Pocas vueltas se le pueden dar a una contrarreloj de 41 kilómetros en el Tour de Francia, porque pone a cada uno en su sitio. La crónica está hecha y el análisis vendrá mañana con el día de descanso, pero las cosas están bastante claras: manda el Sky y quién quiera pegar un golpe de estado va a tener que trazar un plan valiente y constante. No es un Tour para ataques de un solo puerto.

El dato

Un minuto y 43 segundos. En su exhibición contrarreloj, Wiggins calcó la ventaja que le sacó a Evans en la crono de Dauphiné, pero esta vez lo logró en 12 kilómetros menos de distancia. En una semana de carrera, Wiggo ha mandado al segundo a casi dos minutos, al quinto a tres y al décimo a cinco y medio. Diferencias, por fin, propias de las primeras semanas de los Tours clásicos, de cuando los rodadores se imponían en su terreno y obligaban a los escaladores a ir a cuchillo y no hacer prisioneros en las montañas. De cuando el Tour lo ganaba el ciclista más completo.

La fuga

El día de descanso para este apartado se adelantó. A guardar fuerzas que vendrán etapas propicias para los valientes.

La imagen

Pese a la plasticidad de las imágenes que generan las contrarrelojes, llegados a este punto es un buen momento para hacer balance y contemplar la grandeur del Tour. Esta fantástica galería de Boston.com nos permite gozar del sufrimiento, el dolor y la gloria de los ciclistas, de la belleza paisagista y humanista de la Grande Boucle. Tremendos contrastes en la carrera más grande del mundo.

Peloton del Tour en Dieppe

Foto: Getty Images

El tweet

@VincenzoNibali se crió como ciclista en la Toscana, pero su identidad es siciliana. Cabezota y corajudo. Tiene buenas piernas, buenos descensos dónde jugársela y lo más importante, alma de campeón. El Tiburón nos lo hará pasar bien.

Ya lo dice Bradley Wiggins: “la ópera no acaba hasta que no canta la gorda. Y esta todavía no ha llegado ni al edificio”.