Pasó a profesionales por la puerta grande, directo al World Tour de la mano de Liquigas, tras un gran año en el calendario dilettante, pero sin embargo, Moreno Moser, pese a su ilustrísimo apellido, no llegaba con tanta fama como otras figuras de su generación. Quizá no decantarse por ser solamente un clasicómano como Battaglin, Trentin o Puccio, o un escalador claro como Aru o Cattaneo, le dejaba en una especie de indefinición que podía parecer un segundo plano. Pero nada más lejos de la realidad. Moreno Moser (Trento, 1990), no sólo ha sido el mejor neoprofesional italiano de su prolífica camada, si no también la más grande irrupción del año en el primer nivel del pelotón internacional.
Y precisamente ha sido su versatilidad la que le ha permitido brillar a lo largo y ancho del calendario, en todo tipo de pruebas de un día o de una semana tanto en el calendario italiano como en el propio World Tour. Moser ya avisó en su tercer día de competición llevándose el Trofeo Laigueglia a lo grande, entrando en solitario tras un certero ataque a tres kilómetros de la meta. Un desenlace prácticamente calcado le permitió anotarse un segundo triunfo de más prestigio en la carrera del primero de mayo, la ahora llamada Carrera de la Plaza de las Finanzas, en Frankfurt. Esta capacidad para demarrar y hacer camino sólo o en grupo ha sido uno de sus puntos más fuertes, algo que salvando muchas distancias, retrotrae a la imagen de su tío Francesco, uno de los más grandes rodadores de la historia.
Y es que Moser ha demostrado andar realmente bien contrarreloj, especialmente en las distancias más cortas, algo lógico en un ciclista de su edad. De las seis CRIs que ha disputado este año ha logrado cuatro Top10s, incluyendo el tercer puesto en el prólogo de Suiza (tras Sagan y Cancellara) o el noveno en la ultra-técnica crono de la Itzulia. Pero el potencial mostrado por el ciclista trentino no se queda ahí.
Ya en Suiza le vimos hacer algunas exhibiciones en la media montaña como gregario de Peter Sagan, algo que confirmo siendo tercero en el super-competitivo nazionale italiano. A partir de ahí, la segunda parte de la temporada le ha encumbrado como una figura del pelotón. Polonia fue la carrera: dos victorias de etapa en plan killer que confirmaban que su punta de velocidad y su instinto son de ganador nato y le aupaban al primer puesto de una general que haría suya por delante de otros young guns como Henao o el local Kwiatkowski.
Visto lo visto, su ausencia en la azzurra para los Juegos de Londres despertó algunas críticas hacia Bettini, que ya no pudo dejarle fuera del Mundial, dónde pese a su bisoñez frente al enorme kilometraje, cumplió más que de sobras aguantando en el pelotón hasta el último paso por el Cauberg, dónde dejó inmejorablemente colocado a su líder Nibali. Antes había hecho las américas corriendo en Colorado y Canadá, dónde pese a partir a la sombra de Sagan, estuvo a punto de llevarse el Gran Premio de Montréal con su receta favorita, ataque durísimo de rodador y punta de velocidad final. Sólo un rocoso Lars-Petter Nordhaug pudo con él.
Moser cerró la temporada descubriendo el Lombardía, una carrera en la que será protagonista en poco tiempo, y en Pekín, dónde estuvo cerca de los mejores pero empezó a acusar una temporadade debut muy larga. El año que viene, ya bajo la marca Cannondale, le esperaremos en grandes escenarios. Su dupla con Sagan puede ser uno de los grandes florecimientos de la próxima primavera.
Creo que no hay dudas en este sentido. Moreno Moser ha sido el mejor debutante del año.