Siempre gana uno. No ganan más. En carreras por etapas siempre más de uno, pero la gloria, en general, siempre lleva un solo nombre en el ciclismo. La semana pasada hablábamos de líderes que se convierten en gregarios. Pero éstos, los esforzados, son muchos más que los líderes, que son los que casi siempre triunfan dentro de las escuadras. Los otros, los ‘currelas’, son los esforzados de la carretera, adaptando el célebre comentario de Albert Londres en su libro sobre el Tour de 1924. Abnegados. Humildes. Generosos. Compañeros fieles de equipo que no solo un año, sino más bien durante toda una carrera sirven a su equipo sabiendo que ellos, pocas veces, tendrán la posibilidad de encontrar el éxito. La victoria para ellos es de hoja caduca. De oportunidad muy temporal.

David Boucher siempre está buscando la fuga. Nunca gana. De hecho, no ha ganado más que una carrera desde que es profesional. Pero David, que con frustración nos contaba durante la Vuelta que si tenía fuerzas, atacaría, siempre gusta de ser cabeza de carrera. Kop van de wesdtrijd. Ese es el espíritu del antes francés, y ahora belga. Tanto para sendos países como para la UCI. Al final abandonó en una de las primeras etapas, pero nadie le ha quitado el placer de atacar y liderar carreras cuando éstas no se ven por televisión. Ese es y será su negocio.

Como el de Michael Mørkøv, imagen y salvación de un hundido Saxo Bank – Tinkoff Bank durante el Tour de Francia. Allí, en las carreteras francesas, el danés se paso veintiún días en fuga. El pistard, que afrontará 2013 con el objetivo de rendir en las clásicas de primavera, durante el pasado mes de julio se erigió en líder del conjunto de Rijs escapándose y dejando ver el para esa carrera estrenado maillot de su equipo. Tuvo grandes días, como camino de Cap d’Agde o cuando vistiera el maillot ‘a pepas’ como rey ocasional y puntual de la montaña.

Morkov, uno de los esforzados de la ruta. © Doug Pensinger/Getty Images Europe)

De todos los nombres propios que leeréis aquí, Jonathan Castroviejo es el que más podrá llegar a ganar de todos. En realidad Jonathan no es un gregario per se, pero sus demostraciones en Londres y durante la Vuelta a España, en la que se llevó su premio vistiendo en su tierra de rojo, y en el Mundial de Limburgo, bien valen una mención especial. Ritmo. Con cadencia sirvió Castroviejo a sus líderes no haciéndoles ganar ninguna carrera -sí en la Vuelta-, pero dando opciones a que lo ganaran todo.

Castroviejo, todavía joven, ha recibido su premio en forma de convocatorias para Juegos Olímpicos y Mundial. Amets Txurruka, sin embargo, es un esforzado sin premio y sin recompensa. Sin puntos. Sus argumentos, la lucha y la entrega, ni rozan el maná del ciclismo moderno. Así que ‘Txurru’, presente en las tres Grandes Vueltas del año (tuvo que abandonar en el Tour tras la caída llegando a Metz), tras años de esfuerzo, sacrifico y tesón, no ha recibido el premio que se merecía; seguir, al menos, en ‘su’ equipo.

Adam Hansen sí lo ha consiguió. No seguir en Euskaltel, que aunque ya puede nadie se lo ha ofrecido, sino más bien terminar las tres rondas de tres semanas. El encierro de Sky en las carreteras de La Rioja durante la Vuelta pudo fastidiar su meta, pero este australiano residente en Praga que corre para un equipo belga, consiguió cerrar su periplo, único en 2012, en Madrid. Le ha debido saber a poco; en la temporada que viene volverá a intentar empezar y terminar el Giro, el Tour y la Vuelta.

Han sido muchos los que han destacado ayudando a otros. Christian Knees supliendo parte del trabajo de Kanstantsin Sivtsov en el Tour, Alberto Losada para Joaquín Rodríguez comiendo kilómetros en la alta montaña del Giro y de la Vuelta, o Laurens Ten Dam, Ian Stannard, Koen de Kort o Lars Ytting Bak. Ellos consiguieron destacar en labores menos lustrosas para que sus compañeros ganaran antes o después. Ese es el trabajo de los gregarios, algo de lo que mucho puede hablar el mismo Knees, como Losada, De Kort, Txurruka o Boucher.