Los dos llegaban a la Vuelta a España con dos caminos y sobre todo, dos planteamientos complemente diferentes. Joaquím Rodríguez, después de ser segundo en el Giro de Italia, se enfrentaba a uno de los grandes objetivos de la temporada mientras que Alejandro Valverde, tras el infortunio vivido en el Tour de Francia, añadía la ronda española a un cargado calendario. Su objetivo, como relató en la rueda de prensa previa al inicio de la CRE en Pamplona, triunfos parciales.

El tiempo les puso en el mismo lugar; la carretera les sitúo en el mismo camino. Dos ciclistas de similares características, brega y lucha pelearon por la carrera hasta el último día en Madrid. Su competitividad unida a la figura de Alberto Contador elevó a la máxima expresión la palabra rivalidad.

Demostraciones dispares de un mortífero rush y punch final. Los Muros del Norte hicieron el resto. Mientras el pinteño atacaba, el dúo remataba. Desde el comienzo en Arrate hasta el final en La Bola del Mundo, los distintos escenarios fueron los testigos directos de la rivalidad de un trío que hizo grande a la Vuelta a España. Mientras Contador atacaba y rodaba con su tan afamado molinillo, Purito y Valverde lo remachaban a con un desarrollo más corto. La cima vasca, Jaca o Ézaro fueron algunas muestras; Ancares, Cuitu Negru y La Gallina, las mejores demostraciones.

La Gallina, una demostración del rush final / Foto (c) José Manuel Vidal

La general parecía cambiar de escenario. Solamente el infortunio de un polémico movimiento camino de Valdezcaray alejó a Valverde de la disputa por la general. Mientras tanto, Quim explotaba al máximo sus cualidades. Lo que tanto echamos en falta en el Giro de Italia lo demostró en la carrera de casa. El catalán, crecido, salía triunfal del tríptico galaico-astur. Acariciaba el triunfo, hasta que llegó el Collado de la Hoz y lo que vino consigo. Su actuación en general cubre con un manto de oro un terrible fallo táctico o simplemente, de fuerzas.

Tanto Alejandro como Joaquím manifestaron ser los hombres más fuertes de la carrera, el de Katusha un puntito por encima del de Movistar Team pero ambos acabaron sucumbiendo ante un voraz Contador al que tensaron, como pocas veces le habían hecho, hasta el último momento por el triunfo final convirtiéndose en más que dos rivales de altura.

Una sana rivalidad. Lo que ambos perdieron en la carretera lo ganaron en las posteriores declaraciones. El caso de Quim es digno de alabar. Sabedor de que perdió una oportunidad única para ganar una Gran Vuelta, las lamentaciones quedaron en el olvido para dignificar a sus dos máximos rivales. Los elogios fueron la nota predominante entre tres ciclistas que defenderán los intereses del ciclismo español en el próximo Mundial de Limburgo.