Las despedidas suelen ser tristes. El último día de montaña del Tour siempre lo es, aunque la carrera todavía esté por resolver, que no es el caso este año. Con él se nos van las retransmisiones de etapa íntegras. Esas tragaladas de cinco horas con cuatro motos y dos helicópteros mostrándonos desde la Tête de la Course, con fugas multitudinarias forjadas a base de fuerza en los puertos, hasta el Arrière du Peloton destrozado por el ritmo de la mejor carrera del mundo. Se echaran de menos. Porque el Tour no tiene la dureza salvaje de la montaña del Giro ni los porcentajes imposibles que tanto gustan en la Vuelta, pero es con mucho, la carrera más dura del mundo, la más selectiva. Lo es aunque exista un dominador tan claro que se permita frenar al ciclista más fuerte de la carrera sólo para satisfacer a su líder preestablecido. Se hará larga la espera hasta julio del año que viene.
El dato
No se querían despedir de sus montañas sin dejar su sello ni Movistar ni Euskaltel, que con el Tour cruzado desde la primera semana se han rehecho admirablemente para terminar la carrera más que dignamente. Alejandro Valverde se reinventó para conseguir el ansiado triunfo de etapa. Fue la mejor cabalgada en solitario de su carrera, en la tercera victoria de su vida conseguida sin necesidad de esprintar en meta (las otras fueron una etapa en Andalucía este año y el Trofeo Manacor en la Challenge de 2005). Es la despedida de su regreso. Queda la sensación que, ahora sí, por fin Valverde ha vuelto.
La fuga
En una fuga hecha por fuerza e insistencia, no podía faltar la marea naranja. Muy probablemente, Euskaltel se irá de vacío de una gran vuelta por primera vez desde el Tour 2010. Lo hará pese a hacer una carrera extraordinaria y reponerse de una criba terrible de la mejor manera posible. Hoy metió a tres de sus cinco ciclistas en la escapada, otra vez con la dupla Egoi Martínez-Gorka Izagirre (el ciclista que más rápido ha hecho el conjunto de las tres etapas pirenaicas, según @alexfeel) presente. Volvieron a ser batidos por ciclistas con más piernas en un terreno dónde la calidad individual se impone. Nada que reprocharse, se despiden de sus montañas sin nada que reprocharse y se ganan la mención de honor en este apartado por todo su Tour.
La imagen
Otro que ya merecía aparecer por este espacio por su constancia es Chris Anker Sorensen, autor, como todo su equipo, de un Tour espléndido. Al final ha tenido que ser por una desgracia y por su pundonor. La foto del periodista danés Rasmsus Staghoj (@staghoj) nos muestra como quedó el manillar de su bicicleta después de la etapa.
Johnny Hoogerland (@zeeuwseleeuw) fue testigo del accidente del sufridor danés y lo contó en dos tweets: “Sorensen rodaba a 60 por hora en el descenso del Col d’Ares cuando intentó quitar algo que se había enganchado a su rueda. Oí un ruido y pensé que era el sensor, pero en realidad era su mano! Eso debe haber dolido.” Después de perder la fuga, Sorensen fue haciendo la goma toda la subida a Balès y se quedó entrado el Peyresourde para sólo perder finalmente poco más de cuatro minutos y conservar su posición entre los 15 mejores de la general.
El tweet
El culebrón británico seguramente se resolverá sin que la sangre llegue al río, por lo menos en este Tour. No ha habido puñaladas por la espalda y los mandamases del Sky han podido preservar su jerarquía, a costa de desprestigiar el triunfo de Bradley Wiggins. Froome se encargó de dejarlo claro otra vez: él era el más fuerte. Y a su novia se le volvió a atragantar la escena.
Habrá que estar atentos a lo que cuenten los enviados especiales de la fiesta final de París porque puede ser entretenida. Las despedidas, aunque breves, suelen serlo.
Joder, la imagen y la historia de Sorensen son de otro planeta. Qué casta