Al fin. Cuando ya había llegado casi al punto de la resignación, y con sólo una temporada más por delante antes de su anunciada retirada, Sven Nys ha logrado su segundo Campeonato del Mundo de ciclocross, tras aquel que consechó como colofón a la que fue su temporada perfecta, en el año 2005. Un título que hace absoluta justicia al corredor de Baal, cuyo palmarés en citas mundialistas no se correspondía hasta hoy con el inmenso legado que ha dejado en el ciclocross reciente y de toda la historia, por qué no decirlo. Sven Nys merecía como nadie otro arcoiris, por su trayectoria, y hoy lo ha logrado.

Y ha tenido que ser precisamente en el primer Mundial de la especialidad que se ha disputado fuera de Europa. Louisville, su nieve, su barro y su trazado han coronado al belga. Trazado que se ha disputado en unas condiciones notablemente diferentes a las vividas unas horas antes por las otras categorías, y en particular por los más madrugadores del día: los juniors. La cubierta impecablemente blanca de nieve se fue disipando con el paso de las ruedas y el tímido aumento de temperatura experimentado con las horas hasta convertirse en un barro relativamente duro y no muy pesado, pero resbaladizo.

Bajo ese panorama se daba la esperadísima salida. Los belgas, copando las primeras posiciones, fueron capaces de contener el empuje del siempre impetuoso Lars Van der Haar y parecían dominar durante esos primeros instantes, incluyendo a un Albert que hizo un arranque muy competente para lo que suele estilar. Pero esa sensación de poderío colectivo no duró mucho. Martin Bína, seguramente motivado por la presencia de la nieve que tan buenos resultados le proporcionó en la última cita previa al Mundial, Francis Mourey y Marco Aurelio Fontana desplazaban a la armada belga y, sorprendentemente, pasaban los primeros por la vuelta inicial. Con ellos, Pauwels, Nys y Vantornout. Albert perdía unos metros, así como Van der Haar, sorprendentemente discreto hasta el momento.

Belgas en salida

© Dave McElwaine

Mourey, con muchas ganas, cogía una pequeña ventaja, inicialmente de apariencia anecdótica, pero que luego se consolidaba, mientras comenzaba a nevar tímidamente de nuevo. Pauwels encabezaba la persecución por detrás y se llevaba con él a Bína, Vantornout y Nys, quienes pasaban a una docena de segundos del francés al siguiente paso por meta. Albert, con Van der Haar, perdía 25 segundos en ese punto. Una leve caída de Mourey, sin ningún tipo de consecuencias, no le impedía seguir manteniendo el hueco, e incluso ampliarlo ligeramente hasta los 14 segundos en la tercera vuelta. Bína cedía por detrás y era alcanzado por Albert.

La implicación de Pauwels comenzaba a dar sus frutos y, yéndose un poco de los demás, se iba acercando poco a poco al francés. Bína perdía el tren definitivamente y Albert parecía sufrir, pero se mantenía a una distancia corta que no permitía descartarle. Cercanos ya al ecuador de la carrera, se conformaba una formación que empezaba a parecer sólida: Mourey, Pauwels, Nys y Vantornout como cuarteto cabecero, con el aún vigente arcoiris a pocos metros y Van der Haar en tierra de nadie, a una veintena de segundos. La situación se mantuvo estable cuando pasaron a cuatro vueltas del final (de las nueve totales). Se olía el miedo a la responsabilidad y a quemar fuerzas demasiado pronto.

Entonces llegó lo nunca deseado. En una curva, a Pauwels se le salía la cadena y, pese a sus denodados intentos, no era capaz de encajarla de nuevo en su lugar. Se veía obligado a patear hasta el asfalto y allí, trabajosamente, conseguía volver a hacer rodar la bicicleta, pero con tamaño tiempo perdido que quedaba absolutamente descartado para el triunfo. Mala suerte que se cebaba de nuevo con el rubio de Ekeren tras la vivida hace pocos días en Hoogerheide, que le privó entonces de la posibilidad de llevarse la Copa del Mundo. Mientras, por delante, la valiente apuesta de Mourey llegaba a su fin. Agotado, el francés se descolgaba de Vantornout y Nys, e incluso un Albert con la constante sensación de ir poco cómodo, así como el joven Van der Haar, en una muy meritoria remontada, le rebasaban. El reciente campeón de Bélgica, en su habitual actitud ofensiva, apretaba mientras Nys parecía ir controlando la situación y los esfuerzos al milímetro.

