Para terminar corriendo como le ha pedido la afición que le apoya, y la que no lo hace de modo tan impulsivo otro tanto también, ha tenido que ver Alejandro Valverde la espada de Ettore Torri y el CONI circundando su cuello para, como proclama o manifiesto, correr mucho y parece que al ataque en un principio de temporada atípico en los últimos años para el murciano. Así comenzó, con un mensaje claro que se podía leer entre las líneas de su por ahora calendario no definitivo. Lo que no se puede leer entre esas líneas es si esto ha ocurrido porque piensan, en Caisse d´Epargne y en el círculo más íntimo de Valverde, que le queda muy poco que correr de manera irremediable este año y para los próximos dos, o porque así quiere demostrar que un corredor de su talento y talla tiene que estar presente, mientras pueda, en el pelotón internacional.

Pero lo cierto es que es más que evidente que variar el calendario de la manera en que lo han variado es sintomático de algo. En primer lugar, de haber entrado en razón y no querer volver a desperdiciar el potencial número de victorias que ofrece el murciano en las carreras de comienzo de temporada, o de, en segundo lugar, una manera de aprovechar las semanas que le quedan como corredor con licencia. Todo indica lo segundo, argumentada además esta posibilidad por la necesidad de victorias del equipo navarro por el proceso de búsqueda de patrocinio en el que se encuentra inmerso Eusebio Unzue. Recordemos que la caja francesa, Caisse d´Epargne, ha declarado que no continuará con el patrocinio del equipo más allá de 2010 ya que prefiere revertir estas inversiones publicitarias en los equipos franceses para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, apoyando, además, la candidatura de Annecy a los Juegos Olímpicos de invierno de 2018.

En pasadas temporadas el objetivo primordial del corredor murciano siempre giraba en torno al Tour de Francia, carrera fetiche de la escuadra que le ha venido recogiendo desde 2005 cuando dejara el Comunitat Valenciana – Kelme de Vicente Belda. Eusebio Unzue, obligado por su cultura ciclista y por el patrocinador que ha disfrutado estos años, ha conseguido erosionar, poco a poco, la capacidad ofensiva de un Valverde convecido de sus prestaciones en GT´s que levantaba pasión en sus primeros años con un golpe de pedal que nunca ha perdido, pero con el que se prodiga en contadas ocasiones al ataque (el año pasado tan sólo una vez, en Dauphiné Libéré). Así, incidiendo en el mensaje de guardar fuerzas y energías para los momentos decisivos y en el tan manido CBR (comer, beber y a rueda), el doble ganador de La Doyenne se ha visto en un proceso de adaptación, que no de transformación, hacia lo que nunca ha sido y nunca podrá ser, un vueltómano. Por ello se limitó su calendario estos años, para llegar con la menor carga posible a julio. Por ello, en consecuencia, se redujeron sus posibilidades de victoria (por no participar o por no llegar al 100%, aunque es un corredor que coge la forma con extrema facilidad) en carreras que encajan con su perfil de corredor como la París – Niza, Milán – San Remo, Vuelta al País Vasco, Amstel Gold Race, Flecha Valona o Lieja-Bastogne-Lieja.

Pero en la presente temporada, acuciado por una deuda que quieren hacerle pagar, ha tocado a zafarrancho. Se presentó en el Tour Down Under, en Australia, en enero, con una competitividad y hambre de victoria de la que ciertamente siempre hace gala. Fue ofensivo y ayudó a su compañero Luis León Sánchez a obtener una victoria parcial y aún falto de ritmo corrió el Tour del Mediterráneo (donde un día se escapó durante algo más de 70 km con Vinokourov), para ganarlo en la última etapa en la subida al Mont Faron ante rivales como Gesink, Nocentini o el mismo “Vino”. Ahora sus objetivos se centran en la París – Niza, carrera a la que lleva sin ir varios años y donde formará dupla con el último ganador, Luis León Sánchez, para luego tratar de conseguir victorias parciales y generales en la Volta a Cataluña, donde tratará de revalidar victoria, Vuelta al País Vasco y en las grandes clásicas de cotas de abril.

Ahora, según parece y todo por informaciones propias de la web de Valverde, se plantean él mismo y su equipo correr el Tour de Flandes (que en tal supuesto sustituiría a la Itzulia). Obviamente sus posibilidades en esta carrera son mínimas. De Ronde es la carrera más exigente en lo táctico, y lo que la complica mucho más, en lo psíquico. Es un día en el que las fuerzas lo son casi todo, debido a que la experiencia es algo más que un grado. Saber moverse en el pelotón el primer domingo de abril sorteando los numerosos obstáculos que se presentan durante y sobre la marcha, es una cuestión de experiencia y cultura. Y éstas cualidades, de las que carece Valverde, son las que ese día le podrían hacer naufragar de todas, todas. No obstante, los mejores corredores deben estar en las mejores carreras. Y Valverde es un Top mundial. No es su carrera, pero el talento y su alma de killer, de ganador, le pueden hacer terminar en una posición honorífica que haga cambiar la opinión que de él tienen muchos aficionados… y él mismo también.

Porque Valverde no es un vueltómano, es un talento sobrenatural para las clásicas. Y si la amenaza de Torri y el CONI hace que se vuelva a concienciar de que marzo y abril son dos meses necesarios y claves para él y para el disfrute de los aficionados, entonces el juicio al que le están sometiendo podría ser una cuestión con un final muy práctico para el mundo del ciclismo.

Javier Cepedano