¡¡Hola de nuevo!! Sigo en Osaka, ya encarando mi último mes en el país nipón. Y es que aunque en Europa la temporada prácticamente ha sido ya finiquitada, en Japón y por ende en Asia en general se sigue corriendo. La temporada japonesa es larga, que no intensa, lo cual a veces resulta un poco tedioso.

Este último fin de semana hemos disputado la penúltima prueba del J Pro Tour. Carrera llamada Criteriúm de Bihama (o Mihama, depende del sitio), que si bien tiene el nombre de criterium es algo a camino entre el esto y el road race. En definitiva era una carrera un poco extraña. Se disputaba en un circuito de 3.750 metros. Algo largo para un criterium y corto para una carrera en línea. El circuito era rapidísimo con una subida de 1 km, tendidísima, no más del 4% en su zona más dura, pero normalmente en torno al 2%, prácticamente un falso llano, un par de toboganes, dos curvas de 90 grados y la recta de meta larguísima y llana. La duración de la carrera fueron unos 95 minutos más dos vueltas. Sí, no es broma.

El circuito era rapidísimo, por lo cual era capital estar siempre entre los primeros 20-30, eso que dicen todos los directores, pero que siempre es más fácil de decir que hacer, aunque bien es cierto que los japoneses al ser tan amables y educados respetan demasiado en el pelotón y en cuanto metes un poco el codo te ceden rápido la posición, por lo que aquí es un poco más fácil.

Y esta vez os voy a decir que ha sido la primera carrera en Japón que he disfrutado como un enano. Y es que ha sido el primer día que de verdad he tenido piernas para hacer frente a los Shimano, Blitzen, Matrix y compañía. Desde el pistoletazo de salida he notado que hoy las piernas giraban fácil, así que aprovechando esta circunstancia iba a ser leña al mono, que hay que hacer la carrera dura. Como siempre salida rápida, muchos ataques y yo en todos los follones. Eso me encanta. Cuarta vuelta ataco desde abajo hasta arriba de la subida, sin mirar atrás. Porque hoy no tengo que usar el retrovisor cuando ataco.

Se suceden los intentos hasta que finalmente se van tres corredores. Está bien, tres corredores no van a ningún lado. Demasiado pronto. Efectivamente, los equipos Ukyo, Cannondale y sobre todo Ravanello comandan la persecución. Cada vez más rápido. Yo de vez en cuando me tengo que acordar al pasar por meta de cuanto llevamos de carrera para cumplir los 95 minutos (sí, un poco surrealista).

Unos 20 minutos para el final y se hace la aceleración definitiva, se coge la fuga y arrancan cuatro corredores (el líder del J Pro Tour Matsuda de Blitzen, dos Shimano y un Matrix). Esta es buena, arranco en el repecho con todo. Cada vez les tengo más cerca, miro atrás, voy solo, aprieto, hay que cogerles antes de la curva del final de la subida. No lo consigo, pero Kano del Ukyo me da el relevo salvador y contactamos con los fugados. Esta es buena, cuatro Shimano, dos Blitzen, dos Matrix, dos Ukyo, un Ravanello, un Vax, un Shonan Bellmare y yo.

Vamos rápido pero no muy organizados. No lo acabo de entender. Tenemos hueco y a todos nos conviene pero los relevos son un poco anárquicos. Yo voy tan metido en carrera que me he olvidado del reloj… y de repente escucho ¡¡2 vueltas para el final!! (aunque no os lo creáis algo de japonés empiezo a entender, poco eso sí). Vamos, vamos. Pero a mitad de vuelta miro atrás y veo lo que no quería ver. Nos han cazado. Agghhh.

Una vuelta para el final y ahora ¿qué? Bueno pues ahora por lo menos vamos a meternos al sprint para sumar todos los puntos posibles para el equipo. Recta de meta, pillo el treno del Shimano. Está claro que ganar es imposible, pero vamos a buscar un buen puesto, para eso se necesita suerte, es decir, agarrar el lado rápido del sprint y apretar a tope. Pues yo pensaba que el Shimano era el lado bueno. A mi derecha aparece Blitzen con otro treno y en los últimos 800 metros aparecen los Matrix aún más por la derecha como misiles dejándome fuera de juego. 18º al final pero muy buenas sensaciones. Me quedan dos oportunidades, la primera en la Japan Cup el sábado; aquí os lo contare. ¡¡Matane!!