Rotundo, contundente, así se ha mostrado Pat McQuaid en la sentencia contra Lance Armstrong. El americano, considerado como uno de los mejores ciclistas de la historia, ha sido borrado del mapa. “Le echamos del ciclismo, no tiene sitio en él” declaraba en rueda de prensa el dirigente irlandés. La Unión Ciclista Internacional a expensas del informe realizado por la USADA ratificaba al organismo norteamericano. Siendo más claros, la UCI no apelaba la decisión de la USADA a la vez que la confirmaba y ejecutaba; Lance Armstrong era sancionado con fecha 1 de Agosto de 1998 perdiendo las siete victorias conseguidas en el Tour de Francia. Los resultados de los mismos no se conocerán hasta la próxima reunión del comité directivo de la máxima organización del ciclismo si bien es cierto que ASO, empresa que gestiona el Tour de Francia, en un comunicado manifestaba la desposesión de los títulos dejando vacío el palmarés entre 1999 y 2005. A su vez, el americano debería devolver la cuantía ganada en premios; una cantidad que, según El Correo se sitúa sobre los nueve millones de euros pero que puede ser ampliamente superior.
Hasta aquí todo es normal. Una investigación llega a su fin con una sentencia. La inocencia o la culpabilidad no entramos a valorarla. Ahora bien, son muchas las conjeturas que se pueden extraer del “caso Armstrong”. Después de la sentencia, la UCI con su máximo dirigente salen de “rositas”. Ante este escándalo que ha sacudido de lleno el pasado, el presente y el futuro del ciclismo los hombres de traje y corbata salen impunes. Como si de política se tratase, ellos barren para afuera.
Ante este caso la propia UCI tenía dos opciones. Aceptar y depurar los errores de un sistema ineficaz o usar a Armstrong como cabeza de turco. Optó por lo segundo, la vía más sencilla para todas partes. Por si fuera poco, McQuaid se desmarca de todo el escándalo. Un caso que salpica al dirigente primero en su etapa como vicepresidente bajo el mandato de Hein Verbruggen así como en su actual situación como máximo dirigente. Verbruggen, quien estuvo en la presidencia entre 1991 y 2005, afirmaba la semana pasada “lo único que puedo decir es que hay muchas historias y sospechas, pero no hay ni rastro de pruebas”. Pruebas que, según muchas voces, fueron destruidas. Al parecer, la UCI ocultó dos positivos del texano; uno en el propio Tour de Francia, otro en la Vuelta a Suiza. Aquí no acaba todo, el propio McQuaid declaraba en el día de hoy “no acepto los resultados denunciados de 2009 y 2010”. Casualidades de la vida, los dos años que implican a Armstrong en su mandato.
Podemos estar de acuerdo en que Armstrong no tiene sitio en el ciclismo, pero, ¿un organismo legislativo y ejecutivo con pasado corrupto sí? No se puede entender. Una y otra vez se vuelve a tropezar contra la misma piedra. “No es la primera vez que afrontamos un momento difícil y volveremos a empezar con nuevo vigor” argumenta con la cabeza bien alta. Ante un escándalo de tan grandes magnitudes sea el ámbito que sea y siendo el sector que quiera el máximo organismo debería dimitir en firme por el bien de su propio representado.
El ciclismo tiene futuro, sí, pero con otros nombres que lo dirijan. Las desavenencias mostradas en los últimos años así como el tan desacreditado ranking de mérito merecen otros nombres; savia nueva con ideas claras; ideas que vayan encaminadas a fortalecer desde la base para que las raíces del ciclismo crezcan con paso firmes; ideas que vayan encaminadas al colectivo en general y no al aprovechamiento particular. La barra de medir tiene que usarse a todas las personas por igual porque, ¿qué pensará Armstrong del Tour de Francia que ganó Bjarne Riis en 1996? ¿Cómo pueden sancionar a una persona que no ha dado nunca positivo? Preguntas que, por citar dos cualquiera, quedan en el limbo, un limbo auspiciado por la UCI donde el interés particular mueve más pedales que el general.
Sancionar a un corredor que nunca ha dado positivo, peligroso precedente…
¿Entonces Armstrong tiene que devolver el dinero de los premios? ¿Y lo que pagó para silenciar los dos positivos no se lo reembolsan? ¿Y la UCI no devuelve el dinero conseguido por el boom que supuso el texano en América? Por lo menos podrían tener la vergüenza de usar esos 9 millones integramente en la lucha anti-dopaje, y no llenarse los bolsillos de 3 o 4.
minguet, Armstrong no es ni mucho menos el primer ciclista sancionado sin haber dado positivo. Bueno, y de hecho la coña es que Armstrong sí dio positivo en su momento (aunque lo tapara la UCI).
Nadie va a echar un paquete a la UCI o a algunos miembros al menos por aceptar sobornos para ocultar un positivo? A lance, que es culpable casi seguro, han ido a por él porque ya no les daba nada
armstrong debe ser respetado y mas querido que nunca por la TREMENDA INJUSTICIA y ATROPELLO de la usada y la uci desde aqui decir al sr. mcquaid que el unico que sobra en el cilismo es él y los metodos de la usada y que la gente prefiere a armstrong dentro del deporte y a estos mamarrachos que lo diregen los queremos fuera del ciclismo , dimision de la uci y la usada e INVESTIGACION DE SUS METODOS QUE SON CLARAMENTE ILEGALES.
¿Pero es que no se van a depurar responsabilidades dentro de la UCI? ¡Esto es una tomadura de pelo! Dicen que un corredor da positivo, soborna a la UCI, y aquí no pasa nada. ¿Donde están los sobornados?
UN DURO GOLPE PARA EL CICLISMO
No queremos olvidar, por ejemplo, que Lance Armstrong se mantuvo incólume en la palestra durante siete largos años. De haber descubierto su turbulenta actuación con anterioridad, haciendo referencia a los organismos responsables de acallar el dopaje, con controles y demás, sea tras su segunda victoria en el Tour de Francia o bien en la tercera, de seguro que estos males hubieran podido ser enmendados mejor de lo que ha sucedido. El estadounidense habría podido ser sido descalificado en su justa medida de tal manera que las siete coronas o parte de ellas no hubieran incidido en su historial. Una sanción a tiempo hubiera encauzado esta cuestión bajo otra senda. Pero ya nadie duda de que varias personas del entorno del estadounidense Lance Armstrong, con el pasar del tiempo, escondieran en su fuero interno lo que sabían. En fin, que no se jugó limpio hasta que años más tarde, demasiados, decidieran desempolvar o delatar el asunto, poniendo las cartas boca arriba.Imaginamos que varias personas vinculadas en los asuntos de Armstrong decidieron silenciar o encubrir ciertas operaciones fraudulentas, si se quieren denominar así, mediante la implicación de sumas económicas, léase dinero, este poderoso caballero que muchas veces esconde verdades.