2012 ha sido el peor año como profesional para Andy Schleck. El año que ahora finalizamos ha venido cargado de lesiones, abandonos y decepciones, y vacío de resultados de mérito. Sólo 28 días de competición y un 22º puesto como mejor resultado del año, un bagaje ridículo para uno de los ciclistas más talentosos del pelotón. Aunque su eternamente cuestionable actitud profesional no ha ayudado, lo cierto es que las lesiones fueron el gran problema del año para el ciclista luxemburgués y, de manera más preocupante, representan una inquietud grave para su futuro.

La caída de Schleck en el Dauphiné le apartó del Tour de Francia y le dejó sin correr hasta el Tour de Beijing, en el que terminó abandonando tras arrastrarse durante todas las etapas. Andy asegura que todavía siente dolores y que no está recuperado al cien por cien. Su objetivo es estar sano en enero y empezar a preparar el Tour de 2013, cuyo recorrido se adapta a sus cualidades.

Andy Schleck lleva desde la última contrarreloj del Tour 2011, en la que perdió la carrera ante Cadel Evans, sin competir por la victoria en una carrera. Fue la última vez en que se vistió el maillot amarillo, como si Evans, quitándole el jaune, le hubiera desposeído a la vez de las fuerzas para seguir jugando a ciclista. Siendo optimistas, el ganador in pectore del Tour 2010 no volverá a ponerse un dorsal para ganar hasta abril de 2013 (es importante el matiz), 21 meses después de la crono de Grenoble.

Suponiendo que se recupere con éxito de la lesión (recordemos que ya han pasado más de cinco meses desde el momento de la caída y aún sigue con secuelas), ¿es posible ignorar 21 meses de ‘DNF’s y volver a tiempo de pelear por la victoria en un Tour de Francia, a la altura de Alberto Contador o Chris Froome? Aunque es cierto que hay casos de ciclistas que vuelven a la élite tras dos años de desaparición –es una casualidad poco simpática que el periodo sin resultados de Andy casi coincida con el de una sanción antidopaje estándar–, el retorno requiere mucha fortaleza mental, una de las debilidades achacadas tradicionalmente al escalador luxemburgués. Además hay que tener en cuenta la situación de su hermano Fränk tras el positivo en el Tour: puede que Andy, por primera vez, afronte una temporada sin Fränk. En parte ese había sido el plan de Bruyneel para 2012, un año nefasto para los tres implicados.

Tal vez los palos le hayan hecho madurar y la falta de resultados le haya hecho apreciar la bicicleta como debería haber hecho desde los inicios de su carrera. Tal vez el recorrido del Tour que viene, con muy poca contrarreloj individual –“I am fucking motivated”, decía Andy tras la presentación–, sea la zanahoria para aguantar los meses previos. Pero tal vez el ciclista que dejaba momentos de pura genialidad entre decepciones más o menos sonada, no sea capaz de volver jamás a la élite a la que pertenecía. Y es un escenario realista que debe entristecer hasta al mayor detractor de Andy Schleck.

(Foto: Reuters)