Justo antes de encarar las dos últimas vueltas, el de Baal probaba a Vantornout y conseguía pasar la línea con dos escasos segundos sobre él. Klaas, constante y sólido a lo largo de todo el día, cerraba el hueco. Sorprendentemente, a algo menos de medio minuto tras ellos, Lars Van der Haar daba alcance a Niels Albert, en otra muestra de su enorme madurez alcanzada a lo largo de su primera temporada con los elite, sabiendo correr de menos a más a diferencia de sus primeras carreras. Albert, viendo cómo se le escapaba definitivamente la posibilidad de revalidar título, comenzaba su hundimiento particular.

El duelo estaba servido en el dúo de cabeza. Nys, siempre tan hábil en la zona de obstáculos, intentaba otra arrancada. Nada; esfuerzo aparentemente baldío ante un Vantornout en una forma espectacular en lo que llevamos de año. Sonaba la campana de última vuelta y continuaban juntos, mientras un extraordinario Van der Haar se acercaba a solo 17 segundos. Y… ¡sorpresa!: el primer corredor en cruzar tras ellos no era Albert, sino un Bart Wellens que aparecía por primera vez destacado en las cámaras, aparentemente de la nada, cuando casi nadie le esperaba ya.

Las fuerzas parecían igualadas entre los candidatos al oro. Nys, carente hasta el momento de su iniciativa característica en los últimos tramos de las carreras, parecía nervioso y poco seguro ante la condición mostrada por Klaas Vantornout. Pero a aproximadamente media vuelta del final pareció encontrar su momento. Un potente demarraje, sumado a un pequeñísimo error de Vantornout al resbalar ligeramente en una curva tomada a pie, le otorgaba unos metros vitales. Abierto el minúsculo hueco, ni aumentaba ni disminuía; la igualdad era manifiesta. Nys, nervioso ante la gran oportunidad tanto tiempo esperada, miraba para atrás para comprobar cómo Vantornout incluso se le volvía a acercar ligeramente. Pero la última curva ya estaba allí. El asfalto conducía a Sven Nys al ansiadísimo título por una diferencia exigua ante Klaas Vantornout, quien manifestaba su frustración con un puñetazo en el manillar ante el desaprovechamiento de una oportunidad, quizá, única.

Victoria de Nys

© Dave McElwaine

Van der Haar confirmaba la extraordinaria cosecha de Países Bajos en la jornada con un meritorio bronce que le asienta ya, si es que no lo estaba aún, en la élite del ciclocross, y como la alternativa de futuro y casi ya de presente al dominio belga en la categoría reina. Wellens conquistaba la cuarta plaza en un tardío toque de genialidad que hacía justicia al refrán de que quien tuvo, retuvo, mientras el alemán Philipp Walsleben y el suizo Julien Taramarcaz refrendaban excelentes actuaciones con los siguientes puestos de honor. Simunek, quizá con menos nieve de la que le hubiese gustado, era séptimo por delante de un hundido Niels Albert. Pauwels, atenazado por la mala suerte y los problemas mecánicos, se quedaba fuerza del top ten. Muy digno papel de los españoles, mejorando notablemente sus respectivas prestaciones de la temporada pasada en Koksijde: Aitor Hernández era 23º y Javier Ruiz de Larrinaga 28º, tras corregir ambos una salida bastante pobre. Buen resultado que justifica el complicado viaje hecho hasta Louisville.

Nys arcoiris

El segundo arcoiris de Sven Nys

Clasificación (top 10)

1 Sven Nys (Bélgica) 1:05:35
2 Klaas Vantornout (Bélgica) 0:00:02
3 Lars Van Der Haar (Países Bajos) 0:00:25
4 Bart Wellens (Bélgica) 0:00:41
5 Philipp Walsleben (Alemania) 0:00:44
6 Julien Taramarcaz (Suiza)
7 Radomir Simunek (Rep. Checa) 0:01:15
8 Niels Albert (Bélgica) 0:01:19
9 Thijs Van Amerongen (Países Bajos) 0:01:31
10 Martin Bina (Rep. Checa) 0:01:41