A la primera, Sagan venció. Y venció. Y volvió a vencer. Sabíamos que Peter Sagan estaba listo para el Tour de Francia, pero no sabíamos si el Tour de Francia estaba listo para Peter Sagan. A él le dio igual: llegó, vio y ganó el maillot verde en su primera Grand Bouclé. Difícil discutir que el fenómeno eslovaco ha sido uno de los mejores debutantes de la historia de la carrera más importante del planeta.

Su aparición inicial fue tan bestia como el resto de su carrera. En la primera etapa en línea que disputó, ganó. Fue tan hábil, de piernas y de cabeza, como para soldarse a la rueda de Fabian Cancellara, algo más fácil de decir que de hacer. Que en la meta no habría historia, pese a que también estaba por allí Boasson Hagen, era evidente. Sagan celebró su primera victoria en el Tour lejos de la emoción de los primerizos; se esforzó más por innovar que por festejar el momento. Ganar, para Sagan, es lo normal, y así nos lo hizo saber. Casi se podía oír lo que pensaba: “os vais a aburrir tanto de contar mis victorias que mejor fijaos en cómo las celebro”.

Dos días después, victoria al sprint de Cavendish entre medias, Sagan pulverizó a sus rivales en la cota de Bolougne sur Mer, un uphill finish de cierta entidad. Vestido ya con el maillot verde, le sacó un segundo a todos sus rivales en meta. Lo celebró con un homenaje a Forrest Gump: “A él le pedían que corriera, y corría; a mí me piden que gane, y gano”. A ver quién es el majo que se atreve a corregirle.

(Foto: Bryn Lennon)

Porque sólo tres días después, en Metz, volvió a ganar de manera distinta. En esta ocasión, en un sprint plano-plano, que si bien se disputó tras una caída que había mermado al pelotón, nos permitió ver a Sagan batir a Greipel y Goss en el mano a mano y celebrarlo a lo Hulk. Una semana de Tour de Francia, tres victorias y el mundo de la bicicleta buscando precedentes históricos con los que comparar al bicho, algo que no ha dejado de hacer desde su aparición en la París-Niza de 2010.

Sagan no se despegó del maillot verde en el resto del Tour, aunque no pudo celebrar más victorias. Lo significativo es que, con el trío de etapas en el zurrón, se dedicó a seguir buscándolas y estuvo cerca de conseguirlas. Con eso hay que quedarse: si bien el impacto inicial no ha sido precisamente suave, la presencia de Peter Sagan en el Tour de Francia promete más para el futuro que un cuarto puesto en nuestro ranking de momentos del año.