Las caídas, los puertos de montaña y la contrarreloj por equipos retrasaron su reencuentro, pero el idilio que Mark Cavendish (Omega Pharma – Quick Step) mantiene desde hace más de un lustro sigue irradiando la misma fuerza que el primer día. El manés, menudo en tamaño pero gigante en fuerza no desaprovechó el perfecto trabajo de su estructura durante los últimos 20 kilómetros, en los que llevaron el tempo de la carrera sin descanso, incluso no siendo poseedores de la primera plaza del grupo, y sometieron sin pudor todos los arreones que, ya en la calles de la capital provenzana, trataban de colocar a sus rivales en una posición de privilegio. Con Gert Steegmans apartándose a apenas 200 metros para el final, el resto fue coser y cantar para Cav, que pudo celebrar el triunfo con tranquilidad ante los ojos de Edvald Boasson Hagen (Sky Pro Cycling) y Peter Sagan (Cannondale).

Con Simon Gerrans (Orica – GreenEdge) luciendo su flamante amarillo tras la tremenda actuación aussie frente a la Costa Azul, se daba el pistoletazo de salida a la quinta etapa de la centésima edición del Tour que, a pesar de no haber llegado ni al primer tercio, podemos ya concluir que no pasará a la historia por guerra de las escapadas. Haciendo buenas las opiniones que dicen que esto ya no es lo que era, del mismo modo que pasara camino de Calvi no tardó apenas un kilómetro en formarse el sexteto que rodaría en cabeza durante más de 220 kilómetros, con Thomas De Gendt (Vacansoleil – DCM), Romain Sicard (Euskaltel – Euskadi), Anthony Delaplace (Sojasun), Alexey Lutsenko (Astana), Yukiya Arashiro y Kévin Reza (Europcar) como miembros del mismo que no tardarían en alcanzar diferencias por encima de la docena de minutos con un pelotón que se tomó la primera hora de competición como un auténtico paseo más propio de un entrenamiento post-navideño que de la prueba más importante del mundo.

Fue entonces cuando Orica-GreenEdge tomó los galones que les corresponden y puso marcheta en el grupo para evitar una desagradable sorpresa que les arrebatara el liderato. Sin embargo, el ritmo de un par de gregarios se veía a todas luces insuficiente para aplacar el ritmo de unos fugados que habían contemporizado e iban de menos a más. Reducían distancias, desde luego, pero no al ritmo que ellos hubiesen deseado Con 70 kilómetros por delante, éstos aún mantenían ocho minutos de ventaja, lo que obligó a Lotto-Belisol y Argos-Shimano a poner a algunos de sus hombres a tirar en cabeza del pelotón a sabiendas de que si no iban a perder otra oportunidad de luchar por un parcial. De hecho, no tardaría en hacer lo propio Omega Pharma-QuickStep, que veía como la meta se acercaba y no se acercaban a un ritmo que les asegura la neutralización. Por si fuera poco, De Gendt decidió en Signes separar el grano de la paja para hacer una apuesta clara por la victoria, en la que se fue con Lutsenko y Arashiro en primer lugar, entrando Reza posteriormente.

En el ambiente había dudas sobre si habían fallado los cálculos del pelotón y se habían relajado en exceso, pero estas se esfumaron tras el falso llano posterior y la tendida ascensión a la côte des Bastides, que les dejaba a tiro de piedra a un cuarteto que daba, cada vez más, síntomas de fatiga. La definitiva subida no puntúable sería su agónica procesión hasta la tumba que les esperaría ya en las calles de Marsella, con Reza, Arashiro y Lutsenko acelerando desesperadamente en busca de una oportunidad que habían perdido a causa del ritmo de los equipos con más opciones de brillar en el sprint y, por si fuera poco, por el aumento de ritmo de AG2R-La Mondiale buscando sin éxito descolgar a los grandes favoritos a la victoria para aumentar las posibilidades de Samuel Dumoulin. Pero para entonces, el equipo celeste de Patrick Lefevere ya era el capo de la carrera.

Cavendish remató un trabajo excelente de la escuadra belga Foto: ASO

Sylvain Chavanel y Michał Kwiatkowski dirigieron el descenso hasta la urbe mediterránea con la intención de mantener bien colocado a su equipo, que con ocho kilómetros para la conclusión encabezaba a bloque el pelotón de la mano de Tony Martin, y así se mantuvieron durante varios minutos hasta que la irrupción de Euskaltel-Euskadi por uno de los márgenes descolocó el orden establecido y puso el treno de Vacansoleil-DCM en cabeza. Sin embargo, el poderío de los belgas hoy no iba a ser tan fácilmente truncado, y de nuevo polaco y galo ponían al equipos en su sitio, en cabeza hasta los últimos 1.500 metros. Entonces, un nuevo golpe de la mano de Marcel Sieberg (Lotto – Belisol) y el resto de mulos de André Greipel parecían que podían acabar con la resistencia de los hombres del campeón británico.

Pero en una nuevo exhibición de uno de los mejores equipos del planeta, Matteo Trentin era el encargado de remontar al tiempo que pasaban por el triángulo rojo y de poner en posición inmejorable a Steegmans a medio kilómetro de la conclusión, que ya solo tenía que lanzar al hombre más rápido de la tierra en primera posición. Los intentos suicidas de Grepeil y Dumoulin nada pudieron hacer y, con la línea de meta en el horizonte, Cavendish solo tuvo que soltar para alzarse con su vigésimocuarta en su historia en la Grande Boucle. Gerrans entraba entre los quince mejores y mantenía el amarillo una jornada más, en la que la general sigue sin cambios a expensas del parte médica de la caída que hubo en el sprint.