¡¡Hola a todos!!

Hoy os escribo desde Kakegawa, en la prefactura de Shizouka, donde estoy pasando unos días con unos amigos brasileños un poco alejado del estrés terrible de Tokyo, y pudiendo hacer unos entrenamientos sin mucho tráfico y muchos semáforos. La verdad es que un poco sí se agradece, pero vamos a hablar de lo acontecido en este fin de semana que ha sido muy ajetreado.

El viernes por la noche teníamos una especie de fiesta, con varios patrocinadores y con gente de a pie en un local muy “chick” de Ginza. Básicamente nosotros lo que teníamos que hacer era pasear por allí, hablar con la gente, muchas fotos, mucha paciencia y mucha sonrisa. Pero bueno, ese es el terreno español como me dicen aquí, que si mucha fiesta y tal (se piensan que estamos todo el día de chufla, bailando y bebiendo). Una vez acabado el evento a eso de las 11 de la noche, nos fuimos a dormir ya que nos esperaba un largo viaje hasta Hiroshima.

¿Largo? No. Eterno. Y es que se juntan varios factores. Primero que para salir de Tokio ya te comes un par de horitas. Segundo es que Hiroshima esta a 900 km. Y tercero y más importante, los nipones son un poco pesados a la hora de viajar. Y es que ponen el paso de la burra, 100km/h, 110 en los momentos de más esplendor y claro así cuesta avanzar. Pero es que por si fuera poco; paran cada 200/250 km. ¡¡Pesadilla!! Que si a comer, que si al baño, que si a merendar, que si recogemos una chica que hace dedo y la llevamos a la estación del pueblo siguiente, perdiendo media horita claro. Lo más gordo del asunto es que en el viaje de vuelta nos volvimos a encontrar a la misma chica haciendo dedo y la volvimos a llevar a otro lado. En fin, la cuestión es que salimos a las cinco de la mañana y llegamos a las seis y pico de la tarde. Casi nada. Así que claro, olvídate de entrenar (os recuerdo que aquí a las siete y algo es de noche).

Domingo, día de la carrera, salimos a primera hora a rodar un poco y mientras desayunamos cae la mundial. Yo empiezo a rezar todo lo que sé para que pare de llover, y no mojarme en carrera… y mis compañeros queriendo que llueva. Como me dice Sugasan, todo al revés.

Vamos para el circuito, está en lo alto de la montaña, si alguno ha estado alguna vez en Hirsohima, al lado del aeropuerto, que por cierto tiene pistas levantadas sobre puentes metálicos para despegar impresionantes. Plegaria escuchada. Deja de llover. A cambio el grado de humedad en la carretera se sitúa por el 90%. A sudar como pollos. Preparamos todo y vamos a firmar. Aquí todo tiene su ciencia, firmar también.

Primera intentona, nada. Se me ha olvidado la placa con el dorsal de la bici. Aquí hemos venido solo corredores, ni mecánico ni director, y tenemos que hacer de todo. Menos mal que está Yosuke Suga, que además del capitán de ruta es como mi Ángel de la Guarda. Segunda intentona. Pues voy con estilo europeo, la gorra y las zapatillas deportivas del equipo. Pues nada, que tampoco vale. Que tengo que llevar las babuchas de ciclismo y el casco. Pues si están pesados hoy, sí. Tercera intentona. Reviso todo. No me falta nada. Allá vamos. Me cogen la bici ¿para qué? y que me quite el casco. ¿Cómo? Flipando. Me quito el casco y descubren que no tiene una pegatina de la federación japonesa de ciclismo. Y que no me querían dejar firmar. Empiezo a perder la paciencia. Pero vamos a ver ¿no ves que el casco de todos los del equipo es igual? Bueno al final enfadándome un poco consigo firmar. Casi 20 minutos me ha llevado la broma.

En la salida pues casi los mismos del otro día. Alguno menos, que la carrera estaba muy lejos. No han dado la salida y ya estamos chorreando de sudor. Se acerca a saludarme Kenichi Akitsu que fue el responsable de llevarme el año pasado a Camerún. ¡¡Qué alegría verle!! Además me presenta al señor Abe, ex-ciclista de Mapei y que es el que puso el dinero. Casi ya conozco a todos los ciclistas más grandes de Japón (Imanaka, Nodera y Abe).

Salimos y madre mía. Este circuito es más duro y más largo (12 km) y mis piernas de salida son lamentables. Como empieza a ser tradición en Japón más de medio circuito es de ir de uno en uno… menuda agonía. La parte dura del circuito son como tres escalones. Los dos primeros de 300 metros rondando el 8% y enlazados con falsos llanos y el último de 500 metros al 10%. Menudo dolor. Y tanto que dolor. Que en la tercera vuelta en el repecho me quedo. No me lo puedo creer. Me vengo hasta el culo del mundo para quedarme en la tercera vuelta. Afortunadamente conseguí enlazar en la bajada con el pelotón. A partir de allí solo pensaba en intentar acabar. Cosa que muchas veces vi imposible.

Afortunadamente sí que es verdad que aquí al pasar las 2 horas de carrera se nota un bajoncillo en el rendimiento de varios corredores y empieza a haber más gente el cocogüagüa en la subida. Había vueltas “tranquilas” con otras durísimas, como una que se puso Inoue del Bridgestone antes de empezar las subidas ya a tensar y nos llevo en el filo. Otra vuelta también se puso Cannondale con todo lo que le quedaba para coger la fuga (a los pobres se le marcha el caballo todos los días).

Al final no sé ni cómo conseguí llegar en el pelotón perseguidor de la fuga a la última vuelta. Si me lo dicen de salida con las malas piernas y la acidez de estómago toda la carrera no lo creo. Con mucho sufrimiento finalizo en la posición 25. Hoy de nuevo la criba de corredores es terrible. Solo 37 clasificados. Y es que casi 3.000 metros de ascenso en 147 km. Es que como dice Sugasan… ¡aquí en Japón es todo sufrir!