejores en suelo francés en las últimas tres décadas. Ellos fueron los pioneros, aquel Tour de 1983 marcó el comienzo.