En un grupo seleccionado por las rampas y la mala carretera de la col de Marsolino coronada a poco más de una decena de kilómetros del final, Simon Gerrans (Orica – GreenEdge) arrancó el contador ganador del conjunto australiano en el Tour de Francia imponiéndose en velocidad, contra lo que indicaban todos los pronósticos, a un Peter Sagan (Cannondale) que no pudo remontar la fulgurante salida de su rival y se quedó un día más, a las puertas de la victoria en suelo corso. Este duelo de clasicómanos final en el que también se inmiscuyeron Michał Kwiatkowski (Omega Pharma – Quick Step), Philippe Gilbert (BMC Racing) o Juan Antonio Flecha (Vacansoleil – DCM) fue lo único rescatable de una etapa anodina, en la que se desaprovechó un terreno sinuoso de toboganes y una peligrosa cota final por miedo a gastar de más de cara a la decisiva contrarreloj por equipos de mañana.

Ya desde el mismo arranque se comprobó que el tercer día de la centenaria Grande Boucle no pasaría a la historia, vista la pobre actitud en el seno del pelotón ante el arranque con el banderazo de salida de Lieuwe Westra (Vacansoleil – DCM). Todos mirando hasta que Alexis Vuillermoz (Sojasun), Cyril Gautier (Europcar), Simon Clarke (Orica – GreenEdge) y Sebastian Minard (AG2R – La Mondiale) salieron unos metros más tarde a la contra. Ellos fueron los únicos cinco que aceleraron y quienes formarían el quinteto que lideraría físicamente la carrera hasta la llegada al puerto final. Y decimos físicamente, porque el pelotón dirigido por Radioshack-Leopard fundamentalmente era quien comandaba la carrera de verdad, manteniéndoles en todo instante dentro de un estrecho cerco que apenas subió de los cuatro minutos y que se mantenía normalmente por debajo de los dos.

Un control absoluto al que Sky, Belkin y Saxo Bank-Tinkoff también se sumaron en la subida de San Martino, buscando proteger a su capos de posibles percances en los puestos cabeceros y, en el caso de los neerlandeses, acelerando en el descenso para mantener la tensión en carrera sin que supusiera un desgaste. No obstante, estos movimientos fueron un espejismo que se desvanecería con el paso por la zona de avituallamiento, tras la que la carrera se mantuvo en standby durante una hora, rodando por un terreno sin apenas un metro recto y llano, propio del conocido “Rally de las diez mil curvas” que formase parte del Mundial de la disciplina durante casi cuatro décadas, perfecto para endurecer la aproximación a los últimos kilómetros e incluso para tender una emboscada. Pero no pasó nada.

Gerrans respondió con la victoria a la confianza de su equipo en él / Foto:  AFP

Gerrans respondió con la victoria a la confianza de su equipo en él / Foto: AFP

Se alcanzó la base del puerto con Clarke y Minard en una cabeza de carrera que tardarían poco en abandonar después de haber dejado atrás unos kilómetros antes a sus compañeros de aventura, y el gran grupo llevado por el incombustible Jens Voigt (Radioshack – Leopard) pisándoles los talones. La tregua era tal que la lucha por las posiciones entre los equipos llamados a dominar el Tour no fue ni mucho menos cruda, y permitieron al gregario alemán mantenerse en cabeza hasta la parte mitad de la ascensión, donde comenzaron a producirse demarrajes de cazaetapas y favoritos de tercera fila como Pierre Rolland (Europcar), Igor Antón, Mikel Nieve (Euskaltel – Euskadi) y Lars-Petter Nordhaug (Belkin) buscando formar un grupo con el que sorprender al pelotón que no hizo absolutamente nada hasta la pancarta de la cima para aplacarlo, donde se lanzaron un par de fuegos de artificio, con Jurgen van den Broeck (Lotto – Belisol) y Alberto Contador (Saxo Bank – Tinkoff) como protagonistas.

Quien sí iba en serio era Sylvain Chavanel (Omega Pharma – Quick Step) que volvía a intentarlo con un descenso suicida en el que fue recogiendo a hombres en tierra de nadie hasta formar un cuarteto con Nieve, Nordhaug y Rolland, con la expectativa de repetir el desenlace de ayer. Pero Orica-GreenEdge se mantenía fresco y sobrado de personal mientras los hombres de Guercilena tenían en la defensa del amarillo de Jan Bakelants su obsesión, por lo que ni ellos ni posteriormente Tom Dumoulin (Argos – Shimano) tuvieron ninguna opción en una llegada en la que Sagan entraba por delante a los últimos 500 metros a la rueda de su compañero Kristjan Koren. Una situación inigualable para el campeón eslovaco de no ser por un Daryl Impey (Orica – GreenEdge) inmenso que llevó a Gerrans, no sin riesgo hasta una posición de privilegio en la que lanzar primero el sprint. Con Koren desfallecido, Sagan se lanzaba a su rueda y comenzaba su progresión después del arreón del aussie, con José Joaquín Rojas (Movistar Team) como espectador de lujo. Pero el ganador de la Milano-Sanremo ’12 aguantó hasta el final y pudo mantener su primera plaza hasta la línea de llegada, aunque por escasos centímetros.

Segunda victoria de Gerrans en la prueba francesa tras su robo en Prato Nevoso en un día en la que la general sigue sin cambios, con Bakelants como líder, veremos si circunstancial, tras la importante CRE de mañana en Niza.