Portugal, país con buena tradición ciclista, a pesar de ello, no ha tenido más que un gran campeón en nuestro deporte; Joaquim Francisco Agostinho (Torres Vedras – 1943). De familia humilde, Agostinho no descubrió pronto la bicicleta. Su infancia la pasó estudiando y ayudando en el campo a la familia. Más tarde, se enrroló en la armada portuguesa y luchó en la guerra en Mozambique. Allí pasó más de dos años luchando por las cuestiones coloniales. Cuentan que sus primeros vítores como ‘ciclista’ los recibió en África; empleaba 3 horas menos que otros soldados en recorrer 50 kilómetros de distancia para llevar mensajes entre mandos del ejército portugués. Cuando terminó su servicio en Mozambique, se quedó en la zona trabajando en una azucarera, pero pronto volvió a Portugal y comenzó a correr en carreras amateur.

Agostinho tenía un cuerpo pequeño, compacto, pero privilegiado. Dicen de él algunos historiadores del ciclismo que podría haberse dedicado al deporte que hubiera querido. Pero eligió el ciclismo, y durante un Tour de São Paulo -que ganó-, corriendo con unas prendas prestadas de João Roque, experto en artes marciales brasileño, Jean de Gribaldy -descubridor también de Sean Kelly o Steven Rooks- se fijó en él. El director deportivo francés le fichó. Lo tenía claro y no se equivocó; en 1969, corriendo ya para el Frimatic – Viva – De Gribaldy, Agostinho acabó 8º el Tour llevándose además las etapas de Mulhouse y Revel. La historia del portugués es una historia de éxito; grandes victorias parciales, pódium en el Tour de Francia en 1978 y 1979 (¡corriendo para el Flandria!) y una infinidad de campeonatos nacionales portugueses. Sin embargo, en pruebas de un día, en el Mundial de ciclismo en ruta, nada.

‘El Mundial es una prueba muy especial. Si tengo una oportunidad de lucirme, voy a vaciarme por ella’, nos dice Rui Alberto Faria da Costa (Póvoa de Varzim – 1986) justo antes de uno de sus grandes objetivos del año; la carrera de Limburgo. Costa, quizás el segundo mejor corredor portugués de la historia tras este gran 2012 (ahí estará con Acácio da Silva o Sergio Paulinho), es consciente de que necesita una carrera dura y que el recorrido no es el más adecuado para sus características, pero en plena madurez, psíquica y física, sabe que llegará su oportunidad; ‘los Mundiales tienen que ser variados. Por eso me parece muy lógico que sean pruebas de diferente perfil para que corredores muy diferentes puedan tener sus opciones. Ese es uno de los atractivos de una prueba como el Mundial‘.

No solo en el Mundial se fija Costa, también tiene otros objetivos, pero sabe que aun le queda mucho por crecer; ‘soy un corredor completo, voy bien en recorridos y pruebas muy diferentes. Pero soy joven y todavía estoy en preogresión‘. ¿Se centrará en carreras de un día o en carreras por etapas? No lo sabe. Confía en el trabajo que está haciendo, que sabe que dará sus frutos con el paso de los años. Paciencia. ‘Falta saber si cuando sea un poco más veterano y haya ganado en madurez y resistencia, podré dar un paso más y afrontar con garantías las vueltas de tres semanas’.

Rui Costa ciclismo

Rui Costa, tras la carrera olímpica en Londres

Antes que eso tiene la cita del domingo; ‘estoy recuperándome de la picadura de una abeja. Me he tenido que quedar fuera del Mundial de contrarreloj por equipos, pero parece que ya estoy mucho mejor y espero estar a mi mejor nivel’. Confía en que la táctica de Portugal le deje con opciones en las últimas vueltas, momento en el que tendrá que poner un ojo en Alejandro Valverde, Philippe Gilbert, Boasson Hagen, Peter Sagan o Simon Gerrans, para el luso los más fuertes en este momento. Es consciente que no tiene por qué ganar uno de ellos; ‘en una carrera como el Mundial no siempre tiene que ganar el favorito, e incluso ni siquiera tiene que ganar el corredor más fuerte’. El más listo o inteligente. El que mejor sepa moverse. Y de eso, Costa ha demostrado cosas a tener cuenta; como el año pasado en Montréal o hace unas semanas en Plouay.

Cuando un perro se cruzara durante la Volta ao Algarve en la carretera, y provocara graves heridas en Joaquim Agostinho, las cuales le llevarían a la muerte diez días después en mayo de 1984, Portugal se quedó sin su mejor ciclista. Ya muy veterano, pero, al fin y al cabo, su mejor representante. Pero hoy, tras 28 años, pueden tener la tranquilidad de saber que en Rui Costa tienen la continuidad en el más alto nivel. Será el domingo en Valkenburg o más adelante, pero las intenciones del corredor de Movistar Team en Países Bajos son meridianas; ‘este año Portugal va a hacer un buen resultado en el Mundial’. Que así sea y que también cumpla su sueño; ‘me quedo con la Lieja-Bastoña-Lieja. Es una carrera muy bonita y al mismo tiempo es una de las míticas. Quiero ganarla’.