Allá por el mes de noviembre, los amigos de la Plataforma Recorridos Ciclistas nos enseñaban como mejorar las etapas de este Tour cambiando su recorrido intermedio. Ahora vamos a hacer uso de ese estupendo trabajo para valorar que diferencias provocarían entre lo esperable con el recorrido actual y lo que podrían deparar esos cambios usando como referencia etapas del pasado.
Y el primer análisis lo dedicamos al periplo belga de la carrera donde, al gusto de esta página, en PRC incluyeron pavés y muchas cotas.
Alternativa a la primera etapa, Lieja – Seraing
La etapa no necesita mucho comentario, pues todo buen aficionado conoce las cotas de Lieja – Bastogne – Lieja, con 100 km finales de serrucho y especial relevancia para La Redoute y la Roca de los Halcones, aquí algo más cerca de meta que en la clásica.
Que esperamos de la original: poco más que un sprint en cuesta ya en las calles de Seraing. La clara referencia es este mismo final en el Tour 2001, donde Zabel ganó al sprint de un grupo de 100 corredores. Incluso en aquella ocasión el final era más exigente, enlazando las cotas de Mont-Theux, Forges y Sart-Tillman-Tilff antes de Seraing, mientras que este año la aproximación es llana.

Miguel Indurain camino del a meta de Lieja con Bruyneel a rueda.
Que esperaríamos con el cambio: aquí el espejo donde mirar es la etapa de Lieja del Tour 95 (crónica) y el antológico repaso que Indurain metió a todos sus rivales (vídeo) pues ni entre todos eran capaz de parar la sangría de segundos que ganaba el navarro. Pero no debemos caer en el error de pensar que aquella etapa se reducía a los 30 km finales y la demostración de Miguelón en las cotas de Mount-Theux y Forges, aquella jornada era un serrucho con múltiples subidas escenario de continua batalla. Como muestra de ello, la cota de Haute-Levée a 67 km de la llegada, donde los “capos” se liaron a palos y Miguel ya demostró una superioridad insultante.
Alternativa al final de la segunda etapa, Visé – Tournai
Arriba se muestra el bucle final que propone PRC para incluir 5 tramos de pavés de la París – Roubaix, el último tramo decisivo del Infierno del Norte en torno al mítico Carrefour de l’Abre, totalizando 7,4 km empedrados que terminan a 14 de meta.
Que esperamos de la original: el primer sprint claro de la carrera, en una etapa que será aburrida hasta llegar a los últimos cinco kilómetros donde ver la lucha de los equipos por colocar y lanzar a sus sprinters.

Alberto Contador defendiéndose con uñas y dientes en terreno hostil.
Que esperaríamos con el cambio: recuperar la relevancia y el espectáculo del pavés para el Tour. Lo que durante años fue parte esencial de la carrera, ahora es una atracción especial cada muchísimos años e incluso muchos corredores o directores se quejan de su inclusión.
Pero no hace falta muy atrás, tan solo a 2010 (crónica), para comprobar lo espectacular, imprevisible y bonito que es ver a los aspirantes al Tour luchar en este terreno junto con los especialistas. Aquella etapa, marcada por la caída de F. Schleck y los ataques de Cervelo (con Hushovd, ganador) y Saxo Bank (Cancellara y A. Schleck), deparó una carrera imprevisible, con continuos cambios de guión y lucha en todos los grupos.
En aquella ocasión llegaron 6 hombres destacados a meta, que se dividían entre rodadores y hombres de la general (Evans, A. Schleck y Hesjedal). Consiguieron 53 segundos sobre el grupo de Menchov y 1’13” sobre Contador, mientras que otros aspirantes como Samuel Sánchez, Armstrong o Gesink se dejaban más de 2 minutos.
¿Cómo era eso de Perico de ‘Va como una moto. No sé dónde va’?
Estas cosas ya no ocurren, ya no se sorprende ni se da tanta opción a que perfiles más planos sean recordados. ¡Qué pena!