1. Rompiendo los pronósticos. Prácticamente nadie apostaba antes del inicio de la prueba por un ciclista que ha sorprendido a propios y extraños con una victoria sensacional. Hablamos de Alexandre Vinokourov que, gracias a su valentía y a su buena visión de las carreras sumado a la ayuda que le prestaron otras selecciones para mantener con vida la fuga pudo conseguir un triunfo histórico tanto para él como para su país. Tampoco nadie apostaba por un podium de Rigoberto Urán o de un semidesconocido para el público medio como Alexander Kristoff. Medallistas inesperados.
2. Un oro polémico. Son muchas las críticas que ha recibido el kazajo tras su victoria. No nos vamos a engañar, la carrera de Vinokourov no ha sido precisamente ejemplar. Doble positivo por transfusión en el Tour 2008 y la supuesta compra de Alexander Kolobnev para conseguir la victoria de la Liège – Bastogne – Liège 2010 entre otras cosas. Uno de los que más duro ha sido con Vinokourov ha sido el bronce en estos Juegos, Kristoff, que declaró: “No me gusta la victoria de Vinokourov, ha hecho demasiado daño al deporte”. ¿Merecen los ciclistas una segunda oportunidad? La eterna discusión.
3. Hundimiento británico. Todas las miradas antes del comienzo de la prueba buscaban a un hombre, Mark Cavendish. En casa, en un circuito hecho específicamente para él y con un equipo creado para arrasar compuesto por campeón y subcampeón del Tour de Francia, partía con la vitola de claro favorito, pero ha fracasado estrepitosamente. No se puede negar que su trabajo lo han hecho bien, controlando la carrera en la medida de lo posible; pero sabiendo lo difícil que es controlar una carrera de este estilo con solamente cuatro corredores, deberían haber planteado otra estrategia para poder estar presentes en todas las circunstancias de carrera.
4. Suspenso alemán y aussie. Aunque no tenían tanta presión como la selección británica, se esperaba mucho más de estas dos selecciones. En el caso alemán jugaron todas sus opciones a la carta de Greipel y les salió mal, desaprovechando a gente como John Degenkolb, que no hizo nada en toda la prueba. Lo mismo pasa con la selección australiana, que pese a que metió a O’Grady en la fuga, tampoco tenían muy claro lo que querían hacer, y lo demostraron con el ataque de Rogers en solitario a falta de más de 170 kms para meta que no valió para nada. Muy mal planteadas sus estrategias.
5. Luces y sombras en la selección española. Estratégicamente, el papel de la selección española fue el adecuado. Primero metiendo a Jonathan Castroviejo en la fuga inicial para, posteriormente, meter a dos hombres como Valverde y Luisle en el corte bueno. Fallaron en la resolución pues los murcianos no se pudieron poner de acuerdo a la hora de decidir para quién había que trabajar, notando excesivamente la ausencia de pinganillos en esta prueba. Pero pese a todo, actuación aceptable.
6. El “descubrimiento” de Jonathan Castroviejo. Además de lo mencionado en el punto 5, la actuación de los españoles fue más que buena gracias al papel realizado por el ciclista vasco. Primero en la fuga y después dándolo todo para conseguir que el grupo de escapados tuviera sus opciones de pelear por la victoria, el ciclista del Movistar realizó un trabajo espectacular que sus compañeros de equipo no supieron finalizar. Habrá que estar atentos a lo que pueda hacer también en la contrarreloj.
7. El annus horribilis de Cancellara. Una caída a falta de 10 kilómetros para el final dejó sin opciones al ciclista suizo que quedó bastante afectado por la misma. Su participación en la prueba de contrarreloj está a estas horas en entredicho pese a que afortunadamente no hay fractura. La caída de ayer se suma a un año horrible que comenzó con la derrota a manos de Gerrans en el sprint final en la San Remo para posteriormente lesionarse tras una caída en el Tour de Flandes que le hizo perderse toda la temporada. Aunque hizo un buen papel en el Tour, los Juegos eran una situación perfecta para redimirse, pero no ha podido ser así.
8. Un cero a la realización. El trabajo de la realización -que no ha corrido por parte de los británicos, sino por una empresa compuesta por productores de todo el mundo llamada OBS- ha sido lamentable. Ni situación en carrera, ni distancias entre fugados y pelotón, ni información del kilometraje… nada. No han estado a la altura de una prueba de la importancia de los JJ.OO.
9. Un top-10 atípico. Más allá de los ciclistas que se llevaron las medallas y que no entraban en ningún pronóstico, los hombres que les acompañaron en el top 10 no fueron menos sorprendentes. Cuarto fue la joven promesa Taylor Phinney, quinto el uzbeko Lagutin, sexto el veterano O’Grady, séptimo Jurgen Roelandts, octavo Gregory Rast, noveno Luca Paolini y décimo el neozelandés Jack Bauer. Ninún gran favorito entre los 10 primeros, algo que no se recuerda desde hace mucho tiempo en una prueba de este calibre.
10. Un éxito de público. Pese a que se tenía que pagar para acceder a la subida a Box Hill, la presencia de público en todo el recorrido fue absoluta. El circuito estaba abarrotado de gente dando lugar a una estampa maravillosa, digna de unos Juegos Olímpicos.
Hay que ser más justo con la española; estaban fundidos… ni pinganillos ni nada. La historia de los pinganillos ayer no cuelan, porque SIN pinganillos hicieron una carrera perfecta. Y estando al final NO NECESITAS pinganillos. NEcesitas piernas.
Tras la llegada, Luisle declaró en la COPE que ni él ni Valverde sabían para quien tenían que trabajar. Lo digo por eso, no por otra cosa.
Pero eso no tiene mucho que ver con el pinganillo. Y vamos, yo vi tirar a Luisle de Valverde y a éste decir justo después de la carrera que le dijo al otro que atacara… pero que no podía.